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CRÍTICA

En el bicentenario de la ‘Novena’ de Beethoven con lleno absoluto

La Sala Magna del Auditórium acogió el concierto número 4 de la temporada de abono de la Sinfónica

El concierto número 4 de la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Baleares, que tuvo lugar el 11 de diciembre en el Auditórium de Palma, reunía las necesarias circunstancias para convertirse en un momento único, y mágico también. Aunque no se anunciara expresamente, es lícito pensar que asistíamos a la celebración del bicentenario de la Sinfonía nº 9 Coral de Ludwig van Beethoven, cuyo estreno absoluto se produjo en Viena el 7 de mayo de 1824. Por aquel entonces, afectado el compositor de profunda sordera en ambos oídos. Baste decir que en el estreno compartieron atril el mismo Beethoven y el austríaco Michael Umlauf, que oficialmente figuraba como el director. Pues bien, Umlauf dio órdenes expresas a los músicos de ignorar las indicaciones del compositor porque iba a dirigir de oídas.

Desde la mentalidad contemporánea cuesta creer que un sordo literalmente pueda concebir la complejidad sonora, de la más grande obra maestra en la historia de la música. Mucho más incomprensible todavía, desde el instante en que salimos a correr o simplemente caminar, calzados los auriculares al objeto de acompañarnos escuchando música, un podcast e incluso la radio, generándonos así una polución acústica que nos impide oír recogidamente los propios pensamientos. Desde la antigua Grecia los paseos tenían el don de enriquecer la mente. Ahí está la Escuela Peripatética de Aristóteles.

Un elemento adicional a considerar es la intencionalidad de Beethoven en lo referido al verdadero contenido anímico de esta sinfonía que no es otro que plasmar las tensiones en los debates entre liberales y absolutistas, para cerrar después con el llamado al fértil encuentro plasmado en el poema de Friedrich Schiller. De la trascendencia de aquellos debates basta apuntar la abolición progresiva del feudalismo y el antiguo régimen, además de abrir la puerta a posteriores revoluciones y contrarrevoluciones.

El compromiso de Beethoven con las nuevas ideas explica la energía desbordante que va recorriendo los dos primeros movimientos, al tiempo que el tercero viene a deconstruir buena parte lo anterior y presagiar el ansiado encuentro, yendo del allegro maestoso y el scherzo molto vivace a un adagio moderato en el que ya se presagian las primeras notas del impetuoso cantábile.

Cuentan las crónicas que una vez sordo, Beethoven empezó a componer en su interior, en su cabeza, de manera que la libertad formal que se tomó en su último período «hizo su música más bella de lo que por sí ya era». Sus auriculares estaban encarnados en su propia espiritualidad. Una libertad formal que se encuentra omnipresente en la novena sinfonía, permitiendo a quien la escucha una libre interpretación, mientras va recorriendo el relato. Cosa distinta para quienes la interpretan, porque volviendo a las crónicas, «los músicos dicen que tocar las piezas de su último período viene a ser ir escalando el Everest en comparación con su primer período».

Volviendo al Auditórium de Palma, la noche del 11 de diciembre. Todo lo que se podía observar sobre el escenario era producto local, empezando por la Sinfónica de Baleares, pasando por los cuatro solistas hasta llegar al coro dotado de una excelencia, como le corresponde a Studium Aureum, bajo la delicada batuta de Carles Ponsetí. Teníamos pues, una obra monumental, encargándose su interpretación, exclusivamente a gentes de la isla grande del archipiélago balear. Al barítono mallorquín Sebastià Serra le cupo abrir el pórtico inmediatamente anterior a la Oda a la alegría de Schiller. Pero no tardaría en entrar en acción el resto de la cuerda vocal solista insular: la soprano Marta Bauzá, el tenor Joan Laínez y la mezzo Begoña Gómez.

El cuarto movimiento concitaba todo el potencial expuesto en escena, con Pablo Mielgo convertido en maestro de ceremonias desde la tarima. Fue un final apoteósico, guiado por Mielgo con mano firme como a él le gusta. La tradición coral en Baleares viene de antiguo, y cuna asimismo de las voces solistas que han ido emergiendo. Esa conjunción de voluntades estuvo en el carácter inmenso que trascendía desde el escenario, construyendo así a cada instante una Novena para el buen recuerdo colectivo. No lo había dicho: la Sala Magna registraba un lleno absoluto. Lo necesitaba tan espectacular comunión  de sensibilidades.