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SUPER BOWL 2016: RONDA DIVISIONAL

Denver Broncos vs Pittsburgh Steelers: Sangre, sudor y Manning (23-16)

Relinchaba el potro naranja en el Mile High de Denver que se teñía al completo del color butano para la ocasión. La cámara se centró por espacio de segundos en un semblante castigado por la edad y años dedicados a honrar el óvalo: Peyton Manning. El pistolero de pólvora mojada en 2015 fruto de una fascitis plantar y un brazo que ya no es precisamente de acero. Pero ahí estaba, otra vez, enfrentándose a la historia y a su maldición de postemporada. Osweiller, con su gorro invernal, le miraba por detrás como el que mira a un padre. Pasado y futuro en una sola imagen. En unas horas el testigo podría pasar de la leyenda a la promesa.

En frente otro viejo rockero con el hombro tocado: Ben Roethlisberger. Dos quarterbacks de la vieja escuela que, incluso al borde de la extinción, valen más que la mitad de pasadores de la liga. Y Big Ben salió afinado como un violín de la orquesta de Viena. La secundaria de los Broncos quedó en evidencia con dos latigazos que bien valieron un touchdown para Pittsburgh. Antes, Denver había anotado dos field goals para dejar a los Steelers por delante por 6-7. Otro despiste de la defensa local acabó en 3 puntos más para los de Mike Tomlin: 6-10.

Los Broncos no cogen una

Big Ben enchufado y Manning, helado. Como su cuerpo de receptores. El ataque estaba menos engrasado que la comida de Victoria Beckham y cada primer down era un trabajo de ingeniería. A la defensa le quedaba grande la medalla de mejor de la NFL. Por momentos, el naranja se tornaba azul oscuro casi negro. Parecía que alguien hubiera puesto mantequilla en los guantes de los hombres de Gary Kubiak: no cogían una. La imagen era desoladora con Sanders, Fowler o Anderson dejando caer balones sencillos hasta para un etílico. 

En los últimos minutos, la pistola de Manning empezó a encontrar dianas que dejaban de caerse. Eso y las piernas de Anderson les dejaban cerca de la red zone. Pero nada, los Broncos no lograban entrar en territorio vedado. La defensa de los Steelers electrificaba su zona de anotación y nadie pasaba por allí con balón. McManus se anotaba un hat-trick con el viento poniéndoselo complicado. Al descanso con 9-10 a favor de Steelers. La fiesta sólo estaba empezando.

Denver Broncos vs Pittsburgh Steelers en la ronda divisional (Getty)

Martavis Bryant destrozando a Denver

Como Di Caprio en Shutter Island, Denver ya no sabía quien era. Su imagen era la de un desequilibrado mental que no se acuerda de sus virtudes. El ataque continúo más perdido que Paris Hilton en Vallecas. Ni Manning, ni el backfield Hillman-Anderson, ni los Sanders, Thomas, Norwood o Fowler encontraban las cosquillas a la defensa de los Steelers.

Mientras tanto, Martavis Bryant y Roethlisberger se divertían haciendo parecer normal a la zaga de los Broncos. Otro big play del receptor dejaba a los de Pittsburgh a yardas de la gloria. No lo permitió la defensa local que minimizó los daños con un field goal. Si Denver quería ver el vaso medio lleno, la realidad es que eran tan sólo 4 puntos de distancia, lejos de ponerse a pensar en la cuestionable imagen del equipo.

Pero Peyton no conectaba con ninguno de sus compañeros dejándole la tostada de la anotación a McManus que nunca la quemaba. Cuatro de cuatro y ahora sólo había un punto de diferencia entre ambos, 13-12. El viento seguía soplando con fuerza helando a un estadio que, por momentos, perdía la fe en su equipo.

Manning, no te retires nunca

Se le puso esa cara de pistolero del oeste a lo Clint Eastwood en La muerte tenía un precio y el Sheriff volvió a tener en su cabeza 25 años. Primero avisó en una jugada donde se fue al suelo para evitar el sack, no le tocaron, se levantó y se la puso a Sanders en la 50. Esa jugada murió allí, sin ni siquiera un field goal, pero avisó de que Peyton quiere seguir jugando a esto aunque sea un partido más.

Y Denver provocó un fumble cuando Steelers se acercaba a su red zone que recuperó Ware. Y Peyton encontró a Fowler en 3&12. Y se plantaron en campo de Steelers. Y Peyton provocando que Harrison entrará en la zona neutral. Denver siendo Denver por primera vez en el partido. Moviendo el balón como el Brasil de los 70 alcanzaron la red zone.

La pareja Hillman – Anderson hizo las veces de Batman y Robin para fraguar el touchdown de los Broncos que les ponía por delante 18 a 13. Una conversión de dos puntos obligaba a los Steelers a sudar por un touchdown. Peyton Manning para Demaryius Thomas: 20-13. Tres minutos restaban para un final de marcapasos y bomba de oxigeno.

La naranja mecánica defensiva también quería un par de flashes. Jugadas de fantasía en cobertura, en el rush y un sack a Big Ben recuperaron su versión más despiadada. Turnover on downs y McManus pateando su quinto field goal. No era el final todavía. A falta de 20 segundos, los Steelers, tirando de raza, anotaron un field goal que de recuperar el onside kick les daba para pensar en milagros. Por desgracia para ellos, la épica ya marchaba con pantuflas y gorrito camino a dormir.

Ahora, la vida nos regala un, quizá, tal vez, último Brady vs Manning en una final de la AFC más apasionante que el beso final de Humphrey BogartIngrid Bergman en Casablanca. Pase lo que pase siempre nos quedará Mile High. Siempre nos quedaran Peyton y Tom. Porque la muerte de los Steelers tuvo un precio que Peyton Manning pudo pagar. Veremos si Belichick permite al Sheriff una última bala para lograr su ansiado segundo anillo. De momento, tiene 60 minutos más de vida para seguir disfrutando y haciendo disfrutar. Este muerto, de momento, está muy vivo.