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Elecciones Generales

Sánchez intentará retrasar las elecciones generales tras la llegada de Casado

Pedro Sánchez intentará retrasar las elecciones generales tras la llegada de Pablo Casado. Los estudios internos están hechos. Y salvo que no quede más remedio por las presiones de los separatistas, Sánchez intentará estirar la celebración de las futuras elecciones generales lo máximo posible. Y es que el PSOE considera que tras la llegada de Casado, el PP crecerá hacia el centro derecha, recuperando, de hecho, parte del voto fugado durante todo este tiempo hacia Ciudadanos.

Y esa evolución no perjudica al PSOE desde el punto de visto de posibilidad de crecimiento. Eso sí, siempre que evolucione hacia el centro izquierda y no hacia el extremismo de Podemos.

Los cálculos del presidente pasan por el hecho de que la estrategia de Casado dejará más débil al partido de Albert Rivera. Y eso abre la puerta a que él también pueda recuperar parte del voto de izquierdas cobijado en el partido naranja.

Por eso, la clave está en la evolución hacia el centro del PSOE. Las cabezas socialistas creen que es ahí donde se debe pescar voto. Especialmente porque Ciudadanos puede entrar en un debilitamiento.

Pero eso implica un problema adicional: y es que los socios de Sánchez en el Congreso no son precisamente de centro ni mucho menos. Podemitas, golpistas y proetarras. Ése es el abanico de aliados con los que cuenta el presidente del Gobierno en estos momentos.

Y unos socios que, además, ya han demostrado su fiabilidad y lealtad en la tramitación de la Ley de Techo de Gasto, una norma que le acaban de tumbar a Sánchez sin pestañear y que deja en una posición muy debilitada al PSOE: sin esa norma, es prácticamente imposible que Sánchez pueda cumplir con sus promesas de gasto.

Pero los estrategas del Partido Socialista creen que incluso esa debilidad puede ser aprovechada: con tiempo y demostrando que el Gobierno está dispuesto a tensar la cuerda sin ceder a postulados básicos de sus aliados —al menos, hasta alcanzar acuerdos más estables de gobernabilidad—.

Así, la estrategia pasa por poner a los anticonstitucionales ante la tesitura de ver crecer a un PP claramente constitucionalista para poder optar posteriormente, y dependiendo de las negociaciones, por una de dos vías: la primera, venderse como un presidente y un partido realmente constitucionalista y, por lo tanto, como una alternativa al voto de centro izquierda de Ciudadanos, todo ello con el supuesto cartel de haber aguantado sin ceder a las presiones separatistas.

Y la segunda, justo la contraria, la de ofrecerse a los populistas y separatistas como la única salida posible a un gobierno de Casado y Rivera: una estrategia clavada a la del cinturón sanitario que ya utilizó José Luis Rodríguez Zapatero.

Por eso cree Sánchez que con el auge de Pablo Casado en el PP y en el espectro de voto de centro derecha, a él le conviene esperar. Otra cosa es que sus socios actuales se lo vayan a permitir.