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Pin parental y adoctrinamiento globalista

El pasado martes 24 de septiembre el Partido Popular de Baleares rechazaba la propuesta de Vox de implantar el pin parental en los colegios sostenidos con fondos públicos. Vox reclamaba al Govern «la obligatoriedad de informar con antelación de la realización de actividades de contenido religioso, moral, social, cívico y sexual en horario escolar, y a solicitar por escrito el consentimiento expreso previo de los padres para la asistencia de sus hijos a éstas, además de los currículos de los que impartirán estas actividades».

En las anteriores votaciones sobre el mismo tema, la posición del PP había sido ambigua y dubitativa. En comisión parlamentaria, en octubre del año pasado, el PP votó a favor del pin parental a propuesta de Vox, instando a la Alta Inspección (que depende del Gobierno Central) que controlara los libros de texto y demás material didáctico para eliminar cualquier contenido afectivo sexual o ideológico para los niños. Asimismo, se instaba al Govern a garantizar el conocimiento previo y la aceptación de los padres para impartir cualquier contenido «extracurricular» a sus hijos dentro del aula.

En febrero de este año, el PP cambió de posición y se abstuvo, impidiendo gracias a los votos de la izquierda que la Consejería de Educación tuviera que aplicar el pin parental, algo que, conociendo el percal de Antoni Vera, nunca hubiera hecho ni harto de vino. Durante el debate, el PP balear afirmó estar de acuerdo con el conocimiento previo y la aceptación de los padres para que sus hijos pudieran participar en actividades extracurriculares, pero no así en las actividades curriculares que a juicio de los populares debían ser obligatorias al margen de la autorización de las familias.

En consecuencia, no es del todo cierta la interpretación que se ha hecho del voto contrario al pin parental del PP en el debate del 24 de septiembre por parte de algunas asociaciones interesadas y del propio vicepresidente del Govern, Antoni Costa, alegando que el voto negativo del PP se debía a la ruptura del pacto entre ambos partidos. Si nos fiamos de los antecedentes que anticipaban ya el rechazo del PP al pin parental para los contenidos curriculares y lo que dijo su portavoz durante el debate, la diputada Curtó, la razón del voto negativo del PP cabe atribuirla a su rechazo a pedir autorización para los contenidos del currículum que figuran en la LOMLOE, una norma, recordemos, muy criticada por los populares y a la que en su día votaron en contra.

La verdad es que plantear el pin parental sólo para las actividades extracurriculares no sirve de nada, como saben todos los claustros y también los populares que juegan a la puta y a la Ramoneta. Extracurriculares sí, curriculares no. Bendecir, por otra parte, los currículos de la LOMLOE cuando hasta hace dos días no has dejado de criticarla nos conduce a un nuevo viraje ideológico del PP que, como vemos una vez más, termina asumiendo el ideario socialista, sólo que con unos años de retraso. Cada día está más claro que sólo un desfase temporal separa hoy ideológicamente al PSOE del PP. Los socialistas se anticipan entre rasgamientos de vestiduras y golpes de pecho de los populares y, al cabo de un tiempo (cada vez más corto), los populares terminan aceptando sin hacer ruido lo que sólo unos años atrás denunciaban acerbamente.

En el debate del pasado 24 de septiembre, la diputada Curtó no rechazó sólo el pin parental ante las evidentes dificultades técnicas y pedagógicas de implementarlo para los contenidos curriculares, sino que parecía mostrar además una convicción sincera hacia los contenidos de la LOMLOE, algo que resulta cuando menos desconcertante… aunque cada vez menos en una formación desconcertada como es el PP de Alberto Núñez Feijóo y Marga Prohens.

Adoctrinamiento curricular y contenidos transversales

No hace falta más que consultar la página web de cualquier instituto de la red pública de enseñanza para percatarse de que el adoctrinamiento ideológico afecta de lleno al currículum mismo de la LOMLOE y a buena parte de los contenidos llamados transversales, no sólo a las actividades extracurriculares. De buenas a primeras en el plan de estudios de cualquier instituto nos encontramos con coordinadores medioambientales y de intercambio de catalán, con comisiones de convivencia y bienestar, de coeducación y salud. A los coordinadores y responsables de estas comisiones se les descuentan un par de horas lectivas.

