Podemos veta en sus campañas a mujeres «primorosamente arregladas» y exige «diversidad de cuerpos»
Podemos ha difundido un estricto manual sobre ‘comunicación feminista’ en el que, entre otras medidas, exige «huir» de la «sexualización» de la mujer, evitando mujeres «delgadas» o «primorosamente arregladas». La formación de Pablo Iglesias obliga, además, a que en sus campañas se incluyan mujeres con «diversidad de cuerpos», «formas de sentir» o «costumbres».
El partido impone un estricto reglamento a sus cargos, en todo lo referente al género, controlando al milímetro sus intervenciones públicas y en medios de comunicación, que deben ajustarse a las normas descritas.
El llamado ‘protocolo de comunicación feminista’ no afecta no únicamente a términos concretos, sino a utilizaciones gramaticales o hasta conjugaciones verbales.
«Mujeres, en plural»
Así, por ejemplo, se opta por decir «las mujeres, en plural», en lugar de «la mujer, «para reflejar la diversidad de las que existen y no asociarlas a ideas tipificadas de lo femenino».
«Hablamos de ciudadanía, pueblo, gente o personas; incluso duplicamos y decimos las ciudadanas y los ciudadanos, pero no usamos el falso masculino genérico para referirnos al conjunto de las personas del Estado español», dice en otro punto. «Tampoco decimos los trabajadores si no es duplicando y refiriéndonos a las trabajadoras, aunque si usamos personas trabajadoras evitamos este problema», es otra de las consideraciones.
También se veta la palabra ‘gay’. «Cuando llegue el verano, recuerda: no se llama Día del Orgullo Gay, sino Día del Orgullo LGTBI», se señala. «Y cuando tengas que hablar de derechos en el Estado, España fue pionera en aprobar matrimonios entre personas del mismo sexo: no decimos matrimonio gay ni homosexual».
Ni «el, los, aquel o aquellos» ni «ser o estar»
Las normas van más allá, y se extienden también a la comunicación interna del partido. Así, por ejemplo, se impone evitar el uso de «el, los, aquel o aquellos» seguidos del relativo «que». «Evitaremos el uso de ‘uno, alguno y ninguno’, y utilizaremos alguien y nadie», se puede leer también. También se insta a reemplazar los verbos «ser» o «estar» por «quien». Un ejemplo: no se podría decir «Quien trabaje en Princesa está obligado a limpiar los platos después de comer» sino «Quien trabaje en Princesa tiene la obligación de limpiar los platos después de comer». Todo, para evitar el masculino «obligado».
Podemos exige que se refieran a los cargos por «nombre y apellidos, especialmente a las compañeras»
«Cambiaremos el verbo de la tercera a la segunda persona del singular (tú o usted) o a la primera del plural sin mencionar el sujeto. Así, diremos: «si usted posee un abono podrá viajar gratis», en lugar de ‘el abonado podrá viajar gratis’, es otra de las fórmulas lingüísticas.
Nada de enfermeras ni azafatas
El enrevesado manual recoge otras reglas de comunicación. Por ejemplo, no se habla de minusválidos sino de «persona con discapacidad», ni de refugiados, sino de «personas refugiadas». Médicos y enfermeras no son tales sino «personal sanitario» y pilotos y azafatas, «tripulación aérea».
En otro de los puntos se insta a los cargos y miembros de Podemos a referirse entre sí por «nombre y apellidos, especialmente a las compañeras».
El manual sigue con otras recomendaciones, como evitar hablar de «terrorismo machista» o «lacra» al referirse a violencia de género, porque este término «diluye la condición estructural de la violencia, remite al ámbito de la enfermedad, al estigma o a la inmoralidad y puede generar la sensación de inevitabilidad del machismo», considera Podemos.
El partido pide evitar la denominación «feminización» de la política, pese a que Pablo Iglesias sí la utiliza
El partido insta también a evitar la denominación «feminización» de la política, pese a que Pablo Iglesias la utiliza con frecuencia.
«Siguiendo con el batiburrillo que diluye potentes teorías en titulares masticables, parece que la feminización nos lleva a pensar que las mujeres en política somos más suaves, menos agresivas, más apegadas al cuidado y un largo etcétera de tópicos que no están nada lejos de la ideología nacionalcatólica sobre la buena madre y esposa», se señala. «No, las mujeres en política podemos estar en la Comisión de Interior, y dedicarnos al terrorismo internacional y no a velar por los orfanatos, que también nos preocupan como demócratas, y hacerlo con un estilo personal, asertivo y que en función de las necesidades no tiene por qué ser dulce», concluyen.
En este apartado, la formación critica a dirigentes como Soraya Sáenz de Santamaría, de la que, señalan, representa «formas supuestamente femeninas de hacer política»: «El feminismo, en su pluralidad, ha realizado una crítica solvente al poder y a su estructura patriarcal y capitalista. No lo ha hecho con el objetivo de situar en el horizonte formas supuestamente femeninas de hacer política (pensad, por favor, un minuto en Soraya Sáez de Santamaría), sino con el objeto de señalar un sistema de opresiones múltiples e interseccionales que debe erradicarse para construir una sociedad justa.
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