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La historia oculta del metro de Tirso de Molina en Madrid

Viajar en metro es toda una experiencia, sea cual sea la ciudad o el país, ya que cada estación puede esconder una historia desconocida que merece la pena descubrir. Hoy te contamos la historia oculta tras el Metro de Tirso de Molina en Madrid, desconocida por muchos pero sin duda muy curiosa e interesante.

Aunque cuando viajas en metro lo único que te importa es llegar rápido a tu destino y todas las paradas te parecen iguales, lo cierto es que no lo son, y buena muestra de ello es la historia que os vamos a contar hoy.

¿Cómo es la estación de Tirso de Molina?

Situada en la línea 1, la estación de Metro de Tirso de Molina es una de las más especiales de cuantas puedas conocer, ya que cuenta con una historia que así hace que sea. Este año cumplió 100 años y al bajar por la boca de metro parece que te transportas a la época en la que fue inaugurada, ya que sigue teniendo ese aspecto antiguo tan bonito.

Los azulejos blancos y azules que revisten las paredes de esta estación lo hacen desde hace un siglo, como también están desde entonces las cenefas que la decoran y el espectacular escudo antiguo de Madrid en cerámica vidriada. Esta estética antigua le proporciona un aire majestuoso, elegante y muy especial a la estación, que es pequeña pero encantadora.

La historia oculta tras la estación de Metro de Tirso de Molina

La gran mayoría de las personas que transitan por esta estación ni se imaginan que realmente están visitando un cementerio de frailes mercedarios, ya que sus restos están entre las paredes de esta estación. Esto se debe a que en el año 1564 se comenzó a construir el Convento de la Merced, que contaba con tres plantas y en el que se sucedieron varios hechos fatídicos a partir de 1809, primero con la expulsión de los mercedarios del edificio durante una invasión de las tropas napoleónicas.

Los tres siglos de historia del convento quedaron sepultados después de esa invasión, más aún cuando tuvo lugar la demolición completa del edificio para pasar a utilizarse como una plaza, llamada por aquel entonces la Plaza del Progreso. En 1920 se puso en marcha el ambicioso proyecto de Alfonso XIII de construir un medio de transporte subterráneo, y tras inaugurarse la estación un año después, se supo que durante las excavaciones de ese lugar habían aparecido restos y criptas al picar paredes.

Los periodistas de la época relataban que los albañiles escucharon gritos desde una pared y que allí encontraron un esqueleto humano que no estaba solo, ya que se siguió excavando y se encontraron unos 200 cadáveres, que posteriormente se supo que eran los frailes que estaban siglos antes allí cuando las tropas de Napoleón invadieron el convento.

Como curiosidad, muchos madrileños dicen que los frailes asustan de vez en cuando a los viajeros que transitan por los andenes de la estación de Metro de Tirso de Molina. Muchas leyendas circulan en torno a este hecho… ¿serán verdad?.