El jefe de la Casa del Rey regañó a Rajoy por rechazar la investidura
El jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, transmitió al presidente Mariano Rajoy el profundo «malestar» de Felipe VI por su inesperada decisión de rechazar someterse al debate de investidura para formar Gobierno.
Alfonsín comunicó al presidente en funciones que había actuado de una forma «desconsiderada» y había puesto a la Casa del Rey en una situación delicada, colocándola en el foco del debate político, al rechazar sin previo aviso la propuesta del monarca para que intentara negociar un pacto de Gobierno.
Todo cambió el 22 de enero, el día que concluía la primera ronda de consultas del monarca para elegir al nuevo presidente, tras el resultado electoral del 20D que refleja la mayor fragmentación política desde 1982.
El golpe de mano de Iglesias en Palacio
Por la mañana, tras su encuentro con el Rey, Pablo Iglesias ofreció una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados para dar a conocer por primera vez su oferta de pacto al PSOE.
Dando un golpe de efecto, el líder de Podemos compareció acompañado de quienes presentó como los futuros «ministros» de su Gobierno: Íñigo Errejón, Irene Montero, el ex jefe de Estado Mayor (JEMAD) Julio Rodríguez; la ex jueza canaria Victoria Rosell y el cabeza de lista de En Comú Podem Xavier Domènech.
Pablo Iglesias exigió ocupar la vicepresidencia del futuro Gobierno y reclamó para Podemos los ministerios de Economía, Defensa, Justicia, Interior, el control de TVE y la creación de un pintoresco «Ministerio de Asuntos Plurinacionales» reservado para Doménech.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no fue el único sorprendido por esta comparecencia que vaciaba de contenido al futuro Gobierno para su partido.
La «gran coalición» no despega
Por la tarde, el presidente Mariano Rajoy acudió al Palacio de la Zarzuela para mantener su consulta con el Rey, pero cambió por completo el guión previsto. Durante su encuentro, el presidente en funciones expuso una evidencia: más allá de los 123 diputados del PP, carecía de cualquier tipo de apoyo para ser reelegido.
Durante la semana previa, el socialista Pedro Sánchez se había negado una y otra vez a escuchar la propuesta de Rajoy de formar la «gran coalición» de los tres partidos constitucionalistas (PP, PSOE y Ciudadanos) para sacar adelante las reformas económicas que aún reclama la Unión Europea.
Esta alianza habría sido, también, la mejor garantía para impulsar una reforma de la Constitución de amplio consenso, que no esté condicionada por las posiciones radicales de Podemos o por las exigencias de los independentistas.
En consecuencia, Mariano Rajoy declinó el encargo que le hacía Rey Felipe VI para intentar formar una mayoría de gobierno que, en las actuales circunstancias, se le antojaba imposible.
Patxi López abandonó La Zarzuela desconcertado
Nadie en la Casa del Rey había previsto este cambio en el guión. Más aún cuando, 24 horas antes, portavoces populares habían insistido ante la prensa en que Rajoy asumiría su responsabilidad e intentaría formar Gobierno contra viento y marea.
El presidente del Congreso de los Diputados, Patxi López, ya había sido convocado en La Zarzuela para comunicarle la decisión de Felipe VI. López abandonó el Palacio tan sorprendido como el propio monarca por el cambio de planes.
La mejor prueba de que nadie esperaba la negativa de Rajoy es que la Casa del Rey se vio obligada a improvisar: Felipe VI convocó una segunda ronda de consultas con los portavoces de todos los partidos de la que saldría, esta vez sí, el encargo para que el socialista Pedro Sánchez intente formar Gobierno.
Pocos días después del plante de Rajoy, el propio jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, le transmitió sus reproches: estimó que el todavía presidente en funciones había actuado de una forma desconsiderada con el monarca y le había puesto en una situación políticamente delicada.
Los reproches de la Casa del Rey ante Rajoy
Según esta queja, Rajoy ni siquiera se había tomado la molestia de transmitir previamente su cambio de planes a la Casa del Rey, para que el monarca hubiera analizado las posibles alternativas.
En La Zarzuela cundía la sensación de que Rajoy había puesto en evidencia el papel del monarca, por una mera cuestión de estrategia política: mantener intactas sus posibilidades de optar a la reelección, si Pedro Sánchez se estrella en su intento de formar un pacto imposible con Podemos.
Ante estos reproches, Mariano Rajoy se excusó alegando que, dado que carece de cualquier respaldo parlamentario, no está dispuesto a someterse a una sesión de investidura que el resto de partidos pretenden convertir en un linchamiento personal.
Sólo si Pedro Sánchez fracasa en su intento, Rajoy intentará sacar adelante su «gran coalición» de partidos constitucionalistas. Quizá ya con Sánchez fuera del escenario político. El último cartucho antes de tener que convocar nuevas elecciones para el próximo mes de junio, que pueden arrojar un panorama aún más complejo para formar Gobierno.
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