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¿Por qué se llama libro de bolsillo si no cabe en los bolsillos?

¿Por qué se llama libro de bolsillo si no cabe en los bolsillos?
¿Por qué se llama libro de bolsillo si no cabe en los bolsillos?

Seguro que conoces o has leído un libro de bolsillo, y habrás notado que son más pequeños que los demás. Ahora bien, es cierto también que, realmente, estas obras escritas no caben en nuestros bolsillos. Entonces, ¿por qué reciben este nombre?

Debemos remontarnos al nacimiento del libro de bolsillo moderno, o actual, que aparece por primera vez ya masificado hace menos de un siglo, en la década de los años 30 del siglo XX, en el sudoeste de Inglaterra.

Precisamente allí, la editora Allen Lane fue a visitar a Agatha Christie en su casa de verano en Greenway cuando descubrió que ninguna de las publicaciones que vendían en la estación de trenes era cómoda. Eran dos o tres personas juntas intentando leer tabloides a la misma vez, pues se tocaban y no tenían espacio.

Lane, que por aquel entonces dirigía la editorial The Bodley Head, supo de inmediato que había una oportunidad de negocio. Al fin y al cabo, quienes se desplazaban en medios de transporte populares como lo era el tren en esos días, no podían estar llevando periódicos, revistas ni pesadísimos libros en sus travesías.

Al regreso de su escapada, Lane se decidió a crear una versión de los libros más famosos pero que fuera fácil de trasladar, del tamaño de una cajetilla de tabaco, que cabía en el bolsillo de cualquiera. Para ello, creó Penguin Books, una división de la editorial The Bodley Head.

A los pocos meses, comercializaba en las estaciones de trenes y buses los primeros libros de bolsillo con obras de Ernest Hemingway y Agatha Christie, de los más leídos de la época. Evidentemente, la mayoría de estos libros no entran en los bolsillos que utilizamos hoy.

Pero en ese momento las vestimentas eran holgadas, los bolsillos generosos, y existía una inevitable comparativa entre estos libros pequeños y los gigantescos «de siempre». Reuniendo todos esos elementos es que se adoptó la denominación de “libros de bolsillo”.

Con el paso de los años, los libros en formato minimalista se volvieron claves para la extensión de la lectura, no sólo porque trasladarlos requiere de menos recursos, sino además porque sus costes de impresión son económicos y el precio de venta al público más accesible. Pero las nuevas modas han hecho que aquella caracterización “de bolsillo”, deje de tener sentido.

Aún así, es demasiado tarde para cambiar la forma en que les conocemos y los compramos, y siguen nombrándose de la misma manera.

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