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Levantan la corteza terrestre y no dan crédito a lo que encuentran: el descubrimiento que cambia todo lo que sabíamos

La corteza terrestre
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo de la historia, la humanidad ha explorado la corteza terrestre en busca de respuestas sobre su origen y evolución. Si bien el espacio exterior suele acaparar la atención de los científicos, las profundidades del océano siguen siendo un misterio por descubrir. En este contexto, un equipo internacional de investigadores, liderado por las biólogas Monika Bright y Sabine Gollner, ha hallado una comunidad de seres vivos que habitan bajo el lecho marino a más de 2.500 metros bajo el nivel del mar, cerca de la dorsal del Pacífico Oriental frente a Centroamérica. El descubrimiento fue posible gracias al submarino no tripulado SuB-astian, controlado a distancia desde el barco Falkor, propiedad del Instituto Oceánico Schmidt.

Con su ayuda, los científicos lograron excavar el lecho marino utilizando herramientas robóticas, como un sofisticado cincel mecánico, que permitió levantar capas de la corteza terrestre y observar qué se escondía debajo. Así, descubrieron que debajo de la superficie del fondo oceánico existía un espacio cálido y húmedo, repleto de organismos vivos que nunca antes habían sido documentados en ese entorno. Allí, rodeados de fluidos calientes y oscuros, se refugiaban comunidades enteras de gusanos tubícolas gigantes, caracoles y microorganismos que podían sobrevivir gracias a procesos químicos y no a la luz del sol.

El hallazgo más asombroso debajo de la corteza terrestre

Entre los seres descubiertos, uno de los más sorprendentes fue el Riftia pachyptila, un gusano tubícola de gran tamaño que puede alcanzar hasta medio metro de longitud. Este animal vive en grandes grupos y sobrevive sin sistema digestivo tradicional: en lugar de alimentarse como lo hacen la mayoría de los animales, se vale de una relación simbiótica con bacterias que transforman compuestos químicos, como el sulfuro de hidrógeno, en nutrientes.

Lo más intrigante es que estos gusanos suelen aparecer rápidamente en nuevas zonas cuando se forman respiraderos hidrotermales tras erupciones volcánicas submarinas. Sin embargo, hasta ahora se desconocía cómo llegaban hasta esos lugares. La teoría de los investigadores es que sus larvas no flotan libremente en el agua, como se pensaba, sino que podrían desplazarse a través del subsuelo aprovechando los canales de fluidos térmicos que conectan diferentes puntos del lecho marino.

La existencia de un ecosistema completamente oculto bajo otro conocido demuestra que aún estamos muy lejos de comprender la verdadera complejidad de nuestro planeta. Según explicaron Bright y Gollner, este nuevo entorno está formado por cavidades llenas de fluidos cálidos, ubicadas justo por debajo de los respiraderos hidrotermales ya conocidos.

Gracias a las imágenes captadas por SuB-astian y a las muestras recolectadas, los científicos han podido confirmar la presencia de una biodiversidad inesperada. «No esperábamos encontrar tanta actividad biológica bajo el suelo marino. Es un entorno muy dinámico y completamente oculto a la vista», detalló Gollner.

Un entorno extremo con lecciones sobre la vida

El ecosistema descubierto se encuentra en la Cordillera Albatross, una enorme cadena montañosa submarina de unos 9.000 kilómetros de longitud, ubicada entre placas tectónicas activas. En esta zona, las fuerzas geológicas provocan constantes movimientos y la emisión de fluidos a altas temperaturas, generando condiciones extremas de presión, temperatura y química.

Y es precisamente en estas condiciones, aparentemente hostiles, donde surge una de las mayores lecciones del hallazgo: la vida se abre paso incluso en los lugares más inesperados. Para muchos científicos, este tipo de ambientes pueden parecer similares a los que existían en la Tierra primitiva, e incluso comparables a los que podríamos encontrar en otros planetas o lunas del sistema solar.

Hipótesis que abren nuevas puertas

Una de las ideas más destacadas del estudio es la posibilidad de que las larvas de los gusanos Riftia utilicen el sistema de fluidos del subsuelo para desplazarse entre distintos respiraderos. Esta teoría cambia por completo la forma en que entendemos la dispersión de estos organismos. Hasta ahora, se pensaba que las larvas flotaban en la columna de agua y eran transportadas por las corrientes marinas, pero nunca se había observado este comportamiento de forma directa.

La nueva hipótesis, de confirmarse con futuros estudios, indicaría que el subsuelo oceánico funciona como una red oculta de autopistas biológicas. A través de ella, las especies podrían colonizar rápidamente nuevas zonas, adaptándose a cambios bruscos provocados por la actividad geológica del planeta.
Lo descubierto en la dorsal del Pacífico Oriental es sólo el inicio. Los científicos creen que existen muchos más ecosistemas como este, esperando ser hallados en otras zonas similares del fondo marino. La tecnología como la del SuB-astian, combinada con técnicas de perforación y análisis robótico, permitirá seguir explorando estas regiones en los próximos años.

En definitiva, levantar la corteza terrestre ha servido para poner en evidencia que bajo cada rincón oculto de la Tierra puede haber vida. Estos gigantes ocultos bajo el océano son una prueba clara de que, pese a nuestros avances científicos, aún quedan infinitas historias por descubrir bajo la superficie.

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