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LA BUENA SOCIEDAD

Mallorquines en Roma: el gran baile de Palacio

«La Fondazione Santa Francesca Romana ha il piacere di invitare le S.V. al Ballo de Beneficenza chi si terrà a Palazzo Doria Pamphilij , sabato 1 marzo 20625 alle ore 19.30, Madrine della serata Donna Paola Windsor&Donna Gesine Pogson Doria Pamphilij».

Así reza la invitación que recibimos los mallorquines invitados al gran baile que se celebra anualmente en el palacio de los príncipes Doria Pamphilij, del que ya les adelanté algunos detalles hace unas semanas para calentar el ambiente con vistas al que se ha celebrado este año, el tercero después de que la gran cita social internacional se viera interrumpida durante unos años por la pandemia.

El grupo de mallorquines que asistió al baile en el palacio de los príncipes Doria Pamphilij.

Sin duda, es una de las congregaciones de caras importantes de la gran sociedad, aquella que solo sale en los papeles cuando es irremediable, pero que es la única que celebra con grandeza los acontecimientos que marcan su paso por la vida en forma de tradiciones y ritos ancestrales que se han sabido conservar con el paso de los siglos, introduciendo eso sí, novedades que los adaptan al fluir de los tiempos.

Arribar a Palacio, uno de los auténticos palacios que se conservan como tal en el mundo y donde todavía vive con holgura la familia, en la Via dei Corso y muy cerca del monumento al fundador de la Italia unida que hoy conocemos, Vittorio Emmanuelle, la gran tarta, que es como lo conocen los romanos, construido en mármol blanco e iluminado de tal forma que con su belleza alumbra la solemne llegada de los convidados a cenar y bailar hasta altas horas de la madrugada.

Los mallorquines en uno de los majestuosos pasillos del palacio.

Se trata de personas que llegan de todo el mundo en época de carnaval, que con ilusión, traje de gala y máscaras cubriéndoles el rostro se dan cita para honrar a la Fundación y sus beneficiarios, pero también para dejarse llevar por la tradición que llevan en su ADN, heredado en muchos casos desde hace cientos de años y que se va contagiando de padres a hijos.

Esa tradición va unida a cierta solemnidad revestida de absoluta normalidad y equilibrio que es el que debe mostrarse cuando uno queda extasiado al pasar y poder observar desde muy cerca las colecciones principescas, llenas de fabulosas obras de arte creadas por los grandes maestros de todos los tiempos, y entre las que destaca, como es bien sabido, el retrato del Papa Inocencio pintado por Velázquez, considerado una obra maestra.

La princesa Gesine con su marido y la invitada de honor lady Windsor, con Sonia de Valenzuela, Mila, Blanca y María Gual de Torrella.

El Papa, un Doria Pamphilij, fue el gran impulsor de la colección que se puede contemplar y sin duda también el máximo impulsor de la fortuna y prestigio que durante siglos ha sabido conservar esta familia romana que ancla sus raíces en tiempos del Imperio. Se dice que la nobleza romana es la más antigua del mundo, junto con la española, y entre ésta, la mallorquina, que no le va a la zaga.

El grupo de mallorquines que este año ha acudido puntualmente a la cita y que no se pierde ninguna convocatoria anual de los Pamphilij estaba formado por los Balda, grandes anfitriones de sus amigos durante estos días, Sonia de Valenzuela, Maite Arias, que acudió acompañada por su hijo Eduardo San Juan Arias, Mila, Blanca y María Gual de Torrella, los Maura, Mery y Nando Maura, primos del duque de Maura, Blanca González Miranda, Andrés Cateura y Tita Muntaner, hermana del conde de Zavellá, que estuvieron acompañados por importantes cargos de la Orden de Malta, que como saben es soberana y tiene su sede en Roma.

Sonia de Valenzuela con Nando Maura.

El grupo, según me cuentan, ha disfrutado de la mejor temporada carnavalesca de las vividas en Roma hasta el momento, porque este año los Mercer Palou de toda la vida no pudimos asistir por cuestiones de agenda y no saben cómo lo sentimos, que si no se lo contaría en primera persona, que es como me gusta contarles todo lo que sucede en este mundo donde la buena sociedad todavía tiene mucho que decir. Esta buena sociedad que da título a estas crónicas diarias que no se rige sólo por estatus económico y social o por los títulos nobiliarios que ostenta u ostentaban sus antepasados. Se rige, y esa es su grandeza, porque sigue queriendo conservar, pese a todo, su esencia, que no es otra que una herencia cultural y del saber vivir que no es comparable con ninguna otra.

Un momento del magnífico bufet servido antes del gran baile.

La agenda de nuestro grupo mallorquín que se alojó en un antiguo palacio romano no podía ser más apretada. Les cuento. La primera noche asistieron a una cena en el Palazzo Cinquecento. La vestimenta exigía media gala con los señores de traje y las damas de cóctel. El sábado por la mañana tour en microbús por la ciudad eterna para callejear por todos sus rincones guiados por Andrés Cateura; a mediodía, almuerzo de gala en el Palazzo Altieri Circolo degli Schachi en el que se exigía vestimenta de media gala, los señores de traje y las señoras, tipo cóctel.

Maggie Maura con un grupo de nobles italianos.

En estos palacios almorzar en vaqueros o sin corbata está terminantemente prohibido. Por la noche se celebró el gran baile con el que he abierto la crónica de hoy y como no podía ser de otra forma, fue un gran éxito, tanto de convocatoria, tanto social como de organización.

Eduardo San Juan Arias y Sonia, con actores que animaron la velada.

La princesa Gesine y Lady Paola Windsor abrieron el baile junto a sus respectivas parejas danzando sobre la madera y los mármoles que cubren el salón, donde cada año suena el vals elegido para dar comienzo al gran momento de diversión que se espera con ansia. Los candelabros iluminados por miles de bombillas crean un ambiente mágico que no impide recordarnos las grandes frases del príncipe de Mesina, una de ellas tan definitiva como que hay que cambiar para que no cambie nada.

Agustín Pernia, Maite Arias, María Gual de Torrella.

El domingo el grupo acudió a misa en el Vaticano, ocupando un lugar destacado junto al altar mayor de la basílica, sin que el Papa Francisco pudiera estar presente debido a su enfermedad, aunque estuvo en las oraciones de todos. Ya por la tarde nuestros amigos, que lo son, y mucho, se desplazaron a Asís, donde vivieron una experiencia única.

En fin, todo es único en esta época del año en la que Roma saca todos sus brillos a la calle, antes de que comience la cuaresma que los retira. Roma sigue siendo la cuna del mundo, no lo duden.