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El TS confirma la condena impuesta en Palma a un empresario por una estafa con diamantes de Sierra Leona

El acusado aseguró que el negocio de diamantes era real pero que se los habían robado en un asalto en el que dos personas fueron asesinadas

El Tribunal Supremo ha rechazado modificar la condena de tres años y medio de cárcel impuesta en Palma a un empresario catalán de 74 años por una estafa con diamantes africanos a un matrimonio de Girona, que hipotecó su casa para invertir y terminó perdiendo la vivienda.

El Supremo ha inadmitido un recurso presentado por la defensa, de modo que la sentencia es ahora firme. La Audiencia le impuso también una multa de 2.700 euros al empresario y le obliga a indemnizar al matrimonio con el montante defraudado, de 400.000 euros.

El caso se juzgó en Palma debido a que la notaría en la que se registró la operación estaba en Alcúdia, porque el prestamista que intervino es un promotor mallorquín. La Audiencia consideró acreditado que en 2012 el hombre embaucó al matrimonio presentándose como un empresario dedicado a la compraventa de diamantes en Sierra Leona, «con importantes contactos en el país y solvente experiencia en esta materia».

Así, les ofreció participar en una inversión con diamantes asegurando que obtendrían una gran rentabilidad. En concreto, el negocio consistía en comprar diamantes en Sierra Leona, exportar las piedras a Portugal, donde se tallarían, y después venderlas en Amberes (Bélgica).

La sentencia de la Audiencia Provincial destacaba que el empresario ya se había ganado la confianza del matrimonio por otro negocio anterior, en el que el matrimonio había cobrado no toda la rentabilidad prometida pero sí dos rentabilidades de las pactadas, informa Europa Press.

Sin embargo, según la sentencia, en esta segunda ocasión, en la que la inversión era mucho mayor, el acusado no tenía intención de llevar a cabo ninguna actividad comercial.

Así, dijo no tener liquidez bajo la excusa de que los diamantes de la primera inversión estaban bloqueados en la aduana a falta de pagar unas tasas, e indujo al matrimonio a concertar un préstamo para poder disponer del dinero que decía necesitar. El empresario puso en contacto al matrimonio con un mallorquín que actuaría como prestamista, y constituyeron un préstamo hipotecando la vivienda de la que ambos eran propietarios a partes iguales. Entregaron al acusado 400.000 euros.

El hombre ingresó 300.000 euros en la cuenta bancaria de una empresa de la que era apoderado, dedicada a la adquisición de fincas, y se apropió del dinero sin invertir ninguna de las cantidades en la compraventa de diamantes. Mientras, el matrimonio no pudo hacer frente al pago del préstamo y perdieron la casa. Asistidos por el abogado Mateo Cañellas Vic, presentaron una denuncia por estafa.

En el juicio celebrado en 2022, el hombre defendió su inocencia asegurando que no hubo engaño y que el negocio de diamantes era real. Aseguró que le «asaltaron» en el país africano y le robaron los diamantes tras comprarlos.

Según su relato, iba con otras tres personas, una de ellas el chófer, y dos hombres «de confianza» locales, que se quedaron con los ladrones. «No lo podré demostrar nunca pero creo que fueron ellos mismos quienes me vendieron», declaró en el juicio. Según dijo, los asaltantes mataron a los dos colaboradores y sus cadáveres fueron encontrados más adelante: «Creo que estaban de acuerdo y les salió mal».

Las víctimas contaron que el acusado se presentó como un empresario «curtido» en el negocio de los diamantes, dando explicaciones «muy creíbles» de cómo funcionaba. «Yo estaba completamente convencida de que lo que me estaban explicando era real, que había un beneficio muy elevado», dijo la mujer.

Diamantes de Sierra Leona

Cuando el prestamista mallorquín dijo que podría aportar los fondos si alguien avalaba la operación con alguna propiedad, pusieron su casa. «Lo único que teníamos libre de toda carga era la casa. Yo le dije, por favor hazlo bien, es la casa de mis sueños, he trabajado toda mi vida y es todo lo que tengo. Si fallas esta vez me vas a hundir la vida. Y es lo que pasó», relató entre sollozos la mujer.

Ya en la notaría el propio notario les insistió sobre si estaban «seguros de que esto se podía pagar con una operación de diamantes», y el acusado «dijo que era totalmente factible». Cuando comenzaron a vencer los pagarés, el acusado dejó de atender a las llamadas del matrimonio y el prestamista «quería cobrar». «Nosotros no teníamos dinero, y ya nos dimos cuenta de que nos habían timado e íbamos a perder nuestra casa», explicó el matrimonio.

Los magistrados no creen al acusado

El acusado presentó distintas fotografías para intentar demostrar que realmente se dedicaba al negocio de los diamantes así como dossieres genéricos sobre las excelencias del país o la producción agrícola de Gambia, que no tienen nada que ver con el procedimiento.

Así, los magistrados resaltaron que no hay ninguna documentación contable sobre la operación global, que según el propio acusado ascendería a más de tres millones de dólares con dinero de otros inversores.

De hecho, entre las pruebas sí consta un correo enviado por el acusado, dos años más tarde de los hechos, en los que revela el supuesto asalto pero sostiene que no lo había contado porque pensaba que no le creerían. Además introducía «un disparatado plan para devolver el dinero a los inversores» con otros proyectos. Este correo, «da buena medida del modus operandi del acusado, experto en vender humo».

El Tribunal también consideró «del todo inverosímil» que el hombre lograra introducir en un país extranjero tres millones de dólares» y recalca que no aporta «ni un sólo documento» relacionado con la compraventa de diamantes o su ingreso en el hospital, o una denuncia para justificar otras excusas que aportó, como que no tenía documentación porque le habían robado en su casa. «En definitiva, parece poco probable que una operación de más de 3 millones de dólares en diamantes no deje rastro alguno que permita acreditarla», abundaba la Sala.

Cabe señalar que en el juicio testificó un hombre que se presentó como cónsul honorario de España en Sierra Leona y que corroboraba el episodio del asalto y los asesinatos porque habría atendido al acusado posteriormente.

La Sala consideró que su declaración «destacó por las contradicciones y falta de credibilidad». Cabe señalar que este testigo no era cónsul honorario en el momento de esos hechos y que se encontraba en Sierra Leona, precisamente, porque también se dedicaba al negocio de los diamantes.