La historia del kétchup no es como te lo imaginabas: así se creó
Este es el curioso origen de la salsa Kétchup que todos conocemos
El kétchup tiene una historia que quizás nunca te hubieras imaginado, se creó en un continente seguramente distinto al que imaginas y su sabor ha evolucionado a lo largo de los años. Si hay una salsa a la que millones de personas no pueden renunciar, sin duda alguna es esta.
Este complemento va bien con todo y ayuda a qué determinados alimentos que quizás hayan quedado más secos acaben teniendo el sabor jugoso que hace que sean más fáciles de comer. Todo un aliado con niños y mayores que nació hace unos cuantos siglos de una forma inesperada.
El kétchup tiene su origen en Asia
Este gran continente era colonia británica en gran parte, con lo cual, importaron algunos de los básicos que hoy en día parecen imprescindibles y de origen anglosajón, aunque nada más lejos de la realidad. El té o la salsa kétchup son uno de esos ingredientes que quizás nunca hubieras imaginado que tienen una procedencia tan especial. El primero de ellos es toda una religión en gran parte de Asia y del mundo, pero el segundo también es un elemento esencial en la mayoría de las mesas.
Quizás asociamos el kétchup a otras salsas como la del tabasco o la mayonesa, cuyos orígenes tendríamos que separar. El kétchup se creó para acompañar a todo tipo de alimentos. Es decir, carnes, pescados y hasta verduras, siguiendo un modelo de una salsa tradicional asiática. Los ingleses quedaron maravillados con una versatilidad que hacía que la mayoría de los platos tuvieran un sabor muy especial que hay que poder poner en práctica en este momento.
Queremos incorporar este ingrediente a nuestra gastronomía y para hacerlo nada mejor que un sinfín de ingredientes que se incorporaron para hacer más fácil un tipo de comida que ha acabado marcando el mundo moderno. Difícilmente podríamos imaginar una hamburguesa o un perrito caliente sin el toque de kétchup. En Inglaterra intentaron adaptar esta salsa asiática con ingredientes autóctonos, desde setas, hasta nueces. En el siglo XVII cuando todo empezaba a cambiar y lo hacía de la mano de unos ingredientes que realmente acabaron imponiéndose de una forma distinta.
La salsa tuvo que cruzar el charco y llegar hasta un norteamericano cuyo apellido nos sonará para acabar con el formato y el sabor actual. Un básico que está en casi todas las mesas del mundo.