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4 palabras que los padres repiten a menudo y que destrozan la autoestima de los niños

El lenguaje que utilizamos con nuestros hijos es mucho más que simples palabras. Cada expresión, cada tono, e incluso las frases que parecen inofensivas, pueden dejar una huella profunda en su desarrollo emocional y académico. Sin darnos cuenta, algunas de las palabras más comunes en la crianza no sólo corrigen o sirven para impartir disciplina, sino que también pueden minar su confianza. Lo que decimos y cómo lo decimos tiene el poder de construir o destruir la autoestima de los niños.

Muchos padres usan ciertas frases con la mejor intención, ya sea para expresar frustración o motivar un cambio. Sin embargo, estas palabras suelen tener un impacto opuesto al esperado. Según Adam Galinsky, experto en liderazgo y desarrollo personal, el lenguaje crítico puede provocar vergüenza, una emoción que paraliza y desmotiva a los niños. En cambio, elegir palabras que fomenten la cooperación y el aprendizaje les da herramientas para enfrentarse al mundo con confianza, aumentando mucho la autoestima de los niños. Por ello, será importante conocer cuáles son las cuatro palabras más dañinas que los padres suelen repetir, explicando su efecto en los niños y proponiendo alternativas que pueden transformar la crianza. Reflexionemos sobre cómo nuestras palabras pueden ser tanto un arma como una herramienta de amor y apoyo.

El impacto de las palabras en la autoestima de los niños

El desarrollo emocional de un niño es como un lienzo en blanco. Cada palabra y acción de los padres contribuyen a pintar su percepción del mundo y de sí mismos. Frases como «estoy decepcionado de ti» parece inofensiva en momentos de frustración, pero en realidad tienen un impacto duradero. Estas expresiones pueden sembrar inseguridades profundas que afectan su capacidad para aprender, socializar y superar desafíos.

Y lo peor de todo según Galinsky es que son capaces de minar la autoestima de los niños y hacer que sientan vergüenza de sí mismos, siendo esta, una de las emociones más dañinas que puede experimentar un niño. Mientras que la culpa impulsa a reparar los errores, la vergüenza genera evitación y autoimagen negativa. Un niño que escucha constantemente palabras desalentadoras comienza a creer que es incapaz o que siempre será un fracaso, lo que bloquea su desarrollo y confianza en sus propias habilidades.

Pero no todo está perdido. Si entendemos bien el peligro que tienen estas palabras que parecen correctivas y entendemos además que las palabras tienen el poder de construir, podemos elegir un lenguaje positivo que por otro lado, no significa ignorar los errores, sino enfocar las conversaciones en soluciones, apoyo y colaboración. Este cambio de perspectiva puede marcar una gran diferencia en la autoestima y el éxito de un niño.

Otras palabras que pueden herir la autoestima de los niños

Además de ese «estoy decepcionado de ti» que señala Adam Galinsky, existen otras palabras o frases que pueden afectar mucho a los niños, especialmente si son pequeños. Palabras que debemos evitar a toda costa:

Alternativas para construir en lugar de destruir

Reemplazar palabras críticas por expresiones constructivas no significa ser permisivo. Al contrario, este enfoque refuerza la disciplina, pero desde la empatía y la colaboración. Por ejemplo, en lugar de decir «estoy decepcionado de ti», se puede preguntar: «¿Qué crees que podrías hacer diferente la próxima vez?». Esto abre la puerta a una reflexión positiva y a soluciones.

Frases como «sé que puedes hacerlo mejor» o «vamos a trabajar juntos en esto» transmiten apoyo y confianza. Los niños necesitan sentir que tienen el respaldo de sus padres incluso cuando cometen errores. Este tipo de lenguaje también fomenta el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la independencia.

La importancia de la empatía en la crianza

Ser padre implica un equilibrio constante entre corregir y motivar. Sin embargo, muchas veces olvidamos que los niños también necesitan espacio para cometer errores y aprender de ellos. Las palabras elegidas cuidadosamente no solo corrigen, sino que también inspiran. Un entorno donde los niños se sientan valorados y apoyados les permite desarrollar una autoestima sólida y habilidades esenciales para la vida.

Es crucial recordar que no estamos criando niños perfectos, sino seres humanos que enfrentarán retos. Al enfocarnos en la empatía y la colaboración, les damos herramientas para manejar sus emociones y construir relaciones saludables con los demás.