El lío de Escribano, Indra, los respiradores y el blindado español
Escribano compra un 3% de Indra de la mano del Gobierno para formar un núcleo duro
Sanidad compra respiradores por 36 millones a una empresa sin experiencia de un alto cargo con Bono y ZP
La compra del 3% de Indra por la empresa Escribano Mechanical and Engeneering, anunciada el lunes por la noche, ha causado gran sorpresa en el mundo económico. ¿Quién es Escribano y qué pinta en Indra? ¿Por qué se mete en ese avispero? ¿El Gobierno tiene algo que ver? Esto último está bastante claro: el Gobierno siempre tiene que ver en este tipo de operaciones en una empresa controlada por el Estado (la SEPI).
Escribano, rebautizado como Escribano Mechanical and Engeneering, es una empresa familiar que comenzó como un taller y se especializó en fabricar mecanizados (piezas metálicas). Lo hacía tan bien que llegó a ser porveedor de Airbus y Sener. Posteriormente, creció y entró en el negocio de subsistemas de defensa. Para entendernos, un subsistema es la torreta de un tanque o el sistema electro óptico por el que éste apunta y dispara. Aunque no sin polémica, porque para ello fichó a ingenieros de otras empresas con acusaciones de robo de propiedad intelectual (los diseños de defensa no se pueden patentar para no dar pistas al enemigo).
El caso es que le fue bien vendiendo sus productos, básicamente torretas basadas en tecnología israelí, a países árabes -a los que, evidentemente, Israel no les vende sus sistemas-. Incluso vendieron el 30% del capital al fondo soberano de Omán en 2015, que luego recompraron en 2021.
Panduro, el padrino
Como en este país no se va a ningún lado sin padrinos, Escribano encontró el suyo en Miguel Ángel Panduro, amigo de José Bono (es castellano-manchego como él), que le había colocado en la empresa pública de defensa Isdefe y posteriormente en Hidesat, filial de satélites militares de Hispasat. Hoy, con el Gobierno de Pedro Sánchez, es consejero delegado de la propia Hispasat.
Panduro, a través de Bono, logró el favor de Manuel de la Rocha y del entonces secretario general de Industria, Raül Blanco, y eso se tradujo en que Escribano entró en el mayor proyecto militar español: el desarrollo del vehículo blindado de infantería 8×8 Dragón. Inicialmente, con el Gobierno del PP, se iba a desarrollar mediante una UTE formada por Santa Bárbara (General Dynamics) para la barcaza, Indra para el sistema de combate, SAPA para el grupo motopropulsor y un cuarto indefinido para las torretas.
Cuando llega el PSOE al Gobierno, disuelve la UTE le adjudica el total del proyecto a Santa Bárbara. Surgen serias dificultades, revoca el contrato y se lo adjudica en enero de 2020 a una empresa creada ex profeso para que se lo adjudiquen: TESS, que tiene cuatro accionistas, los mismos tres que componían la UTE original y un cuarto que es Escribano. Éste se había aliado con el gigante italiano Leonardo, que quería entrar en el proyecto. Pero Escribano rompió con ellos después de aprender su know-how, y entró en solitario en TESS.
Entonces llega la pandemia y Escribano pega el pelotazo de su vida: el Ministerio de Sanidad que entonces dirigía Salvador Illa le concede un megacontrato de 36 millones para fabricar respiradores, a pesar de no tener ninguna experiencia. Este contrato, desvelado por OKDIARIO, supone por sí solo un tercio de la facturación anual de la empresa. Es Raül Blanco el que fuerza la adjudicación de los respiradores desde Industria. El propio Sánchez hace una visita a sus instalaciones pregonada a bombo y platillo. A día de hoy, sigue habiendo muchas dudas sobre el funcionamiento y el destino de los citados respiradores.
Indra, ¿devolución de favor?
Volvamos al día de hoy y la historia de Indra. Varias fuentes aseguran que el Gobierno de Sánchez quiere formar un núcleo duro de afines ante la posibilidad de que el fondo Amber, al ya no considera «confiable», salga de Indra. Como es sabido, el Ejecutivo dio entrada a Amber, el fondo de Joseph Oughourlian, en Indra para compensarle por las fuertes pérdidas sufridas en su inversión en Prisa a cambio de mantener la línea editorial de sus medios (El País o la Cadena Ser) favorable a Sánchez. Dentro de esta estrategia, se enmarca el plan de separar el área de tecnología civil (Minsait) y venderla.
Pero ahora, Oughourlian se ha hartado de esperar, ya que la cotización de Prisa sigue sin ser capaz de remontar en Bolsa e Indra no termina de decidir la citada escisión con su lío interno tras el asalto del Gobierno al consejo. Y el Ejecutivo teme que, cualquier día, decida vender su 3,24% de Indra, donde acumula plusvalías (aunque insuficientes para cubrir las pérdidas de Prisa). De ahí, que quiera elevar la presencia de accionistas ‘amigos’ en la compañía estratégica; ya tiene dentro a la citada SAPA con un 5%. Otras fuentes añaden que también se trata de conformar un núcleo capaz de enfrentarse a la SEPI (que tiene el 25,16%) ante la eventualidad de un cambio de Gobierno en diciembre.
Y para ello, ha tirado de Escribano. ¿Devolución de los favores de los respiradores y del 8×8? Según todo el mundo, sí. Según el presidente de la compañía, Ángel Escribano, no. Asegura que esta inversión es una decisión «puramente empresarial, porque queremos ser un actor relevante en la industria de defensa y estamos en crecimiento», y niega que tenga ninguna relación con el Gobierno ni con el asunto de los respiradores.
El blindado no arranca
También afirma que no ha tenido que endeudarse, sino que tienen caja suficiente para acometer esta compra del 3% de Indra, valorada en 68 millones. El resto del mundo, de nuevo, piensa lo contrario: que no tiene ni de lejos ese dinero ya que su facturación anual ronda los 120 millones, y que, por tanto, ha tenido que apalancarse (endeudarse) para ello, con elevado riesgo para la empresa si a la cotización de Indra le da por bajar en Bolsa.
¿Y qué ha pasado con el 8×8? Pues según algunas de las fuentes, es un desastre: va con retraso, no se ha entregado ni uno solo (tenían que estar en diciembre), la torreta no funciona y pesa 450 kilos de más, por lo que el vehículo no aguanta el peso; algo parecido al submarino aquel que se hundía. También hay problemas con el grupo propulsor de SAPA, que decía haber inventado un motor que daba la misma potencia que los tradicionales ocupando mucho menos espacio. De nuevo, Escribano lo niega y sostiene que todo va bien y que ya se van a entregar las primeras unidades.
Más nos vale que tenga razón. Porque dentro de cada uno de esos vehículos irán cinco soldados españoles que se juegan la vida y que se merecen contar con los mejores medios que les pueda proporcionar su país.
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