Independentismo en Cataluña

Puigdemont ‘inhabilita’ a Torra sin esperar al Supremo y le prohíbe convocar elecciones

Puigdemont le ha impedido a Quim Torra hacer uso de su facultad de convocar elecciones y deja que sea el Supremo el que dirija el calendario electoral

Carles Puigdemont
Quim Torra y Carles Puigdemont, en Bruselas. (TW)
Joan Guirado

Quim Torra no podrá convocar elecciones anticipadas en Cataluña como tenía previsto. El ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont se lo prohíbe tajantemente para no poner en riesgo sus intereses electorales. Con este movimiento, el líder de Junts per Catalunya (JxCAT) inhabilita de facto a Torra que, sin poder hacer uso de la facultad de convocar elecciones, verá cómo el Tribunal Supremo le inhabilita sin posibilidad de tomar la última decisión como presidente catalán. De hecho, en estos dos años y medio al frente del gobierno regional, Quim Torra no ha tomado prácticamente ninguna decisión más allá de lo relacionado con la gestión de la pandemia del coronavirus. Atado de pies y manos, cualquier decisión política ha pasado por Waterloo (Bélgica).

Una vez que el Supremo confirme la condena del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que inhabilita al presidente catalán, Torra ya no podrá continuar ejerciendo el cargo. Eso le impide disolver el Parlament y convocar elecciones y activa un mecanismo automático bien para la elección de un nuevo presidente o bien para una nueva convocatoria electoral. Con los dos principales partidos separatistas completamente distanciados, JxCAT y ERC, todas las fuentes consultadas por este periódico coinciden en que la elección de un nuevo presidente se da prácticamente por descartada. Cumplido el trámite de la ronda de consultas que deberá hacer el jefe del Parlament, Roger Torrent, y tras comprobar que ningún diputado reúne los apoyos necesarios para ser investido, empezará a correr el reloj para la disolución automática al cabo de dos meses.

El presidente catalán tenía decidido, a mediados de julio, disolver el Parlament en agosto y convocar a los catalanes a las urnas entre el 1 y el 4 de octubre. Unas fechas que, inicialmente, no disgustaban ni a JxCAT ni al propio Puigdemont. Él decidía los tempos de la política catalana y no permitía a la Justicia, como ocurrió tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que decidiera el futuro de las instituciones catalanas. La lentitud en el proceso fundacional del partido impulsado por el ex president, y los problemas legales por el uso de la marca con el PDeCAT, obligaron a Puigdemont a frenar los planes de Torra en beneficio de sus intereses electorales. Las últimas encuestas difundidas dan a ERC una ligera ventaja que, con la división del espacio postconvergente, podría aumentar todavía más y relegar a Junts como segunda o incluso tercera fuerza política.

La relación entre Quim Torra y Carles Puigdemont, desde que el primero fue designado en una reunión el 10 de mayo de 2018 en Berlín (Alemania), no ha hecho más que empeorar día a día. La tutela del ex presidente sobre su elegido, y la imposibilidad de este de ejercer de presidente efectivo pese a la promesa que hizo su gobierno durante la toma de posesión, han ido minando la moral del jefe del Ejecutivo regional.

Torra, independentista convencido, también está muy molesto con los principales partidos separatistas: JxCAT, ERC y la CUP. Les acusa de no defender lo suficiente los intereses de la supuesta república catalana y de no permitirle avanzar hacía la independencia de Cataluña. Él aceptó el cargo con la petición de volver a intentar un referéndum, que ha propuesto en distintas ocasiones, pero que siempre se lo han acabado frenando. Torra cesará como president sin poder haber dado cumplimiento a ninguna de sus promesas y dando luz verde a una sola ley.

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