Crisis inmigración

Bruselas alertó hace un mes a España de la escalada migratoria y pidió reforzar las fronteras

Inmigrantes rescatados por el Aquarius. Foto: Karpov / SOS Mediterranée
Inmigrantes rescatados por el Aquarius. Foto: Karpov / SOS Mediterranée
Carlos Cuesta

Bruselas alertó hace un mes a España de la escalada migratoria y pidió reforzar las fronteras. La Comisión Europea advirtió en un informe a España de la alta presión migratoria registrada en los últimos meses, especialmente en la ruta del Mediterráneo oriental y pidió que participase más activamente en la protección de las fronteras.

El dato clave era la escalada de la llegada de inmigrantes en un 22% entre enero y abril.

Era la misma Comisión Europea y hasta el mismo comisario que este fin de semana valoraba positivamente la decisión del Gobierno de España de permitir en el puerto de Valencia el desembarco “por razones humanitarias” de la nave de salvamento marítimo ‘Aquarius’, que se encontraba en alta mar tras cerrar Italia sus puertos.

El primer informe lo comunicó el comisario europeo de Migración, Asuntos de Interior y Ciudadanía, Dimitris Avramopoulos. El mismo que ha dicho este pasado fin de semana a través de su cuenta de Twitter que la decisión de permitir el amarre del barco es un ejemplo de “solidaridad real puesta en práctica hacia personas desesperadas y vulnerables y también hacia otros Estados miembros”.

Hace un mes, su afirmación —en frío— ponía el acento en otro aspecto. El comisario Avramopoulos remitía a cada país el último informe sobre los progresos en política migratoria. Y, en esa ocasión, alertaba del aumento de las llegadas a través del Mediterráneo occidental y la disminución en la ruta del Mediterráneo central.

Bruselas
El comisario de Interior e Inmigración, Dimitris Avramopoulos. (AFP)

El informe señalaba, además y con especial insistencia, el incremento de las llegadas en las rutas del Mediterráneo oriental y el Atlántico, especialmente, por su mayor traducción en muertes y desaparecidos en el mar (217 personas en total entre enero y mayo de este año).

Los datos eran contundentes. Hasta el pasado 29 de abril habían llegado a España a través del Mediterráneo oriental, el Atlántico y Ceuta y Melilla un total de 6.623 personas, un 22% más que en el mismo periodo del año anterior. En ese periodo de 2017, la cifra fue de 5.429 personas.
La procedencia de los inmigrantes ilegales en España se repartía de la siguiente manera: Marruecos (17%), Guinea (14%), Mali (10%), Costa de Marfil (7%), y de Gambia (6%).

Pero Bruselas mostraba ya hace un mes su preocupación por el control de la inmigración. Y solicitaba tener prevista para esta escalada la capacidad de respuesta frente a posibles nuevas oleadas de inmigrantes. Por ello, se reclamaba el envío de más personal de cada país y más equipamiento a la Agencia Europea de Fronteras y Costas.

Bruselas incidió igualmente en la necesidad de hacer retornar a aquellos inmigrantes que no cumplan los requisitos para quedarse y pidió, por ello, reforzar el retorno de las personas que no tienen derecho a solicitar protección en la UE.

El comisario, además solicitó “a los Estados miembros que envíen urgentemente guardias y equipamiento a las operaciones de la Agencia Europea de Fronteras y Costas y que cumplan el compromiso de llegar a un acuerdo sobre la reforma del asilo en junio».

El mensaje, realmente, no es contradictorio, con el reconocimiento a la solidaridad. Se trata, simplemente, de dos facetas habituales de Bruselas. Una, la primera —el informe pidiendo cautela y refuerzo de las fronteras— la estructural y fría. Otra —la muestra de solidaridad— la obvia cuando se trata de una decisión ya tomada y cuando, además, es verdad que la vida de los inmigrantes embarcados corría peligro.

Pero el mensaje inicial era obvio. Un mensaje de cautela que, ahora, se encuentra mediatizado y que, según la versión se ha cambiado por un ‘efecto llamada’.

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