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La ciencia lo ha confirmado: éste es el tiempo real que tardan tus ojos en ver lo que está pasando en directo

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El cuerpo humano es un sistema complejo, increíblemente adaptado, pero también con sus limitaciones. Durante años, la ciencia ha revelado que muchas de las sensaciones que creemos experimentar al instante en realidad pasan por procesos internos que retrasan o modifican esa percepción. Por ejemplo, cuando sentimos dolor o mantenemos el equilibrio, no siempre es un reflejo inmediato de lo que sucede en nuestro entorno o en nuestro cuerpo. Ahora, un estudio ha demostrado que este desfase también afecta a nuestros ojos: lo que creemos estar viendo en tiempo real en realidad tiene un pequeño retraso.

Esta idea puede resultar desconcertante, pero explica por qué nuestra percepción visual no siempre es perfecta ni exacta. La investigación sugiere que nuestro cerebro no muestra una imagen instantánea del entorno, sino que construye una versión más estable y menos cambiante basada en lo que ha visto en los últimos segundos.

¿Cuánto tardan los ojos en ver lo que ocurre?

Aunque parece que cuando abrimos los ojos el mundo se despliega ante nosotros sin demora, la realidad es más compleja. El cerebro no procesa cada instante visual de forma independiente y en tiempo real. De hecho, un equipo de científicos de la Universidad de Aberdeen y la Universidad de California ha demostrado que el cerebro agrupa la información visual recibida durante un lapso de hasta 15 segundos. Esta agrupación se conoce como «dependencia serial» y actúa como un mecanismo para ofrecer estabilidad a la percepción.

Este filtro cerebral suaviza las pequeñas fluctuaciones que se producen en el entorno, evitando que nuestra visión sea un caos constante de cambios rápidos. Si el cerebro procesara cada imagen que llega sin filtrar, la experiencia visual sería abrumadora y difícil de interpretar. En cambio, al integrar lo visto en un período breve, la mente genera una especie de promedio que resulta en una imagen más estable y coherente.

Experimento para comprobarlo

Los investigadores pusieron a prueba esta teoría con un vídeo que muestra un rostro que envejece y rejuvenece lentamente. A pesar de que el rostro cambia gradualmente, la mayoría de las personas no logran identificar con precisión el estado real en cada momento, porque su percepción sigue «anclada» a imágenes previas. Incluso cuando se insertan pausas de hasta 15 segundos entre las modificaciones, el cerebro continúa mostrando una versión anterior del rostro.

Esto evidencia que no percibimos cada instante visual por separado, sino que nuestra visión es un promedio de lo que hemos visto en un corto lapso de tiempo. Por eso, aunque el mundo a nuestro alrededor esté cambiando, nuestra percepción no siempre refleja esos cambios de manera inmediata.

Prueba con el móvil

Hay una forma sencilla para que cualquier persona pueda experimentar esta percepción «retardada» con sus ojos. Basta con usar la cámara del móvil y grabar mientras se camina o se mueve la cámara. La imagen grabada suele verse vibrante, borrosa y con movimientos bruscos. Sin embargo, al observar el mundo directamente, todo se ve más estable y fluido.

Esta diferencia se debe a que el cerebro aplica un filtro para eliminar movimientos innecesarios y suavizar lo que vemos, creando una experiencia visual mucho más cómoda. Sin esta función, el mundo parecería tembloroso y desordenado, lo que dificultaría la orientación y el análisis del entorno.

¿Por qué el cerebro hace esto?

Puede parecer alarmante saber que siempre estamos viendo una realidad con retraso, pero esta función cumple un propósito esencial. El cerebro valora la estabilidad y la coherencia de la información visual más que una precisión absoluta en el tiempo real. Mostrar cada pequeño detalle o cambio continuo podría saturar el sistema nervioso y afectar nuestra capacidad para reaccionar y tomar decisiones.

Este mecanismo, por tanto, es una forma inteligente de priorizar la calidad de la experiencia sobre la cantidad de datos. Asegura que no nos sintamos abrumados y que podamos entender mejor nuestro entorno sin distracciones o confusión por cambios mínimos y rápidos.

Aplicaciones tecnológicas

Este hallazgo no sólo cambia nuestra visión sobre cómo percibimos el mundo, sino que también ha influido en la tecnología. Muchos sistemas modernos de estabilización de imagen en teléfonos móviles y cámaras replican este principio cerebral. Usan algoritmos que suavizan movimientos y eliminan vibraciones, imitando la función de nuestro cerebro para conseguir vídeos más estables y agradables. De esta forma, la biología y la tecnología convergen para mejorar nuestra experiencia visual, tanto en la vida real como en los dispositivos que usamos a diario.

Esta investigación nos lleva a cuestionar algo fundamental: ¿realmente nuestros ojos ven el mundo tal y como como ocurre? La respuesta es que no. Nuestra percepción visual es una versión modificada, con un retraso y una edición que el cerebro realiza para que la experiencia sea coherente y estable. Lejos de ser un defecto, este proceso es una muestra más de la complejidad e inteligencia del sistema nervioso.

Aunque vivamos con un desfase de hasta 15 segundos en nuestra visión consciente, este pequeño retraso implica que nuestro cerebro nos protege del caos informativo y nos ofrece una realidad comprensible.