Qué es la petofilia
Tener decenas de gatos o tratar al perro como un niño puede ser un problema psicológico
La petofilia es el apego excesivo a los animales y, aunque en su medida es una virtud, puede llegar a convertirse en patológico.
En algunos casos, las personas gastan fortunas en ropa, comida especial o en otros caprichos para los animales, como llevarlos a un restaurante especial, sentarlos en la mesa y querer que se comporten como personas.
La petofilia
Las personas con petofilia se diferencian de otros dueños de mascotas en que solo sienten satisfacción cuando están con ellas, llegando a aislarse de su propio entorno.
Cuando tienes una mascota, es normal que desees cuidar de ella para que esté lo mejor posible. Esto es además deseable en los dueños, ya que un animal es un ser vivo que debe vivir lo mejor posible.
Muchas son las personas que adoptan un perro o un gato y no tienen ningún inconveniente en quedarse en casa para cuidarlos si se enferman, incluso si esto supone cambiar alguna costumbre personal.
Le compran comida de buena calidad, cuidan su pelo y lo miman con juguetes, incluso pueden llegar a comprarle ropa.
El problema surge cuando estas personas comienzan a hacer que toda su vida gire en torno a sus mascotas. Pasan a ser la prioridad más grande de sus vidas, en ocasiones, hasta en contra de sus propios intereses y deseos.
Existen muchos trastornos en el amor por los animales. Uno de los más conocidos es el síndrome de Noé. Quien lo sufre, cree que está salvando animales que tienen problemas, pero quizás los tenga en su hogar en malas condiciones, poniendo en riesgo la salud propia y también la de las propias mascotas.
En la petofilia, no siempre se trata de un exceso de mascotas, sino que, sí existe un exceso en las atenciones a esa mascota. Para estas personas, la vida gira en torno a su perro, su gato u otro animal, más incluso que la familia humana.
Gastan cantidades elevadas de dinero para comprarle ropa o juguetes al animal, incluso a veces, en detrimento de la economía personal. Y se renuncia a la vida social para poder estar siempre con la mascota.
El humano, en ocasiones, se siente con la obligación de atender a su mascota, pero es una obligación ficticia, ya que su mascota no necesita tenerle todo el tiempo a su lado.
La petofilia genera una atención excesiva que quizás tampoco sea buena para el animal, pues le obliga a depender del humano constantemente.
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