Las casualidades no existen

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Neymar lanza un penalti esta temporada. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Casualidad es que te toque la lotería una vez en la vida, si te toca nueve veces en diez años entonces eres Carlos Fabra y lo que estás haciendo es blanquear dinero. Al Barcelona le ocurre con los penaltis lo que al ex presidente de la Diputación de Castellón con los décimos: que siempre le tocan.

Es evidente que los equipos que más llegan al área –Barcelona, Real Madrid, Atlético, Villarreal… los que están arriba– tienen más posibilidades de que les piten penaltis, pero que el equipo azulgrana lleve 13 penas máximas, los mismos que sus tres perseguidores juntos, es ciertamente sospechoso.

No es cuestión de ponerle ni un pero ni restarle méritos al equipo de Luis Enrique, que está muy por encima del resto. El Barcelona ganó la pasada Liga por méritos propios y deméritos del Real Madrid de Ancelotti, que tenía cuatro puntos de ventaja a falta de diez jornadas. Esta temporada el Barça transita por el mismo camino. No falla y sus rivales sí. Eso es incuestionable. Pero también lo es el hecho de que los azulgrana siempre encuentran una mano amiga en los colegiados, dispuestos a darles un empujoncito cuando el partido se pone cuesta arriba.

Nadie duda de que el Barcelona tiene su mejor generación de futbolistas de la historia, pero también la mejor generación de árbitros. En España y en Europa. Y eso siempre suma. Que si un penalti por aquí, una roja directa por allá al rival de turno, un fuera de juego «por milímetros» que diría Guardiola, una faltita al borde del área…

Las casualidades del Barcelona con los árbitros no vienen de esta temporada. Si hacen ustedes memoria, recordarán nombres ilustres como Stark, De Bleckeere y el inolvidable Tom Henning Obrevo, cuya actuación en Stamford Bridge está considerada como el mayor robo de la historia del fútbol. En la Liga española, la lista de árbitros que han favorecido al club azulgrana –siempre sin querer y de buena fe, faltaría más– daría para escribir un libro gordo como Los pilares de la Tierra.

La realidad es que el Barcelona, este Barcelona, no necesita ayudas para ser campeón de Liga, de Copa, de Champions…  y de lo que se proponga. Cuando uno tiene a Messi no necesita a Vicandi Garrido. Y si tienes a Neymar para qué quieres a Clos Gómez. Pero el Barça tiene siempre ese extra de combustible arbitral cuando alguna vez se queda sin gasolina o el rival, que también juega, le pone las cosas difíciles.

El club azulgrana ha escrito y sigue escribiendo una de las páginas más brillantes de la historia del fútbol. Primero con Guardiola y ahora con Luis Enrique, el Barcelona ha sido el gran dominador del fútbol mundial, pero en su historia no todos son renglones de un guión de Walt Disney, también hay líneas de intrigas policiacas, pasajes de novela negra, capítulos que es mejor no recordar y algún que otro cadáver en el armario. Tanta ayuda arbitral no contribuye a engrandecer la historia de un Barça de leyenda, sino a ensuciarla.

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