Los restaurantes de hotel y el miedo a entrar de muchos comensales
Hay miedos atávicos fuertemente imbricados en las mentes de cada uno. Que la tarjeta no funcione, tropezar en público, equivocarse dé vestimenta y por supuesto, acceder al restaurante de un hotel. Es curiosa esa barrera mental, que se convierte hoy en todo un reto para hoteles y hosteleros que tiene su origen en esa época donde entrar en un hotel sin estar de viaje estaba mal visto, el acceso estaba limitado por seguridad y privacidad, una oferta mediocre de cocina y unos halls o lobbys tan desangelados como una fiesta sin música. Entonces el objetivo era solo cumplir con los requisitos que exige la estrella hotelera o aspirar a la media pensión que mejorase el margen.
Hoy sigue existiendo algo raro para muchos a la hora de reservar mesa, y de atravesar la frontera de lo nacional. Pero ahora, con tantos espacios de nivel que por intención o por experiencia y renombre se instalan en ciudades como Madrid o Barcelona, estamos volviendo a los tiempos en los que los hoteles eran el sitio donde pasaba lo importante. Donde Ava Gardner paseaba con su capote, y Sean Conery charlaba con Cela viendo pasar el equipaje de Brigitte Bardt.
A algunos aún les sigue costando derribar ese muro. Pero, vienen momentos en los que los hoteles encuentran en las estrellas gastronómicas el lustre y el atractivo para intentar volver a convertirse en ese espacio donde locales y extranjeros llenaron de glamour espacios después perdidos.
En la búsqueda de esa cosa llamada experiencia auténtica y diferente, cada uno de los hoteles han ido por diferentes caminos, pero con propuestas de tanto nivel y recurso, que merecen atención y visita. Pronto estaremos en esos hoteles de Manhattan donde por la mañana y por la tarde se convierten en los lugares de reunión. La habitación será una caja de cerillas, pero la zona común es donde la gente quiere dejarse ver e incluso quedarse con un interminable café escribiendo un libro.
Entre los diferentes caminos céntrenos la propuesta de Madrid. El ejemplo de abanico es muy amplio comenzando por el Rosewood Villamagna, que ha hecho de su planta baja y jardines y patios un sitio de elegante y moderno trajín. Las Brasas de la Castellana es uno de los espacios más versátiles de Madrid, una brasserie. Un espacio abierto, donde pasa todo, una espectacular cocina vista, y un jardín en pleno centro, con terrazas que hacen que se te olvide el trafico y donde el único humo que puede haber es el de unos buenos puros. Con pastelería de altísimo nivel y tartaletas joya, a cualquier hora puede uno entrar en la actual embajada de lo contemporáneo. Pero es Amos, su restaurante de alta gastronomía lo que pone el listón tan alto, avalado por el buen hacer en los fogones del reconocido conocido navarro, Jesús Sánchez, que ha traído la esencia y el carácter del ‘Cenador de Amós’ en Cantabria, añadiendo agradables madrileñismos . El vermú de Amos, una oda al aperitivo que presentado en la terraza hace que uno se crea famoso.
Algunos hoteles han trabajado los ya conocidos brunch, que atraen cada vez más ciudadanos que el fin de semana vistan uno y otro , como en un viacrucis que cambia desayuno, aperitivo y comida por una sola parada con champagne que lo liga todo.
Mario Sandoval se ha convertido en el auténtico rey de estos brunch con su sello en hoteles como el Orfilia y el Heritage. Pero su magnánima apuesta hotelera es el Restaurante Qu para la cadena Marriot. En esta gran sede internacional se despliega un ejército de más de 50 personas para mantener el nivel gastronómico que siempre llevan en su firma las 24 horas del día. Desayunar churros de San Ginés, y otras maravillas castizas como su famoso cochinillo en este deslumbrante ambiente hacen de este hotel un imprescindible.
Inspirado en esa vida neoyorquina, el Only you es el gran ejemplo de otro camino que pasa por tener los locales puerta a calle. Así las habitaciones no tienen tanta conexión y mantienen privacidad. Con sitios de café, pastelería celíaca, restaurante casual y de cocktail para la tarde, es el punto de encuentro de este barrio de las letras, cuna de hipsters, boho hippies y otros modernos con estilo.
El hotel Bless que acoge en su concurrido lobby propuestas propias donde se celebran desfiles de moda, exposiciones y sesiones de DJ, pero también el restaurante japonés SLVJ creado por FerminAzkue, que con tanta imaginación fusiona sabores.
Propuestas más clásicas se trabajan desde el Ritz, que sigue fiel a su estilo clásico francés, o el intercontinental con su non stop de buena vida.
No tengan miedo y al menos en los Madriles dense una vuelta por los hoteles que hay en la ciudad de los gatos. en otros capítulos, hoteles de toda España.
Una iniciativa que rompe con ese miedo a entrar en ellos es sin duda el sarao Hotel Tapa Tour. Del 14 al 24 de septiembre, Madrid vuelve a ejercer como sede del festival de «alta cocina informal» que, por primera vez, se celebrará de manera simultánea en varias localidades españolas. En esta octava edición( desde 2016 alternan Barcelona y Madrid), 24 hoteles chulos de Madrid exhibirán sus mejores galas gastronómicas, en formato tapa.
Para abrir boca a los asistentes, se servirá una croqueta de autor acompañada de una cerveza. A continuación, las dos propuestas concursantes en el Premio Nacional Tapa Alimentos de España, una maridada con vinos de la D.O. Ribera del Duero y otra armonizada con espumosos de la D.O. Cava. Para gozar.
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