Actualidad

Lujos de verano

No sé si son lujos de moda o modas de lujo. En este afán infinito globalista en el que todos debemos tener acceso a todo, y donde nunca, por supuesto, nadie se ocupa en diferenciar calidades ni cualidades, fundamentalmente por ignorancia, y siempre prevalece la cantidad, apariencia y opulencia.

He aquí que de repente todos queremos comer caviar. Ni siquiera sabemos si nos gustará ni incluso a qué debe saber, pero tras haber probado múltiples panes bao, infinitos tartares de atún o carnes, carpaccios sin fin y ceviches indescriptibles, nadie que se precie en este insensato mundo de la gastromoda, puede quedarse sin probar el nuevo producto estrella.

En bikini (nuevo must en la gastrotontería que inunda cartas a gogó), con pan brioche (diferenciemos un buen pan de un sucedáneo con sabor a falsa mantequilla, por favor) sobre tartar, con pasta, almejas o con lo que sea…

No sé si es mi percepción o estamos vulgarizando y, por tanto, pervirtiendo un producto verdaderamente excelso. Originalmente lujo de zares, este manjar se reservó siempre a ocasiones especiales, platos exquisitos y pinceladas únicas. Creo que no debería perder ese halo de misticismo y exclusividad. Este nuevo consumo masivo de lujo impostado ha hecho aflorar productores de dudosa calidad y control que produce un caviar mediocre (que por supuesto nadie diferencia) que viene a llenar cartas vanidosas con la única intención de apaciguar egos incontrolados.

No hay nada más cierto que el hecho de que los lujos verdaderos son infinitamente más baratos y placenteros que los excesos. Y es ahí cuando el capricho puntual, cada uno en la frecuencia que pueda permitirse, debe seguir siendo excelso y mágico. Caer en el error de hacer cotidiano o común lo extraordinario es una tendencia irremediablemente odiosa que nos invade. Quién, a mi edad, no alucinaba de pequeño cuando un familiar volvía de la Gran Bretaña o de las Américas con una chocolatina especial, o de Francia con un paté de campaña o similar jamás probado por aquí, o cualquier otro producto local que en su degustación generaba momentos únicos.

Son varias las casas o marcas de caviar que se pueden encontrar en nuestro país, entre ellas podemos citar las más habituales como la de producción local en Granada, Caviar de Riofrío, o las españolas aunque con caviar proveniente de Europa del Este, Real Caviar, Caviar Antonius o Caviar Bolshoi. En todas podemos disfrutar de diferentes variedades y precios, siendo el Osetra quizá el de mejor equilibrio y aprecio.

Igualmente son varios los restaurantes en los que se ha empezado a utilizar este preciado manjar, quizá Rafa Zafra, prolífico chef sevillano con varios restaurantes por toda España, el que se ha erigido como el gurú de este producto, creando elaboraciones como su famoso bikini de caviar y salmón que ha sido archirreplicado o el atrevido y placentero emparejamiento del steak tartar con caviar, que también ha dado origen a muchas interpretaciones. Ya sea en los del citado chef, como Estimar o Jondal o en otros restaurantes donde manejan con sapiencia este tesoro, como pueden ser Lasarte, Els Tinars, Aponiente, Abac, Cebo o Diverxo, por citar algunos. Lo importante es elegir uno donde sepamos que el producto y quien lo maneja forman el tándem adecuado.

Si se lo pueden permitir, o ahorren un poquito para encontrar el momento ideal, abran una lata de buen caviar, una botella del vino que entiendan adecuado (uno siempre elegirá Champagne) y disfruten de una cucharada, sin más ingredientes, mientras se funde en nuestro paladar. No hay nada como uno de esos momentos especiales en los que uno, irremediablemente, ¡se siente único!