Antonio Pulido, de acusado en la Audiencia Nacional y criticado en el Congreso a factótum del ‘todo Sevilla’
«Manda mucho, pero Antonio Pulido es, por encima de todo, un hombre muy inteligente que maneja muy bien los hilos», dice del presidente de la Fundación Cajasol un sevillano de pro que reconoce llevarse bien con el antiguo presidente de Cajasol, la entidad formada por la fusión de las cajas El Monte y Caja San Fernando y, a la sazón, promotora de la fundación desde la que ejerce toda su influencia. Calificado como «buen amigo de sus amigos, con el que es mejor no enfrentarse porque tiene mucho poder y mucha influencia». A Pulido se le señalan dos terrenos a los que es muy aficionado y en los que se desenvuelve como pez en el agua: el político y el mediático. Seguramente haber tenido, como se asegura en la capital andaluza, el carné del PSOE andaluz expedido por la Agrupación Nervión-San Pablo le abrió las puertas clave en sus inicios.
Quizá su experiencia como acusado por el caso de la fusión que dio lugar a Banca Cívica -la integración de Caja Navarra, Caja Canarias, Caja Sol y Caja Burgos- haya influido en estos intereses. Entonces, una denuncia del partido de Rosa Díez, Unión Progreso y Democracia (UPyD), llevó ante la Audiencia Nacional a los presidentes de las cinco entidades acusados de presuntos delitos societarios, falsificación, maquinación para alterar el precio de las cosas y falsedad en la información económico-financiera durante la salida a Bolsa de Banca Cívica.
Como consecuencia de ese proceso judicial, Pulido tuvo que comparecer ante la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera del Congreso de los Diputados en la que fue acusado (por un diputado de Podemos) de estar imputado por la Audiencia Nacional aunque, en realidad, no era así. Al negarlo, el Congreso barajó presentar una demanda contra el financiero andaluz acusado de mentir en sede parlamentaria.
Tras cinco años de proceso, la Audiencia Nacional, apoyada en diversos informes periciales realizados por el Banco de España, decidió archivar la causa y eximir de responsabilidades a Antonio Pulido (Caja Sol), Enrique Goñi (Caja Navarra), José María Leal, José María Achirica (Caja Burgos), además del ex presidente de Navarra, Miguel Sanz, entre otros.
Aunque éste no ha sido su único encuentro con la Justicia. Pulido fue denunciado -junto a 14 ex consejeros de Cajasol y La Caixa- por presunta apropiación y maquinación en la venta de dos parcelas destinadas a hoteles en Marbella (Málaga).
Pasión política
La habilidad de Antonio Pulido para lidiar (y medrar) con el Gobierno andaluz de turno queda demostrada con el hecho de que, 14 años después de asumir la gestión de la Fundación Cajasol, Pulido se mantiene al frente de una institución en la que, por muy privada que sea, las presiones del poder no suelen escasear.
Aficionado al ver y dejarse ver en la plaza de La Maestranza sevillana, Pulido es capaz de construir excelentes relaciones con el presidente andaluz que sea. Y ya ha conocido unos pocos: desde los socialistas Manuel Chaves, Gaspar Zarrías, José Antonio Griñán y Susana Díaz, al popular Juan Manuel Moreno.
Sea por habilidad personal, por posición financiera o porque contar con el carné del partido le abría las puertas necesarias, Antonio Pulido mantenía unas relaciones «especialmente buenas» con Gaspar Zarrías (consejero de Presidencia y vicepresidente con Chaves al que luego sustituyó ‘en funciones’) y, muy especialmente, con Susana Díaz; a la que conoció en su época de secretaria de Organización de las Juventudes Socialistas sevillanas.
Entre puro y puro, el propio presidente de la Fundación Cajasol ha asegurado públicamente haber sido el introductor en la vida social del todo Sevilla de la ex presidenta andaluza. Según se ha sabido, él fue el artífice de un almuerzo -celebrado en su casa- entre una recién nombrada presidenta de la Junta y el arzobispo de Sevilla. Aunque también repite el ex presidente de Cajasol que Díaz le ofreció en varias ocasiones la Consejería de Economía de su Gobierno.
