Los partidos de Euroliga se han convertido para el Real Madrid en una moneda al aire. El conjunto blanco, falto de calidad para competir con los mejores en algunos puestos claves, volvieron a ver cómo le salía cruz ante un grande como Anadolu Efes (83-108), que acabó pasando por encima de los blancos y demostrando que los límites de los blancos les dejan, por los pelos, luchar por entrar en cuartos de final. El Madrid vuelve a complicarse la clasificación y se agarra a sus brotes verdes, con Garuba a la cabeza, para seguir compitiendo y luchando con rivales de su fila en pos de un puesto entre los ocho primeros. Uno de ellos, Olympiacos, visitará el Palacio el jueves, con el deseo de un mejor resultado que devuelva la moneda al lado deseado.
El Real Madrid se enfrentaba a un nuevo match ball en su lucha por entrar en octavos. La doble ración de partidazos en el Wizink Center abría boca con un encuentro ante Anadolu Efes, ni más ni menos que el gran favorito para conquistar la pasada edición, cancelada por la pandemia, y en el vagón principal de candidatos de la presente. Los blancos, como ya deslizó Pablo Laso en la rueda de prensa previa, tenían como único objetivo la victoria, y saber si su nivel realmente había subido hasta el de un gigante, cosa que no sucedió ante Barcelona y CSKA en compromisos anteriores.
Anadolu Efes no es, como puede suceder con otros favoritos anteriormente mencionados, el ejemplo de constelación de estrellas unidas en un proyecto ganador, pero sí cuenta, con casi total probabilidad, con dos de los cinco jugadores más determinantes a este lado del charco. Shane Larkin y Vasilje Micic eran la gran amenaza a cubrir en el Palacio y desde ellos debía fluir –o no–, todo el juego de los turcos.
Sin embargo, fue un secundario como Krunoslav Simon el que absorbió el volumen de protagonismo desde el primer minuto. El veterano croata, jugador típico zurdo, con calidad para dirigir y anotar pero sin demasiado ritmo aparente, incidió en el partido con precisión quirúrgica, hasta marcharse con 13 puntos y una carta perfecta de tiro que sacudió a los madridistas, donde la réplica llevaba por bandera la juventud y el desparpajo de sus dos benjamines.
Usman Garuba, confirmando grandes sensaciones en las últimas semanas, y un Carlos Alocén que apesta a jugador grande a medio plazo sostenían a un equipo al que Laso ha metido bien dentro la necesidad de remar todos juntos para sobrevivir a las inclemencias de una temporada de débil planificación y mala suerte constante. Así las cosas, la partida quedaba en tablas, a la espera del despertar de los grandes nombres del partido.
Micic despierta al subcampeón
Efes tomaba ligeramente la iniciativa, merced a la capacidad de desequilibrio de sus estrellas, y de aprovechamiento de sus secundarios. Los bloqueos hacían grandes a Moerman y Sanli, liberados para conectar sus tiros, mientras el acierto desde el triple permitía sobrevivir y algo más a un Madrid constante, con muchas piezas activadas y que se marchaba al descanso uno arriba.
El resultado era trampa, con Efes por debajo pero aún sin sus estrellas al máximo nivel. Una de ellas, al menos, se iba a activar, y el encargado de hacer cumplir la máxima fue un Micic que implosionó para liderar un gran parcial en la reanudación. El Madrid se perdió y pasó de ganar por uno a ceder por 12, cortesía del base balcánico, ya con 13 puntos en su casillero particular. La situación pasaba a ser de urgencia máxima para el cuadro local.
Las sensaciones de Garuba fueron positivas en la primera mitad, pero en la segunda, la pantera de Azuqueca jugó con casi total probabilidad sus mejores minutos como jugador del Real Madrid. El jovencísimo interior es ya un gran jugador de baloncesto, con capacidad para competir al máximo nivel, a lo que suma una ética de trabajo digna de mención, que le permitirá mejorar notablemente en el futuro. En su currículum podrá incluir orgulloso su tercer cuarto, en el que dejó un gran movimiento al poste, un tapón y un robo a Micic, un triple y una asistencia al contraataque a Rudy. Por mucho que el Madrid se empeñe, que lo hace y lo hará, su futuro parece carne de NBA.
El Madrid se inmola pese a Garuba
El impulso de Garuba dejó al Madrid a cinco y dispuesto a soñar, pero un final que combinó desgracia, e indignación acabó con el conato de remontada madridista. Una falta de Rudy derivó en una técnica para el jugador balear y otra para Pablo Laso, que acabó expulsado y marchándose a vestuarios completamente fuera de sí. «Todo el año así», espetaba el técnico madridista. Mientras, el último cuarto venía a visitar al Real con doce abajo.
El último cuarto aunaba esperanza y miedo a partes iguales. El equipo ya no tenía nada que perder, pero la derrota estaba demasiado próxima y el Madrid es demasiado grande como para no preocuparse por un nuevo tropiezo en casa ante un candidato al título. Ya sin Laso en el banquillo, el efecto Garuba se diluyó a la vez que Larkin, el elemento que faltaba en Efes, también llegaba al partido con su velocidad y tiro activados para la causa.
Todo ello, sumado a la inoperancia, un día más, de Nico Laprovittola en la dirección de un partido grande, llevó el partido a un intercambio de golpes en el que el Madrid, y era lo que le faltaba, se pegó un tiro en el pie. Un mate de Dunston llevaba la máxima del partido a 20 puntos, favorables a Efes, reduciendo el análisis a unos minutos de la basura en el que los blancos, entre coraje y desesperación, sufrieron un correctivo demasiado duro por parte del vigente subcampeón.