Exteriores alaba la «tolerancia LGTBI» de Israel mientras pide respetar las «normas locales» palestinas
España reconoce en su ficha oficial sobre Israel que el país es de los más tolerantes con el colectivo LGTBI
Pese a que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha lanzado a una campaña diplomática contra Israel por su guerra contra Hamás, el Ministerio de Exteriores sigue alabando a los israelíes -así figura en la ficha oficial- como «uno de los países más tolerantes con los colectivos LGTBI». Un grupo social, precisamente, al que la izquierda siempre apela en campaña como principales víctimas de los delitos de odio. Sin embargo, en el caso de Palestina, la ficha de Exteriores no menciona al colectivo LGTBI pero sí advierte sobre «respetar las normas» locales. En Gaza, por ejemplo, la homosexualidad está perseguida y penada.
«Israel es uno de los países más tolerantes con los colectivos de LGTBI. Aunque Israel no permite a las parejas del mismo sexo casarse en el país, sí que reconoce los efectos de las uniones realizadas en el extranjero. Del mismo modo se permiten las adopciones realizadas por parejas del mismo sexo», recoge el Ministerio de Exteriores en el apartado «Colectivo LGTBI» de su ficha sobre recomendaciones de viaje para aquellos españoles que vayan a desplazarse a Israel.
Sin embargo, Exteriores sí reconoce el principal peligro al que se exponen aquellos que viajen a Israel: el terrorismo. Por ejemplo, se desaconseja «el tránsito por las carreteras próximas a la frontera de Israel con Egipto, por peligro de atentados terroristas», o se insta a «conocer la localización del refugio más próximo a su vivienda u hotel y dirigirse a él en caso de que suenen sirenas de alarma» por el lanzamiento de misiles desde Gaza o el sur de Líbano.
En cambio, la ficha oficial para Palestina no figura ningún aparato dedicado al «Colectivo LGTBI». No hay ni una sola cita. En cambio, pueden verse recomendaciones genéricas, como que resulta «imprescindible respetar las normas de vestimenta y comportamiento del protocolo local». No hay menciones a la religión islámica, que prohíbe taxativamente la homosexualidad. Tampoco las hay en ningún otro país de confesión musulmana mayoritaria.
El diferente trato que da Israel y Palestina a la diversidad sexual es un hecho significativo que, sin embargo, pasa desapercibido en el discurso de la izquierda contra Israel. De hecho, se han lanzado incluso campañas contra lo que se ha bautizado Pinkwashing (Lavado Rosa) que supuestamente hace Israel: intentar ganar adeptos en la causa LGTBI señalando que su país es, precisamente, uno de los más tolerantes con el colectivo.
Con la homosexualidad perseguida en territorio palestino, especialmente en aquellas zonas controladas por facciones islamistas -como en Gaza-, los colectivos LGTBI en Palestino mantienen su actividad en la clandestinidad. De hecho, los miembros del colectivo LGTBI palestino se manifiestan todos los años por el reconocimiento sus derechos, pero lo hacen en las calles de Haifa (Israel), donde nadie se lo impide ni disuelve sus marchas.
«Recompensa al terrorismo»
El pasado martes, Sánchez anunció el reconocimiento de Palestina, a pesar de que los análisis que tiene sobre la mesa procedentes del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), dependiente del Ministerio de Defensa, le advierten de lo mismo que le reprocha también Israel: ese reconocimiento tras los atentados de Hamás del 7 de octubre «recompensa al terrorismo» e «incentiva la violencia». Desde el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) también advierten que la solución debería ser «justa» con Israel.
Según Israel, el reconocimiento es una «medalla de oro» para el terrorismo, que llega ocho meses después de la mayor matanza de judíos desde el Holocausto. Y esa valoración israelí va en línea de lo que le trasmiten a Moncloa desde su principal centro asesor en materia de Defensa, el IEEE.
Desde este centro público de referencia en cuestiones geopolíticas se advierte, por ejemplo, de que los líderes de Palestina, y en especial los del grupo terrorista Hamás, no se conformarán con la solución de dos Estados para Israel y Palestina. Estos últimos «apuestan por la resistencia armada y creen que los Acuerdos de Oslo fueron sólo un primer paso para la recuperación de una Palestina desde el río (Jordán) hasta el mar (Mediterráneo)». Así lo indica la analista del IEEE Marta González en su informe Viabilidad de un futuro Estado palestino: victimización, incitación a la violencia y recompensa del terrorismo como forma de hacer política.
Las conclusiones de dicho informe son demoledoras respecto a oficializar el reconocimiento de Palestina: «El ciclo de la violencia se retroalimenta con unas aspiraciones nacionales inviables (derecho de retorno, absorción de refugiados o capitalidad en Jerusalén), una narrativa que incentiva la violencia y busca desconectar la historia y el legado judío de la Tierra de Israel y recompensa al terrorismo».
Según entiende la investigadora, «hoy no existe una entidad palestina responsable que renuncie al objetivo de ejercer su derecho a la autodeterminación sin que implique la negación de la autodeterminación judía y la sustitución del Estado de Israel». Es decir, la apuesta por el Estado palestino en sus términos, que el Gobierno está dispuesto a asumir de forma unilateral, supondría alimentar la ambición del terrorismo palestino de acabar con Israel.
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