El Bayern gana la Champions perfecta
Un solitario gol de Coman dio su sexta Champions al Bayern en una final que fue menos de lo esperado. El PSG fue mejor en la primera mitad, pero Neymar y Mbappé estuvieron fallones. Tras el descanso, el equipo bávaro impuso su mayor poderío físico. Aunque no fue el rodillo del día del Barca, el Bayern cierra la Champions perfecta con once victorias en once partidos.
PSG y Bayern salían con todo. Como para no. Una final de la Champions, aunque sea en silencio, no se juega todos los días. Bueno, si eres el PSG no se juega nunca. Neymar y Mbappé lideraban el megaproyecto parisino, que recuperaba a Keylor Navas, el de las tres Champions, bajo los palos. En el Bayern, lo más parecido a una máquina de hacer fútbol, regresaba Coman y se mantenían todos los demás, de Neuer a Lewandowski. Se presumía partidazo.
«Corrida de expectación, corrida de decepción», dice el viejo refrán taurino. Y así fue en el primer cuarto de hora de la final, que fue más falso y aburrido que la tesis de Pedro Sánchez. A la presión inicial del Bayern, marca de la casa, respondió el PSG buscando a Mbappé. Un par de incursiones del magnífico delantero parisino metieron el miedo en el cuerpo a los bávaros, si es que un bávaro puede tener miedo.
En el 17 compareció (más vale tarde) Neymar en la final. Aprovechó una asistencia de Mbappé para lucir zancada y plantarse solo ante Neuer. Le dibujó un túnel, que acabó cortado por una ágil mano del legendario portero alemán. El viejo Neuer salvaba al Bayern con una de esas paradas que valen una Champions.
Respondió el Bayern con una maniobra de Lewandowski, otro delanterazo. El polaco se giró en el área grande y se inventó una media volea mordida que, tras botar delante de un lentísimo Keylor, se estrelló contra el poste derecho del PSG. La fortuna cortejaba al jeque ahora.
Conectan Neymar y Mbappé
En la jugada de vuelta de nuevo conectaron Neymar y Mbappé a una velocidad imposible para cualquier otro jugador del mundo. Se plantaron en el área del Bayern en un pispás pero la pelota acabó para que Di María culminara con la derecha, pierna que tiene para no caerse al suelo. El argentino se protegió la de palo, quiso conducir con la izquierda y perdió la ventaja. Cuando quiso finalizar ya dentro del área, la echó arriba. Se animaba la final.
Pero luego se frenó. El PSG supo contener el ímpetu del Bayern, que bajó un cambio en su presión, aunque volvió a asomarse a la meta de Keylor con otro tiro centrado de Lewandowski. Los alemanes empezaban a bombear algún que otro balón al área como si empezaran a descubrir la debilidad del portero costarricense.
En el 44 Ander Herrera le regaló un gol cantado a Mbappé. El delantero del PSG no estuvo fino en el remate, flojo y centradito, fácil para Neuer. Con el falló de Mbappé llegó el descanso. El primer tiempo dejó varias conclusiones. La primera, que el Bayern no había sido el martillo pilón que se esperaba. La segunda, que el PSG había hecho los deberes y sabía cómo incomodar a los alemanes. Y la tercera, que la final podía estar en la botas de Mbappé.
Otra vez aprieta el Bayern
En la reanudación ambos técnicos ponían a calentar a varios miembros de su impresionante arsenal mientras la final empezaba a languidecer presa del miedo. Tuchel se encabezonaba en seguir con Neymar de falso nueve y Mbappé escorado a la izquierda en una decisión táctica que condenaba al brasileño, su jugador más determinante, a jugar fuera de sitio.
El PSG decidió entonces replegarse y buscar descaradamente las contras. Dominaba el Bayern y pegaba cuando tocaba. Gnabry y Sule vieron sendas amarillas por tarascadas a Neymar y Di María. Y justo en la hora de partido el PSG pagó caro haberse echado atrás. Nadie apretó a Kimmich, que tuvo tiempo para pensar y elegir dónde quería poner la pelota. La puso en la cabeza de Coman, emboscado en el segundo palo. Keylor, como siempre, se quedó bajo los palos, pero su estirada a destiempo no sirvió para despejar el cabezazo picado del jugador del Bayern, que se ponía por delante en la final.
Los bávaros olieron la sangre y tuvieron cinco minutos de arreón al más puro estilo Bayern. Kimpembe primero y Thiago Silva después evitaron un 2-0 que habría finiquitado la final. Coman parecía el caballo de Atila campando a sus anchas por la zaga del PSG, que seguía sin noticias de Neymar ni Mbappé.
Salvador Neuer
El técnico del Bayern sufrió entonces un insoportable ataque de entrenador y retiró del campo a Coman para meter a Perisic. También a Gnabry para sacar a Coutinho. Ipso facto la tuvo el PSG en las botas de Marquinhos. Otra vez apareció Neuer para hacerse grande y sacar un pie milagroso y salvador para su equipo.
Fue uno de los últimos coletazos del PSG más allá de la que tuvo Choupo-Moting en el descuento. Al final el sueño del jeque acabó diluido en un partido de pesadilla, desdibujado como sus dos grandes estrellas, Neymar y Mbappé, que fracasaron en otro intento, el tercero ya, de asaltar la Champions. Quizá ha llegado el momento de que sus caminos se separen. Messi está en el mercado y a Mbappé siempre le quedará el Madrid. Lo digo por dar ideas.
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