¡Apocalipsis energético!
“Ningún país que existe hoy en día ha tenido las mismas fronteras y gobierno durante doscientos años. El mundo siempre seguirá cambiando.” Jim Rogers
La globalización tiene aspectos muy criticados por la sociedad moderna, pero lo cierto es que la dependencia comercial de las naciones impide su autosuficiencia económica, haciéndolas más vulnerables, exponiendo su vulnerabilidad más esencial. La dependencia energética creada en Europa tras la segunda guerra mundial, así como las consecuencias de este conflicto, alejaron el bloque Europeo del centro del mundo capitalista, dejando a la vieja Europa ante una desventaja estratégica detrás de bloques económicos o militares como EEUU, la URSS o China.
La guerra de Ucrania nos ha hecho revivir latentemente y en parte el recuerdo de la crisis y la fortaleza con la que las instituciones europeas reaccionan, y en mi opinión es de admirar. Las sanciones económicas son un arma elemental y necesaria para cortar financieramente la capacidad de financiar esta lamentable guerra. Sin duda el pueblo ruso no merece esto, y nosotros como sociedad debemos utilizar armas al margen de la violencia para frenar esta barbarie en contra de la población civil ucraniana.
Sin embargo, las dudas con respecto a embargar el petróleo ruso en una quinta ronda de sanciones tiene sus opositores, especialmente Alemania. Ante todo debemos poner en contexto la importancia que juega Rusia en la dependencia energética de Europa, y es que el 90% del gas europeo se exporta y concretamente el 60% proviene de Rusia como país hostil. Europa también es el comprador del 60% del crudo que exporta Rusia y se estima que los combustibles fósiles le reportan al país 1.000 millones de euros al día, algo que sin duda demuestra lo traumático que sería embargar el petróleo ruso para seguir presionando financieramente al Estado agresor y de esta manera finalizar la actual guerra.
Esta semana Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se han puesto de acuerdo sobre la necesidad de reducir la dependencia energética de Europa mediante el suministro de gas natural e hidrógeno para nuestro continente, concretamente se ha ofrecido a los socios europeos 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas estadounidense. En línea, la UE ha aprobado un plan para reducir las importaciones de gas ruso en dos terceras partes a lo largo de este año, y dentro de dicho plan está la compra de 50.000 millones de metros cúbicos de gas licuado de otros productores como Qatar o Estados Unidos.
El suministro de gas por vía marítima de EEUU a la UE se ha multiplicado en los últimos meses ante la subida de precios y el escaso suministro proporcionado por Rusia antes de la guerra, algo que facilita incorporar al menos en nuestro radar el sector del transporte marítimo, especialmente en compañías que como Teekay o Golar LNG transportan con eficiencia este tipo de gas americano. La afectación a economías fuera del radio directo de la UE es claramente diferente.
Para EEUU la guerra en Ucrania supone claramente un riesgo en potencia. Y claro, lo que suceda en Europa tendrá obvias repercusiones en USA. Sin embargo, aunque a corto plazo una conmoción en la escalada de las materias primas afectaría a todo el globo, no cabe duda de que esta coyuntura tendrá un fin, puesto que o bien las sanciones terminan provocando una revolución interna en Rusia, o bien Rusia se queda sin posibilidad de financiar su invasión. Por lo tanto, aunque el impacto se perciba como negativo en el corto plazo, a medio plazo queda claro que la economía liberal sabrá encontrar soluciones a la dependencia energética, mediante la innovación, como siempre ha sucedido a lo largo de la historia.
Considero que indiscutiblemente el orden geopolítico global va a cambiar a partir de esta guerra, quedando claro que Vladímir Putin ha alterado el orden geopolítico que se instauró tras la Guerra fría. Tal vez a partir de ahora, en vez de temer un colapso nuclear, el cual ha sido artífice de tantos guiones de Hollywood, debamos temer una guerra energética más cerca de ‘Mad Max’ que de ‘Pánico Nuclear’. Dicho lo cual, Europa ya se había tomado en serio la dependencia energética a través de su plan de estímulos, ‘New Generation Fund’. Pero no cabe duda de que esta guerra ampliará con más determinación dicho plan.
Las energías renovables son el objetivo para poder erradicar la dependencia energética de Europa y hacer de este un mundo más sostenible. Tras esta guerra, todos los agentes económicos entendemos que ya no sólo es una cuestión de salvar el planeta a largo plazo, sino que se ha convertido en un fenómeno esencial para poder evitar que esa dependencia sea usada por Estados agresores en contra de nuestro bienestar y en contra de la tan preciada paz.
Así que estoy absolutamente convencida de que nuestra sociedad capitalista sabrá encontrar una vez más mediante la innovación, el camino hacia la sostenibilidad y la paz en nuestro planeta, puesto que al fin y al cabo las guerras que hemos vivido en el mundo tras el final de la guerra fría, han sido prácticamente todas causadas, en cierto modo, por la dependencia hacia combustibles fósiles como el petróleo.
No somos conscientes todavía de adonde nos llevará nuestro orden social tras esta guerra, pero sí tenemos claro que ningún país que existe hoy en día ha tenido las mismas fronteras y gobierno durante doscientos años, por lo que es fácil adivinar no solamente que el mundo seguirá cambiando, sino que de hecho vivimos en una era de auténtica disrupción energética que transformará el mundo venidero y del que como inversores, estamos obligados a participar activamente de ella bajo un orden de importancia como el que supuso la revolución industrial en el siglo XIX.
Los marcos son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo. Como consecuencia de ello, conforman las metas que nos proponemos. En política, nuestros marcos conforman nuestras políticas sociales y las instituciones que creamos para llevar a cabo dichas políticas. Cambiar nuestros marcos es cambiarlo todo y jamás olviden que la acción política significa la percepción de la responsabilidad. Ésta no puede acontecer sin el uso de la fuerza. Y la fuerza hoy se pone al servicio de la responsabilidad. Si tenemos la fuerza, nos queda el derecho.
Gisela Turazzini, Blackbird Bank Owner Founder CEO.
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