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Economía
dia de la liberación fiscal

Sánchez dispara la presión fiscal: los españoles destinan 228 días del año al pago de impuestos

El 62% del año laboral sirve para satisfacer las exigencias de Hacienda

  • Jose de la Morena
  • Jose de la Morena, periodista especializado en economía desde hace más de 15 años, desarrolla su labor en el campo de la comunicación desde el prisma de las tendencias, los números y resultados de las distintas compañías. Una tarea que le ha llevado a conocer a fondo el mundo empresarial. Ha trabajado también en comunicación corporativa y como asesor para distintas marcas internacionales e institucionales.

El año 2025 marca un hito negro para los contribuyentes españoles, que ya destinan dos tercios de su sueldo en forma de impuestos. Según el informe anual del Día de la Liberación Fiscal elaborado por la Fundación Civismo, un trabajador medio debe dedicar 228 días de su salario (hasta hoy, 18 de agosto) únicamente al pago de impuestos. Se trata de la fecha más tardía jamás registrada y supone que más del 62% del año laboral se consume en satisfacer las exigencias de Hacienda antes de que el ciudadano pueda disfrutar de su renta real.

Este retraso histórico confirma la tendencia de una presión fiscal creciente y estructural, que se ha disparado sin que se hayan producido mejoras proporcionales en los servicios públicos ni una reducción significativa de la desigualdad. En apenas dos años, el esfuerzo fiscal ha aumentado en 16 días, lo que equivale a un alza del 7,5% en la carga tributaria. Cada vez se necesitan más días de un sueldo medio para hacer frente a la carga que suponen los impuestos sobre el trabajo.

Dos tercios del sueldo, para el Estado

El desglose de los datos es demoledor. Del total de 228 días trabajados para Hacienda, 67,5 jornadas se destinan al IRPF, 34 a cotizaciones sociales, 47 al IVA y 80,5 a impuestos adicionales como el IBI, transmisiones patrimoniales, sucesiones, donaciones, tasas municipales o especiales sobre combustibles y tabaco. En conjunto, el coste del Estado devora más del 61% del salario bruto del trabajador medio.

El cálculo de la cuña fiscal revela hasta qué punto el modelo impositivo castiga la renta del empleo. Con un salario medio bruto de 31.698 euros, el coste laboral total para la empresa asciende a 41.388 euros. Sin embargo, el trabajador solo recibe en su bolsillo 21.979 euros netos, mientras que el resto se va en retenciones, cotizaciones y tributos.

La Fundación Civismo advierte de que este esquema fiscal no es coyuntural, sino estructural. Está diseñado para maximizar la recaudación incluso en contextos inflacionarios, sin necesidad de modificar formalmente los tipos impositivos.

Inflación fiscal encubierta

Uno de los fenómenos más lesivos que explica este récord de presión fiscal es la llamada progresividad fría. La ausencia de deflactación en los tramos del IRPF ha empujado a millones de trabajadores a escalas más gravosas sin que hayan experimentado un aumento real de su poder adquisitivo. Es decir, que no reducir IRPF hasta comprobar la subida de la inflación (adecuando salarios a precios) ha hecho que los españoles pierdan poder adquisitivo desde la llegada de Pedro Sánchez al Ejecutivo. El salario medio ha crecido en términos nominales, pero la inflación superior al 3% ha neutralizado cualquier mejora en la renta disponible, y cada vez hace falta una mayor parte del sueldo para enfrentar los impuestos sobre el trabajo.

De este modo, Hacienda recauda más por el simple efecto aritmético de la inflación, mientras los ciudadanos pierden capacidad de compra. La recaudación por IRPF ha pasado de 86.221 millones en 2020 a 129.408 millones en 2024, lo que supone un incremento del 50% en apenas cuatro ejercicios, sin que se haya aprobado ninguna reforma estructural que lo justifique.

El mismo patrón se repite en el IVA. Los contribuyentes han abonado de media 2.814 euros al año (casi el 13% de su renta neta) sólo por este impuesto al consumo, pese a que se aplican tipos reducidos en bienes básicos. A ello se suma el peso creciente de los impuestos indirectos y otras tasas, que representan más de 4.850 euros anuales por hogar.

El resultado es un Estado hipertrofiado y voraz, capaz de incrementar su recaudación en 294.000 millones de euros en 2024 sin reformas fiscales y sin ofrecer una contrapartida real en servicios públicos. El ciudadano medio trabaja ya dos tercios del año para hacer frente a Hacienda.