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crítica

La Sinfónica de Baleares se despide de Bellver recordando a Eduardo Bernabéu

El programa contemplaba el 'Concierto para clarinete K 622' de Mozart y que dos temporadas atrás el propio Bernabéu tocaría como solista

La elección del solista invitado no era casual porque hablamos de un amigo muy próximo a Bernabéu, además de un colosal maestro del clarinete: Joan Enric Lluna

El Festival Bellver se despedía el pasado 17 de julio con un concierto muy emotivo al estar dedicado in memoriam al clarinetista titular de la OSIB, Eduardo Bernabéu, fallecido en noviembre del año pasado. Por esta razón, el programa contemplaba el Concierto para clarinete K 622 de Wolfgang Amadeus Mozart y que dos temporadas atrás el propio Bernabéu tocaría como solista en un concierto de abono ocurrido en el Auditórium de Palma.

En realidad todo el concierto en Bellver tenía al clarinete de protagonista al cobrar este instrumento un papel central en la Sinfonía nº 5 de Piotr Illich Tchaikovsky. La primera parte fue un monográfico Mozart, primero con la obertura de Las bodas de Fígaro, que por cierto es una ópera bufa que fue estrenada solo cinco años antes del Concierto de clarinete, ambas por tanto próximas a la muerte del compositor de Salzburgo ocurrida en diciembre de 1791, solamente unos meses después de estrenarse el concierto.

La elección del solista invitado no era casual porque hablamos de un amigo muy próximo a Bernabéu, además de un colosal maestro del clarinete: Joan Enric Lluna, por cierto también valenciano como Bernabéu. El Concierto para clarinete de Mozart, además de obra maestra, es de los más populares del repertorio para clarinete, en el que destaca la brillantez del instrumento solista en sus notas más graves, asimismo el adagio, reconocido en especial por su gran lirismo. Mozart dedicó este concierto a su amigo Anton Stadler, un afamado intérprete del corni di bassetto austríaco, esto es el equivalente a un clarinete tenor. En la actualidad, solamente se usa en este concierto de Mozart, también en el Quinteto para clarinete, de nuevo Mozart pensado en Stadler, de cuyo virtuosismo lo que más admiraba era su capacidad para matizar notablemente el registro grave.

Joan Enric Lluna ofreció el bis alzando la mano al cielo como dedicatoria y en esta ocasión, como un guiño directo a Bernabéu, eligió un divertimento mozartiano para corni di bassetto. «Anton Stadler, ¡cómo no!».

La segunda parte en cierta manera era asimismo un guiño a Bernabéu, pues el clarinete se disponía a convertirse en instrumento principal de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky puesto que juega un papel crucial, especialmente en la exposición lenta y melancólica del primer movimiento, además de ser el clarinete el ejecutor de la melodía principal, al protagonizar el papel del destino, portador del tema central a través de intervenciones solistas o bien interactuando con otros instrumentos como el fagot sin ir más lejos. Podías cerrar los ojos y escuchar el clarinete imaginando que era Bernabéu, pues él mismo como solista de clarinete de la OSIB, en más de una ocasión recreó el papel del destino confiado al clarinete en la Quinta de Tchaikovsky. 

También Tchaikovsky dedicó su Sinfonía número 5, aunque alejado de la fascinación de Mozart por el virtuosismo de un intérprete. En su caso puede decirse que lo hizo en señal de agradecimiento a Theodor Avé-Lallemant, el director de la Sociedad Filarmónica de Hamburgo, quien le había invitado al objeto de dirigir en esta ciudad alemana algunas de sus obras. 

Se ha despedido el Festival Bellver resumido en cuatro citas y puede que de cara al año próximo, la opción será trasladar las fechas al mes de junio para de esta manera sortear las altas temperaturas y la humedad. El tiempo dirá, y teniendo en cuenta que la temporada de abono acaba en mayo, podría ser.