Cultura

Zurbarán reunido en una serie completa en una muestra histórica del Meadows Museum de Dallas

El Meadows Museum de Dallas albergará desde el próximo sábado 17 de septiembre la muestra ‘Jacobo y sus doce hijos’, exposición de una serie completa de obras de Francisco de Zurbarán que viaja por primera vez a Estados Unidos y que mostrará a un pintor del Siglo de Oro español «diferente, mucho más exótico, colorista y vibrante», según ha explicado el director del centro de arte, Mark Roglán, en la presentación de la muestra.

El pistoletazo de salida de ‘Jacobo y sus doce hijos’ supone reforzar la figura del maestro español en Estados Unidos, ya que la muestra más importante de Zurbarán en este país fue hace 30 años en el Metropolitan. Además, tiene la particularidad de reunir una serie completa de Zurbarán, algo que únicamente comparte con el Monasterio de Guadalupe, en Cáceres, con enormes lienzos adornando su sacristía.

En esta muestra del Meadows, las dimensiones de los cuadros son de gran altura —superan los dos metros— con imágenes de los personajes bíblicos descendientes de Jacob, vestidos con atuendos llamativos y elegantes —con diversos adornos florales, sombreros o telas que recubren prácticamente todo el cuerpo—. Los retratos son un relato visual de las bendiciones de Jacob a cada uno de sus hijos desde el lecho de muerte, las cuales predecían su destino y el de las tribus.

Detrás de estos cuadros se encuentra el mito de las 12 tribus de Israel, algunas de las cuales llegaron hasta a América, y que resurgió con fuerza en el siglo XVII (de hecho, de ahí surgieron tres versiones de esta serie que se encuentran en Lima, Puebla y México DF). Sin embargo, la verdadera travesía es la que corrieron las obras pintadas por Zurbarán, puesto que no se tuvo noticias de ellas desde 1640, cuando fueron pintadas en Sevilla, hasta 1720, ya albergadas por una familia judía en Londres.

«Lo que ocurrió entre medias son todo hipótesis, pero no hay una teoría definitiva: se sabe que Zurbarán tenía negocios en América gracias a su segunda esposa y llegó a vender obras en Buenos Aires o Lima, pero eso no quiere decir que fueran esas obras comercializadas. También hay otra hipótesis que apunta al secuestro de un barco que viajaba a las Américas y fue llevado finalmente a Londres», ha señalado Roglán, quien no obstante sí ha destacado lo llamativo que supone esa estancia de obras en Inglaterra «cuando la pintura española todavía no era apreciada allí» —empezó a revalorizarse en el siglo XVIII—.

El cristianismo y el judaísmo

El caso es que las obras terminaron saliendo a subasta y 12 de las 13 obras fueron adquiridas en el año 1756 por el obispo de Durham, Richard Trevor, quien al venderse los lotes por separado se quedó sin posibilidad de pujar por el último cuadro de la serie, el de ‘Benjamin’. «Esta puja llegó en una época convulsa, cuando el parlamento británico estaba aprobando leyes para que los judíos tuvieran los mismos derechos que los ingleses, y el obispo de Durham era de esa opinión: para él, no se podía entender el cristianismo sin el judaísmo», ha apuntado el director del Meadows.

Desde hace 250 años, esos 12 cuadros han estado en el comedor del obispado y no será hasta ahora cuando salgan de ahí para encontrarse con el cuadro de ‘Benjamín’, que ha sido cedido en préstamo por la fundación Grimsthorpe and Drummond Castle Trust. El recorrido de los cuadros —que estarán en el Meadows hasta el próximo 7 de enero— continuará con otra exposición en la Frick Collection en ese mismo mes y posteriormente retornarán a Auckland Castle en mayo de 2018, donde ocuparán una parte central de un proyecto para revitalizar culturalmente esta zona de Inglaterra.

Así, la Fundación Auckland Castle prevé invertir 70 millones de libras esterlinas (81,5 millones de euros) en la restauración del castillo de 900 años, la creación de un Museo de la Fe y una nueva galería española y centro de investigación con la que colaborará el Museo del Prado y que culminará con el Centro Zurbarán para el Arte y Cultura Española, entre otros proyectos.

Zurbarán, «un hombre de negocios»

En cuanto a la exposición del Meadows, se complementa con otras galerías en las que los visitantes podrán observar por ejemplo parte del análisis técnico de las pinturas llevado a cabo durante varios meses por parte del laboratorio de conservación del Kimbell Art Museum. Pese a que Roglán ha reconocido que las pinturas «necesitan restauración», este proceso no se ha podido llevar a cabo durante este periodo, en el que se han examinado las obras con luz ultravioleta y rayos X, además de analizarse la trama del lienzo. «El resultado muestra un Zurbarán metódico, que trabajaba muchísimo, y que era capaz de rehacer un cuadro para añadir más panes a una cesta para el equilibrio del cuadro», ha apuntado el director del centro de arte.

Los investigadores del Kimbell Art Museum también identificaron otras fuentes impresas que se utilizaron en la creación de la serie, especialmente ‘Los doce apóstoles’ de Martin Schongauer, además de reconocer la influencia en detalles de otras obras como por ejemplo un grabado de Durero —que sirvió para la figura de Naftalí—. «Es un Zurbarán distinto, no de seres mesiánicos ni de santos», ha apuntado Roglán, quien ha recordado también las dificultades que pasó el pintor debido a la caída en desgracia de Sevilla.

«Sevilla era la quinta ciudad más importante de Europa en ese momento, la puerta al Nuevo Mundo, y Zurbarán era un ‘hombre de negocios’ que sabía ganar clientes, estaba en la ciudad correcta en el momento exacto. Sin embargo, llegó la ‘peste’ y arrasó prácticamente con la mitad de la población, incluido su hijo, lo que supuso un golpe muy duro», ha concluido, tras añadir el viaje que emprendió Zurbarán en los últimos años de su vida a Madrid para retomar esos clientes.

De esta manera, el Meadows Museum —que recibe anualmente una media de 60.000 visitantes— albergará una serie completa de Zurbarán que hará compañía al otro cuadro del maestro del Siglo de Oro español que también se encuentra en las salas del centro de arte: ‘Los desposorios místicos de Santa Catalina de Siena’.