Lorent Saleh: «La Venezuela de Maduro es un Estado mafioso y terrorista»
El ex preso político venezolano ha llegado esta semana a España desterrado por el régimen de Maduro
Cuatro años secuestrado e incomunicado en una celda "la tumba" y torturado por el Sebin
Lorent Saleh: "Sólo Zapatero y la dictadura saben por qué insisten en un diálogo fracasado"
Lorent Saleh, 30 años, no es un joven cualquiera. Preso político venezolano, opositor de los regímenes de Chávez y Maduro, activista por la defensa de los Derechos Humanos y premio Sájarov 2017. Encarcelado durante cuatro años sin pruebas, sin ser juzgado, sin conocer los delitos de los que se le acusaba, secuestrado, torturado, incomunicado y tras sufrir la suspensión de 53 audiencias judiciales.
Ha llegado esta semana a Madrid desde Caracas tras ser desterrado por el régimen en base a una decisión de Comisión por la Verdad, la Justicia, la Paz y la Tranquilidad de la Asamblea Nacional Constituyente, el órgano revolucionario que ha suplantado al Parlamento.
Saleh ha consagrado su vida a la lucha por la libertad. Hablar con él es enfrentarse a la determinación sin rencor, a la sensatez sin imposturas ni aspavientos, a la convicción sincera de un hombre que no se ha doblegado frente a la tiranía.
P: ¿Cuándo se convierte Lorent Saleh en objetivo del régimen venezolano y cuándo toma conciencia de que lo es?
R: En 2007. Venezuela era en ese año una sociedad apática a la política, que empezaba a sufrir los desmanes de un régimen totalitario y vivía la profunda decepción de los ciudadanos con los partidos políticos tradicionales. Chávez, que venía de perder unas elecciones contra Manuel Rosado, cerró con total impunidad el principal medio de comunicación de Venezuela, Radio Caracas Televisión. Miles de jóvenes salimos a la calle para protestar por la medida arbitraria del régimen. Para los líderes estudiantiles, como yo, ahí empezó todo.
P: ¿La censura a un medio de comunicación provocó una reacción social sin precedentes?
R: No era la censura a un medio de comunicación, era el ataque a la libertad de expresión. Habían pasado muchas cosas graves antes: el golpe de 2002, la masacre de Puente Llaguno -en el que las imágenes de paramilitares disparando contra civiles que marchaban a Miraflores dieron la vuelta al mundo- la masacre de Altamira, … Pero cerrar esa ventana era silenciar las intenciones de Hugo Chávez para imponer su reforma constitucional. Teníamos que denunciarlo y lo hicimos saliendo a las calles en un fenómeno espontáneo. La sociedad civil unida derrotó a un Chávez que ‘sangró’ por primera vez. No pudo tocar la Constitución.
P: Unos estudiantes contra un tirano…
R: El 2 de diciembre de 2007, Chávez fue derrotado electoralmente en las urnas pero fuimos los jóvenes estudiantes quienes dirigimos la defensa del voto. No aceptamos que se blanqueasen unos resultados manipulados, incluso a pesar de las presiones políticas. Ya estábamos siendo señalados, allanaban nuestras casas, algunos habían sido detenidos… Nosotros paramos al régimen y a los partidos políticos. Desde entonces fuimos objetivo militar para la dictadura en Venezuela.
«Los presos políticos son una herramienta de las dictaduras para enviar un mensaje a la sociedad. Se trata de neutralizar al individuo que resulta incómodo y someterle al escarnio público para atemorizar a todos»
P: ¿Compensa complicarse la vida para hacerlo?
R: Mi madre siempre dice que preferiría haber tenido un hijo ‘normal’ pero fue ella quien me enseñó que si algo está mal hay que denunciarlo. Dentro de mí hay algo que me inquietaba y no me dejaba dormir. Lo mismo que el periodista cuando es periodista de verdad o el poeta que siente que tiene que escribir. Si hay algo que está mal hay que decirlo. Y se necesita determinación, nada más.
P: Cuatro años en unas condiciones que pocos seres humanos soportarían, ¿en qué piensa alguien durante tanto tiempo y en semejante soledad?
R: Leí en una ocasión que el activismo latino por los Derechos Humanos es la profesión más peligrosa del mundo. Pero era mi trabajo, mi deber. Ya no era alguien extraño denunciando las torturas, maltratos y vejaciones de las prisiones políticas venezolanas. Me tocaba estar en lo más íntimo del sistema represor. Y esa fue mi tabla de salvación frente a un Estado que trata de hacer bajo presión que te rompas, la necesidad de documentar lo que allí sucedía. Estaba haciendo lo correcto y lo asumía como una oportunidad importante para entender la conducta humana.
Cada cosa había que ganársela: una hoja, un lápiz, un libro, … me costó mucho. Por eso cada vez que conseguía algo lo defendía con uñas y dientes para que no me lo requisasen. La prisión que fue tan dura, en la que lloré, sentí miedo, dudé y me cuestioné, al final me permitió salir de allí en paz conmigo mismo.
P: Dices que la cárcel te ha servido para conocer el sistema desde dentro, ¿cómo funciona ese sistema?
R: El Estado venezolano es mafioso y terrorista. Hoy hay Estados terroristas y que practican terrorismo de Estado. Gran parte de su éxito está en una maquinaria que genera pánico y temor en la colectividad como método de dominación, frente a la impopularidad que provocan sus nefastas gestiones. Necesitan callar las voces libres. No pueden detener a todos los periodistas pero pueden detener a uno y maltratarlo tanto y torturarlo tanto y exponerlo tanto que el resto se autocensuran. No se trata sólo de neutralizar al propio individuo que resulta incómodo sino que se le somete al escarnio público para extender el ejemplo y atemorizar a todos.
El preso político es un mensaje de la tiranía a la sociedad civil que tiene que responder. El silencio de la sociedad civil es un mensaje terrible: haz lo que quieras que no importa.
P: ¿Y el silencio de la comunidad internacional?
R: El régimen en Venezuela ha alcanzado proporciones inimaginables. Está causando una herida profunda que no habría sido posible si la comunidad internacional no hubiese sido tan permisiva durante décadas con el régimen. La Argentina de Kirchner, el Ecuador de Correa, la España de Zapatero, … ante el ‘simpático’ Chávez. Estuvimos solos mucho tiempo.
«Ninguna nación es inmune al virus de la dictadura y de la tiranía. Si España no valora y cuida lo que tiene puede perderlo fácilmente»
P: A ti te entregó la Colombia de Santos que blanqueaba a las FARC. Ahora asoma la Nicaragua de Ortega ¿Por qué Latinoamérica sigue insistiendo en entregar el poder a tiranos?
R: No hay mejor manera de dimensionar la libertad que perdiéndola. Alcanzar la democracia y la libertad en una sociedad no tiene por qué ser fácil. Al contrario, tiene que ser difícil para valorarlo y entender que valen la pena. Estar aislado me sirvió para plantearme algunas preguntas y observar algunas cosas que siempre estuvieron ahí pero de las que no siempre fui consciente. Como dice el Principito “lo esencial es invisible a los ojos”. Los colores, los sonidos, la medida del tiempo, la importancia de lo que significa sentarse en una silla…
Los partidos políticos deben tener un límite y no meterse en todo. Muchos decían que Venezuela nunca iba a ser Cuba y resultó ser peor. Ninguna nación es inmune al virus de la dictadura y de la tiranía. Si España no valora y cuida lo que tiene, puede perderlo fácilmente.
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