Cada día hay menos dudas. Al Real Madrid no le van a dejar ganar esta Liga. Ni Tebas, ni Louzán, ni Medina Cantalejo, ni Clos Gómez ni todos sus esbirros arbitrales. En Pamplona el ejecutor fue el ínclito Munuera Montero, alias «todo OK, José Luis», el que perpetró un escandaloso arbitraje que perjudicó claramente a los blancos. Dejó sin sanción cuatro posibles penaltis en el área de Osasuna –uno de ellos clamoroso a Vinicius– y sí señaló uno de Camavinga en el segundo tiempo tras ser advertido por el VAR. Por si fuera poco, expulsó a Bellingham en el 39. Mbappé adelantó a los blancos en la primera mitad y Budimir logró el empate en el segundo tiempo cuando los blancos ya estaban con un jugador menos.
Tras la batalla del Etihad al Real Madrid le esperaba un encierro en Pamplona. Osasuna no es poca cosa, Carletto lo sabía y por eso apenas rotó. Tres cambios cosméticos en el once y santas pascuas. Bien hecho. Prudente y precavido. Entraban Fran García por Mendy, Modric por Ceballos y Brahim por Rodrygo. Se mantenían todos los demás, incluido el hombre orquesta Fede Valverde en el lateral derecho y la extraña pareja Tchouaméni-Asencio en el centro de la zaga. Y la BMV arriba, claro. Porque para que Ancelotti rote a Bellingham, Vinicius o Mbappé se tienen que alinear los astros.
Enfrente un Osasuna siempre peligroso en su estadio para el que ganar al Real Madrid tiene un sabor especial. Es fácil recurrir al tópico del partido trampa para explicar la visita del equipo blanco al Reino de Navarra (El Sadar de toda la vida) entre los duelos de Champions frente al Manchester City. El ambiente antes de que echara a rodar la pelota en Pamplona era impresionante.
Apenas dos minutos tardó en llegar la primera polémica en el área de Osasuna, claro. Y salió cruz para el Real Madrid. Fue una mano de Catena al echarse al resbalillo que ni el colegiado ni el VAR observaron como penalti. Yo no lo habría pitado, sí; pero era más claro que el de Tchouaméni de la semana pasada. Vinicius protestó y perdió el hilo tanto que 20 segundos después falló un gol cantado al perpetrar un cabezazo en el segundo palo tras una asistencia soberbia de Mbappé.
«Todo OK, José Luis»
Dominaba el Real Madrid con sus dos delanteros campando a sus anchas en la defensa pamplonica. Cercada la portería de Herrera, los blancos manejaban la pelota de lado a lado en busca de un hueco. A Vinicius no le pasaba ni una Munuera. El brasileño se desesperaba. Moncayola le derribó dentro del área y otra vez el árbitro y el VAR se hicieron los orejas. Era un penalti como un camión de bomberos.
Luego la tuvo Mbappé en un mano a mano con Sergio Herrera que, aunque estaba vencido, logró sacar un pie salvador. Asediaba a Osasuna el Madrid pero entre Munuera y la falta de puntería, el duelo seguía 0-0. En el 14 hubo un tercer posible penalti a Vinicius que, por supuesto, Munuera no pitó. Todo O.K., José Luis. Pero llegó después una maravillosa galopada de Fede Valverde por la banda derecha tras apoyarse en una gran pared con Bellingham. El uruguayo puso el centro raso y firme al primer palo y allí apareció Mbappé para ganarle la partida a su par y lograr un gol tan bello como difícil.
El tanto hacía lo que no había hecho Munuera: justicia. Hubo un cuarto posible penalti que el colegiado y el VAR tampoco miraron por una mano dentro del área de Osasuna. A Ancelotti, que se le acabó la paciencia, Munuera le mostró la amarilla por protestar después de darle una charla como si fuera un guardia civil antes de ponerle una multa.
Antes de la media hora Courtois metió una mano soberbia a un tiro venenoso de Budimir que podría haber sido el 1-1. Respondió Mbappé con una acción individual en la que se plantó solo en el área pero, en lugar de marcar, eligió cedérsela a Vinicius que, algo exigido, no conectó bien con la pelota y le salió un tiro al medio que atrapó Herrera.
Desastroso Munuera
En el minuto 39 Munuera Montera expulsó por roja directa a Bellingham que le dijo algo que sólo ellos dos saben. Si le insultó, bien expulsado está. Si no, otra más de un colegiado que estaba perpetrado un arbitraje espantoso con el Real Madrid como único perjudicado. Menos mal para los blancos que se acabó un primer tiempo en el que al equipo de Ancelotti le estaba haciendo Munuera Montero un mangazo histórico.
Regresamos del descanso con el Real Madrid en modo dominador. Es como si el que tuviera diez jugadores fuera Osasuna. Poco a poco, los navarros fueron inclinando el duelo hacia el área de Courtois. También rascaban de lo lindo los locales ante la permisividad, casi complicidad, del infame Munuera.
En el 54 emergió la figura de Courtois para meter una mano salvadora a Moncayola. En el rechace Camavinga, en su intento de despejar, pisó el pie a Budimir. No lo vio Munuera Montero pero esta vez sí que le llamó el VAR. Faltaría más. Revisó la acción, que era punible, y no dudó: penalti. La pena máxima la ejecutó Budimir para lograr el 1-1. A Ancelotti se le levantaban todas las cejas de su cuerpo.
En el 68 Ancelotti metió a Rodrygo por Brahim para intentar agitar algo un partido que ya estaba en manos de Osasuna. Vinicius trataba de hacer la guerra por su cuenta y desmayarse en el área. Munuera no le hacía ni caso. Ni tampoco a Mbappé en otra caída esa ya no tan forzada. Lo siguieron intentando los de Ancelotti más por acciones individuales que por juego colectivo, pero su actitud era irreprochable.
Vinicius se echó al Real Madrid a la espalda y no paró de desbordar una y otra y otra vez. En el 81 se la puso a Modric en el segundo palo para que el croata la mandara a las nubes. A los blancos se les agotaba el tiempo y las fuerzas para lograr una victoria que Munuera Montero había convertido en un imposible. Lo intentó el campeón hasta el final, y pudo lograr la victoria en una ocasión en la que Herrera metió una mano salvadora a Mbappé, pero no le dio para ganar un partido en el que jugó contra Osasuna y contra el colegiado. Aunque eso, lamentablemente, ya ha dejado de ser noticia en esta Liga de Tebas que cada día apesta más.