Curiosidades
Calefacción

Ni encenderla al mínimo ni dejarla encendida toda la noche: los expertos confirman cómo ahorrar en calefacción

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Ahora que llega el invierno, una de las mayores preocupaciones de muchas familias es mantener la casa caliente sin que la factura de la calefacción se dispare. Aunque parezca complicado, los expertos aseguran que es posible si se siguen algunos consejos clave. Existe la creencia generalizada de que dejar la calefacción encendida al mínimo durante todo el día ayuda a gastar menos. Pero, ¿realmente es así? La respuesta es simple y clara: no.

Mantener la calefacción encendida de manera constante no es un método de ahorro, sino más bien todo lo contrario. Cuando la calefacción permanece encendida, aunque sea a muy baja temperatura, el sistema sigue trabajando para compensar pérdidas de calor que se producen inevitablemente. A largo plazo, esto se traduce en un consumo acumulado que puede suponer un gasto considerable para el bolsillo.

El truco definitivo para ahorrar en calefacción este invierno

Según el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), la recomendación no deja lugar a dudas: «se gasta menos energía apagando la calefacción por la noche o al ausentarnos de casa que manteniéndola encendida». Jorge Morales de Labra, ingeniero industrial y experto en energías renovables, en declaraciones realizadas en el programa «La Hora de La1», calificó como «una aberración» mantener la calefacción encendida todo el día: «huid de ese bulo que dice que es mejor tener siempre el hogar a una temperatura constante, porque si no la caldera pegará un subidón. No es verdad».

Para entender por qué los expertos recomiendan apagar la calefacción en lugar de dejarla encendida al mínimo, es fundamental conocer cómo funciona un sistema térmico. Un hogar pierde calor por varios puntos: ventanas, puertas, suelos, paredes y techos. Esa pérdida es constante, esté la calefacción apagada o encendida. La diferencia radica en el comportamiento del sistema de climatización.

Cuando se deja encendida, incluso a baja temperatura, la caldera trabaja constantemente para reponer esas pérdidas de calor. En cambio, cuando se apaga la calefacción por la noche o al salir de casa, se evita esa reposición continua de calor. Puede que la vivienda se enfríe un poco más más, pero volver a calentarla es mucho más eficiente que mantenerla siempre funcionando.

Los expertos coinciden en que la mejor forma de ahorrar en calefacción durante el invierno es programarla, algo muy sencillo con los termostatos inteligentes que hay ahora en el mercado. Encenderla media hora antes de levantarse por la mañana o antes de llegar es suficiente para que la casa esté caliente sin gastar de más.

Otros errores habituales

Uno de los puntos donde más errores se cometen es en el termostato. La creencia de que «un poco más de calor no importa» puede salir muy cara. La recomendación general es mantener la temperatura entre 18ºC y 21ºC. Por encima de ese rango, por cada grado que se sube la calefacción, la factura puede aumentar entre 80 y 100 euros al año, dependiendo del sistema.

Por otro lado, aunque colocar un sofá o un mueble delante del radiador pueda parecer la mejor idea para aprovechar al máximo el espacio, entorpece la distribución del calor. El resultado es que la estancia se calienta peor, obligando al sistema a trabajar más de lo necesario. Lo mismo ocurre si se cubren con ropa, toallas o elementos decorativos.

A esto hay que sumar que, en muchas casas, el aire se escapa por rendijas o cajas de persianas antiguas. Para solucionar este problema, lo mejor es instalar burletes en puertas y ventanas y, de esta manera, evitar que el calor se escape. Las cortinas también cumplen un papel importante: las gruesas o térmicas refuerzan el aislamiento nocturno.

Limpieza radiadores

Finalmente, cabe señalar que mantener los radiadores limpios es una de las tareas más sencillas y, al mismo tiempo, más efectivas para mejorar el rendimiento de la calefacción. Aunque a menudo se pasan por alto,  acumulan polvo, pelusas y suciedad en zonas poco visibles, lo que reduce su capacidad para emitir calor y obliga al sistema a trabajar más de lo necesario.

  1. El primer paso consiste en apagar la calefacción y asegurarse de que el radiador está completamente frío.
  2. Una vez preparado, lo primero es retirar la suciedad superficial utilizando un plumero o un paño de microfibra. Es fundamental llegar a todas las rendijas exteriores, donde se acumulan las partículas de polvo que luego se queman al encender la calefacción.
  3. Para una limpieza más profunda, existen varias opciones. Una de las más prácticas es utilizar una brocha larga o un cepillo especial para radiadores, diseñado para alcanzar las zonas interiores a las que no se puede acceder con la mano. Basta con pasarlo por las ranuras desde arriba hacia abajo, dejando que la suciedad caiga sobre una toalla colocada previamente en el suelo. También se puede utilizar el tubo estrecho del aspirador para eliminar el polvo más adherido.

Una limpieza adecuada puede mejorar entre un 10% y un 20% la eficiencia del sistema de calefacción, por lo que es una tarea fundamental para ahorrar energía.