Renfe lidera el sector ferroviario europeo hacia el objetivo de “cero emisiones”
El Comité de Medio Ambiente del Parlamento Europeo acaba de incluir el transporte entre los sectores que deben contribuir al cumplimiento de los objetivos de eficiencia energética para 2030 y que amplían el volumen de ahorro esperado desde el 27% actual al 40%, modificando además sus metas de “indicativas” a “vinculantes”.
Esta nueva vuelta de tuerca de las exigencias comunitarias se conseguirá mediante una mayor eficiencia en el consumo de combustible, con una mayor apuesta tecnológica que permita avanzar en la descarbonización de la economía y reducir notablemente la emisión de gases que provocan el denominado efecto invernadero (GEI).
En este contexto, dentro del sector del transporte, el ferrocarril es uno de elementos centrales para una economía baja en carbono y el impacto de los servicios de alta velocidad en España durante los primeros 25 años lo pone de manifiesto. En concreto, los esfuerzos de Renfe en este ámbito han permitido a la sociedad española un ahorro de 4.286 millones de euros, medido en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido que afrontar el transporte por otros medios.
Los esfuerzos de Renfe en este ámbito han permitido a la sociedad española un ahorro de 4.286 millones de euros
Este supuesto además habría conducido a un aumento de las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) por transporte en España de 13 millones de toneladas y a un incremento en el consumo energético de más de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Teps). Es un triple ahorro: de costes, de huella de carbono y de consumo energético, según la metodología de la UIC.
Los esfuerzos y la planificación existente hasta el momento han permitido posicionar a España en la senda del cumplimiento de los objetivos europeos a 2020, aunque la recuperación económica puede ser un arma de doble filo en lo que a lucha contra los efectos del cambio climático se refiere a más largo plazo. Según indica un reciente estudio de PwC, el impulso de la actividad económica en nuestro país “podría suponer también una vuelta a un incremento en los niveles de emisión de GEI”.
Ante este escenario, y en consonancia con la reciente política europea a 2030, es necesario no solo cumplir en su totalidad la planificación actual, sino realizar un mayor esfuerzo en materia de innovación y desarrollo tecnológico, que permita dar con soluciones adicionales en materia de mitigación. Y es precisamente en esta área donde Renfe ha centrado una parte importante de su trabajo en los últimos años, ayudada también por la implantación y del desarrollo de las energías renovables en España.
Hacia un transporte ferroviario con «cero emisiones»
Además de sus ventajas por eficiencia energética, el ferrocarril es el único medio de transporte que consume energías renovables en una proporción relevante. El tren eléctrico no necesita más desarrollos tecnológicos para adoptar una energía eléctrica limpia. Según los últimos datos disponibles, casi el 90% del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix de generación eléctrico (compuesto por un 53% de fuentes energéticas sin emisiones y 33% renovables).
Además, la empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56% desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gramos de dióxido de carbono (CO2) por unidad transportada y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con el gestor de infraestructuras ADIF para profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, tales como la mejora de prácticas de consumo y ahorro de energía o proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil.
Para ilustrar la importancia del sector ferroviario en la consecución de los objetivos de reducción de GEI sirva como ejemplo que, comparada con 1990, la intensidad energética de esta modalidad de transporte (medida a través de la relación entre la energía final consumida por unidad transportada) ha bajado un 33% en todo el mundo. Y más de un tercio de la energía utilizada en los trenes es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial.
Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) y de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC), el transporte es responsable del 23% de los gases de efecto invernadero por consumo de combustible y se espera que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre 2010 y 2050, como consecuencia de la globalización económica y la pujanza de los mercados.
Sin embargo, mientras que el 8% del transporte mundial se hace por ferrocarril, el volumen del GEI que genera es del 3,5%, porque las emisiones de CO2 del ferrocarril son sustancialmente menores que el de otros modos de transporte. Las emisiones de CO2 específicas del ferrocarril se han reducido un 63% en el caso de viajeros y un 48% en el caso de mercancías entre 1975 y 2013.
Eficiencia, inversiones y coste
El tren combina la solución a una demanda de transporte, es más eficiente y reduce sus costes. Los datos así lo confirman. Las carreteras utilizan 37 veces más terreno que las líneas de ferrocarril en todo el mundo para transportar solo 3,5 veces más mercancías y viajeros. La ocupación del terreno para construcción de carreteras se ha incrementado un 62% entre 1990 y 2011, mientras que los usos del suelo destinados al ferrocarril se han mantenido constantes. Las emisiones por cada unidad monetaria gastada en infraestructuras son de 3 a 14 veces menores que en el caso de las carreteras. Esto hace que las inversiones en ferrocarril sean diez veces más efectivas que las carreteras en este aspecto.
A este respecto, los análisis más recientes de la Agencia Internacional de la Energía identifican importantes ahorros en gasto de infraestructuras alcanzables al implementar políticas de supresión y cambio modal para reducir el gasto en carreteras e incrementarlo en ferrocarril y otros modos de transporte más sostenibles. Esas políticas buscan traspasar viajeros y mercancías a modos más sostenibles, aumentando la cuota del ferrocarril respecto al transporte aéreo y por carretera. Por último, cabe mencionar que una mayor internalización de los costes externos producidos por el sector del transporte es un aspecto importante en el camino hacia un sistema económico, social y ambiental más sostenible.
No se puede olvidar que estos cambios en el transporte deben ir acompañados de una reestructuración de las ciudades y centros urbanos, hacia modelos donde se favorezca el transporte público (área en la que destacan los servicios ferroviarios de Cercanías de Renfe) y algunas opciones más tradicionales con bajas o nulas emisiones, como la bicicleta.
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