Lejos de sentirse amenazado por el cambio de signo en el Palacio de San Telmo -sede del Gobierno andaluz- Antonio Pulido parece mantener una buena interlocución con el actual presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.
Aunque, también puede que sea pronto para asegurar que esa relación con la institución -antaño privilegiada- durará en el tiempo, ni que el propio Pulido se mantenga en el cargo mucho más. La silla, al menos en los mentideros, se la mueven cada semana pero el hecho de que la Fundación Cajasol sea una institución privada da a su presidente una atalaya privilegiada de seguridad que parece disfrutar… y lucir cada día.
Red de relaciones
Antonio Pulido, dueño de una de las agendas más envidiadas de la ciudad, la cuida como pocos. «Allá por donde va, a Pulido le ponen la alfombra porque lo que tiene te lo deja gratis», aseguran desde Sevilla. Cualquier acto de relevancia que se organice o se quiera organizar en la capital andaluza será ‘alojado’ por la Fundación Cajasol en cualquiera de sus numerosas y emblemáticas sedes. Porque en realidad, no se trata sólo de promocionar la ciudad y la labor de la Fundación. Se trata, sobre todo -según le critican- de demostrar quién tiene verdadera influencia en la ciudad.
Para quien lo dude será fácil recordarle cómo la visita a Sevilla del entonces presidente de EEUU, Barack Obama, tuvo su particular escala en la sede de la Fundación Cajasol. O cómo ha conseguido que la central hispalense de la Fundación, en la plaza de San Francisco, se haya convertido en sede oficiosa de Cesur, la organización que agrupa a las 200 mayores empresas de esa comunidad autónoma.
Y lo mejor (especialmente para sus ambiciones y modo de actuar) es que todo entra en su ámbito de actividades ya que la Fundación tiene como objetivo «la realización de actividades, iniciativas y proyectos enmarcadas dentro de sus cuatro grandes áreas de actuación: acción social, acción cultural, emprendimiento y formación, cubriendo las necesidades de todos los perfiles del público y de la sociedad en general, y en función de las demandas solicitadas por el entorno más cercano», según su propia presentación institucional.
La constante construcción de su red de relaciones va más allá de ‘buscar la foto’ con personalidades de alcance mundial o nacional como el actor Antonio Banderas, con el que la Fundación suscribió en 2013 un acuerdo de colaboración. Los contactos dentro de la propia Andalucía siempre han sido claves para este banquero venido a presidente de una fundación blindada y vedada a los políticos.
Pulido ha sabido codearse y cultivar como nadie las relaciones con quien es alguien en la comunidad; como ocurría años atrás con el entonces todopoderoso presidente de Unicaja, Braulio Medel.
Una relación que, si entonces cuidaba, cambió a distanciarse una vez caído en desgracia el presidente del banco malagueño. La jugada no es nueva e, incluso, pude ser considerada parte del estilo Pulido ya que, tal como subrayan desde la ciudad, la repitió primero con Gaspar Zarrías y con Susana Díaz después.
Otra de las grandes audiencias que Antonio Pulido cultiva y sabe cultivar es la de los medios de comunicación. A decir de quienes le conocen, el presidente de la Fundación Cajasol maneja su relación con periodistas, medios y editoras con puño de hierro en guante de seda. Entre las escasas críticas que han trascendido señalan su «pasión» por blindarse con los medios sevillanos a los que, aseguran, destina cada año «miles de euros» del presupuesto de la institución ya sea directamente o a través de fundaciones vinculadas a sus editores.
Sea con los medios que sea, parece que el estilo de gestión de su presidente no goza del consenso de épocas anteriores y se empiezan a cuestionar sus métodos y sus formas de gestionar la consolidada Fundación Cajasol. Unas críticas que, hasta ahora, por ser amigo o por temer sus consecuencias, se han mantenido en la más estricta discreción.
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