La carta de presentación de un centro viene dada por su proyecto de centro que incluye media docena de planes. El instituto cuya web visito se considera a sí mismo un centro eco-ambiental. Este mismo instituto cuenta con un plan de convivencia bajo cuyo paraguas se realizan «actividades de coeducación para favorecer la sensibilización en igualdad de género». Dentro de este plan de convivencia, se subsume otro plan llamado de igualdad y coeducación, cuyos objetivos, reza la web del centro, son la prevención de la violencia, asedio y discriminación por motivos de género y diversidad sexual. El plan incluye «los principios de coeducación en todas las actuaciones que afectan a la comunidad educativa», «visibilizar la contribución social e histórica de las mujeres» y «educar en igualdad para corregir pensamientos, las actitudes y los hábitos que condicionan el desarrollo personal».

Asimismo, dentro del mismo plan de igualdad y coeducación se incorporan medidas para proporcionar a los alumnos «habilidades sociales y emocionales de prevención de la violencia de género y LGTIfóbica», «educar en igualdad, alejándose de estereotipos, prejuicios y discriminaciones por razón de sexo, orientación afectiva sexual, identidad y/o expresión de género», así como formar en «la educación afectiva sexual para favorecer una educación integral, prevenir conductas violentas, evitar infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados y evitar la discriminación por orientación afectiva sexual, identidad y/o expresión de género». Hasta aquí los contenidos llamados transversales o las señas de identidad del centro en tanto centro.

Pasemos ahora a las asignaturas optativas con algún sesgo sospechosamente adoctrinador que ofrece el instituto público que consulto. La primera de ellas es Cooperación y servicio a la comunidad, cuyos saberes básicos son la emergencia climática, la biodiversidad, el consumo responsable, la igualdad y los hábitos saludables. La segunda optativa sería Igualdad de Género. La tercera sería Taller de consumo responsable, donde se fomentan entre otras cosas los «patrones de consumo y actuaciones sostenibles» o «la importancia de los impuestos». Tal cual.

Educación en Valores Cívicos y Éticos es la estrella de la corona de la LOMLOE. Esta asignatura obligatoria comprende la adopción de «actitudes compatibles con la sostenibilidad del entorno a partir de la comprensión de nuestra relación de interdependencia y ecodependencia con él». Asimismo, promueve «la educación de las emociones, el desarrollo de la sensibilidad y los afectos en el marco de los problemas éticos, cívicos y ecosociales que nos plantea nuestro tiempo», como pueden ser la pobreza en el mundo, la brecha en desarrollo entre el Norte y el Sur, el cambio climático, la violencia de género, el conflicto de Oriente Medio o las minorías sexuales o de cualquier otro tipo.

No voy a entrar en otros contenidos curriculares, cuyo sesgo ideológico es más difícil de detectar como puedan ser los libros de texto o el material didáctico de asignaturas como Historia de España, Historia y cultura de Baleares o Lengua catalana y Literatura. Para ello es imprescindible afinar más mediante un análisis pormenorizado como el que realizó hace unos años Julián Ruiz Bravo, análisis exhaustivo que puede consultarse (https://pliseducacion.blogspot.com/2019/10/adoctrinamiento-en-libros-de-texto-de.html). Este análisis, no superado hasta día de hoy, ponía de manifiesto un amplio abanico de manipulaciones, tergiversaciones y falsedades que adornaban los libros de Lengua Catalana y Literatura de las editoriales Anaya y Santillana, un sesgo ideológico meridiano que apuntalaba el nacionalismo y, en menor medida, el marxismo.

