¿Quién inventó el secador de pelo?
El secador de pelo es un elemento muy común en la vida de todos nosotros. En los últimos años se han dado importantes avances en lo que respecta a su tecnología, como la tecnología iónica, que descompone las moléculas de agua que hay en el pelo húmedo para evitar el encrespamiento.
La historia del secador de pelo
El secador nació en el siglo XIX en un salón de belleza de París de la mano de Alexander Godefroy. Ahora bien, no era un secador tal y como lo conocemos en la actualidad, sino un succionador de calor. Y fue fruto de la casualidad. Colocó a una señora con el pelo mojado bajo la campana de la estufa de gas para ver qué pasaba. Como era de esperar, succionó la humedad y secó el pelo de la señora.
Sin embargo, hay quienes no consideran al peluquero francés el inventor del secador por una razón muy sencilla. El método que utilizó en su salón de belleza era justo lo contrario al secador que conocemos en la actualidad: lo que hacía la campana de la estufa de gas era absorber el aire, mientras que el secador expulsa aire caliente.
Con el paso de los años se hicieron diferentes pruebas, y a finales del siglo XIX se llegó a la conclusión de que un secador sería mucho más eficiente si llevaba: un motor para absorber el aire, un tubo que transportara el aire desde la zona de absorción hasta la de expulsión y un elemento que calentara el aire absorbido.
A lo largo del siglo XX se hicieron importantes avances en la tecnología del secador de pelo, y su uso se extendió en salones de belleza de todo el mundo. Se llenaron de aparatos muy ruidosos, compuestos por brazos metálicos que expulsaban aire caliente directamente al pelo de las clientas.
Se inventaron muebles secadores que contaban con revisteros, reposapiés, reposabrazos… Todo tipo de comodidades. Antes de la I Guerra Mundial aparecieron en el mercado los primeros secadores de mano, aunque eran aparatos muy poco útiles. Estaban fabricados en metal, así que pesaban mucho y hacían un ruido ensordecedor.
Fue en los años 50 cuando apareció el secador con campana, mucho más potente y fiable que el primer secador de mano. Finalmente, en los años 70, se desarrollaron guías para que los fabricantes mejoraran las condiciones de seguridad de sus productos.
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