El gay de derechas agredido en Talavera: «La izquierda filtra a las víctimas antes de defenderlas»
El joven que denunció ser víctima de una agresión homófoba en Malasaña confiesa que se la inventó
¿A qué delitos se enfrenta el joven que denunció una agresión homófoba falsa en Madrid?
El joven que denunció la agresión homófoba ‘fake’: «Quiero que me trague la tierra»
Miguel Ángel, un joven de 25 años de Velada (Toledo), es una de las víctimas de agresiones de corte homófobo que se han producido en las últimas semanas. Su caso, sin embargo, no adquirió tanta notoriedad política y mediática como otros, especialmente la agresión ‘fake’ de Malasaña en la que la víctima se inventó el ataque. Miguel Ángel, con un ojo aún hinchado y prácticamente cerrado por los golpes recibidos, ha hablado con OKDIARIO y se pregunta el porqué de ese doble rasero. Ideológicamente se define contrario a lo ‘progre’, pero recuerda que «una víctima que no se identifica con un pensamiento concreto es una víctima igual». Algo que la izquierda parece haber olvidado esta semana.
Era sábado en Velada, una pequeña pedanía de menos de 3.000 habitantes cercana a Talavera de la Reina. Para Miguel Ángel no era un día más: la localidad celebraba sus fiestas patronales y él, como dueño del bar Oeste, punto de referencia para los jóvenes del pueblo, tenía un compromiso con sus clientes. Mientras otros disfrutaban, él trabajaba. Admite que es una bendición hacerlo, después de tantos meses de pandemia y tanto sufrimiento para los hosteleros, con el rosario de restricciones sanitarias que ha golpeado al sector durante toda la crisis.
Tras una extenuante jornada de trabajo, Miguel Ángel bajó la persiana de su negocio y se dirigió hacia las afueras de la localidad. Junto al nuevo cementerio en construcción, en un pequeño descampado, la juventud apuraba las horas de madrugada entre música y alcohol. Así se hace habitualmente en el pueblo «y nunca hay problemas, nunca, salvo cuando viene gente de fuera», explica una hostelera de la zona. Y efectivamente, así ocurrió esa noche.
Miguel Ángel, en torno a las seis de la mañana, decidió emprender rumbo a su casa. Al día siguiente debía volver a abrir el bar. Cuenta a OKDIARIO que la zona estaba abarrotada de jóvenes y era difícil atravesarla. «¡Qué asco! ¡Ya me está rozando algún baboso!». La frase salió de una chica joven que se encontraba haciendo un corro con otros amigos. Ella se dio la vuelta y miró a Miguel Ángel de arriba abajo con desprecio. Ella no era del pueblo, pero él la reconoció: le había estado sirviendo bebidas en su negocio unas horas antes sin ningún problema. A ella y a sus amigos.
Miguel Ángel le respondió pidiéndole disculpas y diciéndole que tranquila, que él ya se iba. «Tú lo que pasa es que vas perdiendo aceite». «Sí, lo sé», le respondió con calma. «¿Sabes que eres maricón? ¡Un puto maricón!», y le lanzó un puñetazo. El primero lo pudo esquivar, pero no vio venir la lluvia de golpes procedentes de sus acompañantes. Uno de ellos, directo al ojo, le derribó. Desde el suelo, tras recibir una golpiza, pudo levantarse y huir a la carrera a cientos de metros. «Sólo pensaba en que, por favor, no me persiguiesen».
Sus amigos le encontraron y se asustaron: tenía un ojo completamente morado y cerrado, con sangre cayéndole por la cara. No veía nada por él. De ahí, corriendo para el centro de salud del municipio, donde le diagnosticaron una gran contusión en la zona del globo ocular. Una lesión por la que se puede perder el ojo o buena parte de la visión. La noche se alargaría aún más con la pertinente denuncia ante la Guardia Civil, que apreció indicios de delito de odio. Él, en ese momento, sólo pensaba en irse a la cama: alguien tenía que abrir el bar de nuevo por la mañana. Ni Hacienda ni las eléctricas aceptan los moratones como pago.
Víctimas diferentes
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocó para este viernes la comisión sobre delitos de odio. Una reunión urgente tras conocer la agresión homófoba del barrio de Malasaña en Madrid, un supuesto ataque de 8 encapuchados a un joven, al que acorralaron en un portal y grabaron a navaja en un glúteo la palabra «maricón». Un relato espeluznante… de no ser falso. Completamente inventado para camuflar una infidelidad.
La izquierda se agarró a ese suceso para utilizarlo políticamente contra Vox, a quien culpaba de difundir un «discurso del odio» que incitaba a este tipo de agresiones. En cambio, en cuanto se supo que la agresión de Malasaña era falsa, Moncloa valoró si mantener o suspender esa comisión especial. Miguel Ángel no se lo puede creer. «Entonces, ¿qué significan las otras víctimas para el Gobierno?», se pregunta en conversación con OKDIARIO.
Él se define ideológicamente próximo a Vox, con simpatías hacia el PP también. El partido de Santiago Abascal fue el primero en llamarle para preguntarle por su estado. En la sede del partido en Talavera recibió la llamada de Abascal. «Hablamos cinco minutos, fue muy atento. Me preguntó qué tal estaba, qué lesiones tenía», explica Miguel Ángel. Considera que la violencia está creciendo, pero advierte, a diferencia de lo que asegura la izquierda, que «no se puede culpar a Vox» por ello.
Agresores protegidos
También le llama la atención el diferente trato que se le da a las agresiones dependiendo de quién es la víctima o el ‘verdugo’. A veces, dice, «parece que estudian a las víctimas antes de defender el caso. Una víctima es una víctima y tiene que serlo para todos».
Él no esconde sus ideas. «Yo tengo una ideología completamente diferente al pensamiento progresista, no me gusta pertenecer a los colectivos. Yo quiero mi libertad individual», asegura.
Según entiende Miguel Ángel, «se está intentando crear una sociedad de colectivos, colectivos que tienen un ‘propietario’. No es así, una víctima que no se identifica con un pensamiento concreto es una víctima igual».
También le sorprende, no lo oculta, el hecho de que algunos agresores cuentan con más protección que otros. Como ha ocurrido en Ceuta, donde unos asaltantes pegaron a un joven homosexual al grito de «esto es tierra musulmana». «El agresor puede ser de un colectivo protegido por la izquierda, y se protege más al colectivo de lo que se condena la agresión a esa víctima», indica Miguel Ángel.
«Si vemos que a un colectivo, por ser minoritario o por estar desfavorecido, se le protege, pues todos esos colectivos se van a aprovechar de esa situación», concluye.
La agresión ‘fake’
Por otra parte, Miguel Ángel se muestra consternado por la noticia de la falsa agresión homófoba que ha agitado la izquierda estos días. «Hace muchísimo daño» a las víctimas reales. Él, con el ojo izquierdo con el que todavía podía ver la televisión, siguió con temor lo ocurrido en Madrid. «Yo decía, pobrecito el chico de Madrid, lo mío en comparación… Si lo suyo hubiera sido verdad, en una balanza eso pesa mucho más, si hubieran sido ocho encapuchados…».
Ahora sabe, como toda España, que todo fue un embuste. Y pese a toda la publicidad que recibió el caso de Malasaña, Miguel Ángel se cuestiona qué hubiese pasado y cómo se hubiese tratado el caso desde los medios y desde el Gobierno, «si esos ocho encapuchados hubieran resultado de un colectivo de los que se quiere proteger… lo mismo no se hubiera tratado igual esa agresión».
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