Ignoro, por otra parte, si los defensores del pin parental sólo para las actividades extracurriculares se refieren a las invitaciones que profesores de estas asignaturas tan cool como Educación en Valores Cívicos y Éticos o Igualdad de género prodigan a menudo a los activistas comprometidos con alguna de estas causas, de modo que la hora de clase se termina convirtiendo en un mitin político donde los activistas dan rienda suelta a sus obsesiones climáticas, lingüísticas, feministas, transgénero o de justicia social con el aplauso del propio profesor. En cualquier caso, poco tienen que objetar los defensores del pin parental. Porque estas soflamas en clave política a propuesta del mismo profesor siguen siendo… perfectamente curriculares.

Agenda 2030, virus ‘woke’ y pansexualización

Todos estos contenidos curriculares, desde asignaturas optativas y obligatorias hasta los contenidos transversales de centro, cubren los grandes temas que se incluyen en la Agenda 2030, el catecismo globalista que abrazan por igual el Partido Popular y toda la izquierda. El ecologismo y el cambio climático, la biodiversidad como bien en sí mismo, la diversidad sexual, la ideología de género, el comunitarismo, el consumo responsable, los hábitos saludables, la pansexualización en todos los órdenes, la sostenibilidad energética, la pobreza en el mundo o la preocupación por los agravios de todas las minorías son los grandes temas en los que se inculca a nuestros estudiantes.

Apelando al corazón y renunciando a toda vía intelectiva y racional (una vía seria que llevaría a cotejar los grandes sistemas éticos o las distintas teorías del conocimiento de nuestra civilización), los nuevos misioneros docentes se esfuerzan en transformar a los estudiantes en buenos progresistas en sintonía con los signos de los tiempos y los objetivos de la Agenda 2030. Este manual del buen progresista del siglo XXI no pasa de pura moralina pseudorreligiosa que aspira a formar no a personas críticas que piensen por sí mismos sino a hombres y mujeres emotivos y sentimentales, obedientes a todas las consignas progres y a los delirios woke.

Cuando el énfasis de la educación, como señalaba entusiasmada la ciudadana Curtó durante el debate, se pone en consejos prácticos como la «importancia» de que a los niños se les eduque a decir no cuando alguien quiere abusar de ellos, «sabiendo» que sus potenciales abusadores son los mayores más cercanos a ellos, y no se pone en cambio en formar sujetos autónomos y racionales educados ética y filosóficamente en lo mejor que ha dado la civilización occidental, es que el sistema educativo, sencillamente, ha perdido su razón de ser y hace aguas por todas partes. Más que de «centros» educativos -utilizando la terminología del Estado Cultural francés- hablamos ya de falansterios de convivencia donde lo de menos es aprender algo. Para este viaje, sinceramente, no hacen falta estas alforjas, con ratios alumnos/profesor inferiores a nueve o más de 8.000 euros anuales por plaza escolar.

El problema no es tanto lo que se hace sino lo que deja de hacerse sustituido por la inculcación de un rosario de consejos prácticos de andar por casa en materia sexual (que destruye la inocencia de los niños), buenos hábitos alimentarios, consumo responsable, sostenibilidad, protección del medio ambiente o justicia social, con resultados más bien pobres cuando no opuestos a los deseados (https://www.dbalears.cat/opinio/opinio/2024/09/26/397853/consumisme-ganduleria.html).

De nuestros institutos no salen individuos autónomos, críticos y racionales, algo que presupone una base de conocimientos de tipo ético, metafísico y filosófico de los que carecen sobre los que pensar y razonar para construir personas con criterio propio. Salen masas aborregadas que, o bien se rebotan hartos del bombardeo permanente de los mantras de siempre, o bien ingresan con su cabeza llena de ideas gregarias (Diversidad, Equidad, Inclusividad, DEI, el nuevo credo de la posmodernidad) en las facultades de ciencias sociales. Sujetos ensoberbecidos en ideologías ramplonas que no distinguen ni por asomo el significado de Verdad, Ciencia, Bien o Virtud (que al menos antes sí cultivaban las viejas humanidades) y que, devaluados sus títulos universitarios, no tienen otro horizonte laboral que ser rescatados por las administraciones públicas, siempre en socorro de los más desvalidos, a ser posible en refugios climáticos o en espacios seguros, no vaya a ser que algún fascista les lleve la contraria y les ofenda en sus sentimientos.