Satanás: ¿Qué o quién es?
Toda acción tiene una reacción, o eso dicen, ¿verdad? Así pues, para mantener el equilibrio, para que exista el bien, debería existir también el mal, ¿no es cierto? Ahí es donde entra en juego Satanás, el gran enemigo de la humanidad que cree en el dios cristiano.
Desde tiempos inmemoriales, los humanos han ‘culpado’ a seres mitológicos y omnipresentes de todos los males que acaecían en la Tierra. La falta de conocimiento hacía que pensasen que alguien jugaba con sus vidas. Así sucedía con los griegos y romanos, donde los dioses se entrometían constantemente en sus asuntos, según observamos en sus escritos.
Sin embargo, en ninguna religión del mundo que no haya sido influenciada por el cristianismo, ni siquiera en los antiguos libros hebreos, aparece la encarnación del mal como sucede con la aparición de Satanás, el verdadero enemigo de la humanidad creyente.
Las bases de un ser tremendamente maligno se asientan en el Evangelio de Juan, tanto en el Apocalipsis como en sus cartas. Este evangelista fue quien habló de un Satanás autor de todos los males, pero que es vencido por el Hijo de Dios, Jesucristo.
Es más, entre sus sentencias se pueden leer ‘disparates’ como el afirmar que los judíos son los hijos del diablo. O así al menos afirma el evangelista que les dijo Jesús, quien les acusaría de tener al diablo como padre.
Sin duda, la eterna lucha entre el bien y el mal fue la que dio lugar al dualismo entre un Dios benigno y un Satanás maligno. Sus orígenes cristianos se ubican aproximadamente durante el siglo I a.C.
El nacimiento de Satanás
En el Irán del año 500 a.C. aparece una visión del mundo llena de arcángeles, ángeles y demonios. No olvidemos que las grandes religiones monoteístas del mundo beben de las mismas fuentes. Sin embargo, esta visión del diablo cuajó especialmente en el cristianismo.
En el Irán de hace 2500, Zoroastro o Zaratustra parece ser el personaje que abrazó el monoteísmo y dejó atrás el politeísmo de la zona. Sin embargo, con el fin de no abandonar a los dioses, los convierte en ángeles, emanaciones de un dios único que aparece en el recién creado Ahura Mazda.
Pero, para que haya un bueno, toda historia necesita un malo. En este caso, el bueno será Spenta Manyu, y el malo recibe el nombre de Angra Manyu. De hecho, este segundo se transforma en una especie de antidiós, el enemigo más visceral de Ahura Mazda. De ahí beben las fuentes del nacimiento de Satanás, que cobraría gran relevancia cuatro siglos después en las actuales tierras de Israel.
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