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YouTube: Convierte sus llamas en repartidores para no cerrar su negocio durante el confinamiento

Este empresario británico ha decidido reinventarse a raíz de la crisis del coronavirus.

  • Gemma Meca
  • Licenciada en Historia, máster en Periodismo y Comunicación Digital. Redactora en Ok Diario. Cuento historias, soy amante de los astros, sigo a la luna, los TT de Twitter y las tendencias en moda. Experta en noticias de consumo, lifestyle, recetas y Lotería de Navidad.

Este empresario británico ha decidido reinventarse a raíz de la crisis del coronavirus. Matt y su pareja tienen una empresa de trekking con llamas. Invitaban a los turistas a pasear por la montaña con las llamas, en el Reino Unido era un servicio que despertaba mucha curiosidad. Con la inversión ya hecha y los animales parados en plena cuarentena decidieron hacer algo distinto. Pedir una pizza y encontrarse una llama en la puerta es posible con este nuevo servicio, las llamas que acompañaban a los turistas por la montaña, son ahora repartidores a domicilio.

Las llamas se convierten en repartidores a raíz de la crisis del coronavirus

Matt se hizo viral al aparecer en la televisión nacional. El programa lo entrevistó al comprobar el éxito del nuevo servicio que había fundado. Lo que inicialmente era una empresa enfocada en el turismo se ha visto forzada a reconvertirse. El confinamiento ha encerrado a toda la población y la única forma de poder seguir facturando es haciendo de repartidor.

Conscientes de que había muchas personas que necesitaban pedir comida o productos a domicilio pensaron en adaptarse de la mejor forma posible. Las llamas que llevaban días encerradas en el establo salieron de nuevo, pero esta vez no fueron en dirección a la montaña, sino que se encaminaron hacia la ciudad. Ver a las llamas caminando en dirección a las casas sorprendió a más de uno.

Estos animales acostumbrados a cargar con grandes pesos son ideales para el transporte de mercancías. Las llamas de Matt llevan platos preparados y alimentos en sus espaldas, no se cansan demasiado, solo disfrutan del paseo y de los mimos de sus clientes. Es imposible no ponerse de buen humor al ver a una llama de un lugar a otro repartiendo alegría y alimentos por toda la ciudad.