Más de 200 inmigrantes marroquíes de los que invadieron Ceuta en mayo exigen una «acogida digna»
Aproximadamente unos 200 inmigrantes marroquíes, de los casi 3.000 que malviven en Ceuta desde que hace dos meses invadieran la ciudad autónoma, se concentraron este sábado frente a la Delegación de Gobierno en Ceuta para exigir una «acogida digna».
Son parte de los casi 3.000 que todavía malviven en las calles de Ceuta desde hace justo dos meses, después de la entrada masiva a través de los espigones de las fronteras de Tarajal y Benzú que separan Ceuta de Marruecos.
La protesta responde a la convocatoria de las oenegés No Name Kitchen, Maakum y Elin a petición de los propios migrantes, «para dejar de ser invisibles», han explicado desde la organización. La concentración ha respetado en todo momento las medidas de prevención ante la pandemia de Covid-19, con uso de mascarillas de los asistentes y distancia de seguridad.
Los migrantes marroquíes reclaman una acogida integral y digna ante una emergencia humanitaria «que se ha ido perpetuando en el tiempo», así como acceso al programa de Atención Humanitaria de la Secretaría de Estado de Migraciones.
«Recursos como el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), se han puesto a disposición de colectivos según su país de origen, denegando la entrada a población magrebí», denuncian, sintiéndose víctimas del «juego político» entre España y Marruecos. «España es responsable de la situación de desamparo en la que nos encontramos. Que se reconozca que nos han usado como moneda de cambio».
Reda, uno de los veinteañeros que entró en Ceuta el pasado 17 de mayo, ha ejercido de portavoz de la concentración reclamando que se detengan las redadas en las vías públicas y las devoluciones a Marruecos «ejecutadas sin seguir los procedimientos legales».
«Muchos de nosotros seguimos siendo víctimas de devoluciones forzosas de manera automática y sin garantías legales. Nos detienen a los jóvenes por la calle, a veces menores, obligándonos a subir en furgones policiales para llevarnos a la frontera, donde se nos fuerza para ser expulsados de España. Vivimos en un estado constante de alarma y tensión fruto de un estado policial en el que las redadas son constantes».
«Queremos que se nos permita trabajar, que se valoren nuestras profesiones con el objetivo de poder aportar con nuestras capacidades. Que se reconozca el derecho a migrar», rogaba el portavoz. «Si nos hacen volver a nuestro país, muchos de nosotros estaremos en riesgo de suicidio, incluido yo mismo».
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