Natalia de Santiago: “El dinero es una de las razones por las que se rompen un montón de parejas”
Ingeniera de formación y financiera por vocación. Natalia de Santiago (Madrid, 1977) acaba de publicar un libro para gente perdida en finanzas del día a día: ‘Invierte en ti’ (Planeta). Yo, desde luego, me lo estoy leyendo de cabo a rabo a ver si me hago rica de una vez. De Santiago, no sé, debe ser una de esas amigas a las que llamar cuando quieres pedir una hipoteca, contratar un plan de pensiones o hacer alguna filigrana financiera para esquivar a Hacienda, si es que estuviera por la labor de delinquir, claro.
Vive en los Alpes con su marido y sus cinco hijas. Efectivamente, todas niñas y, ya saben, siempre dicen que somos las mujeres las que más gastamos, pero también las que más mandamos. “Si hubiera hecho números, desde luego, tendría que haber devuelto a alguna de ellas, pero ya no se puede”, confiesa riendo.
Cuando el dinero sale por la puerta, ¿el amor salta por la ventana?
Ummm, ¡buena pregunta! Sí, es verdad que el dinero es una de las razones por las que se rompen un montón de parejas, las cosas como son. Sobre todo porque es muy habitual que las parejas sean muy distintas a la hora de gestionar el dinero. Yo tengo suerte porque mi marido ni me pregunta, me deja hacer. Pero, claro, es que somos completamente distintos. Yo soy de mirarlo todo, mientras él es de no mirar nada, así que en nuestro caso funciona, aunque hay muchos casos en los que no.
Hay menos líos cuando no se comparte ni casa, ni gastos, ni presupuestos.
Es que luego hay casos muy increíbles como, por ejemplo, que, de repente, te enteres de que tu marido tiene una deuda por ahí o una cuenta escondida ¡y se está forrando! (Ríe) Así que, bueno, no sé que es peor…
Siempre decimos que una de las razones por las que no tenemos hijos es porque son demasiado caros. Tú tienes cinco niñas, así que barato, barato… No debe salirte.
Siempre digo que si hubiera hecho números, de verdad, tendría que devolver a alguna de mis hijas. Entonces, qué puedo decirte, ya de perdidos al río. Pero, eso sí, te confieso que tengo que hacer muchas cuentas porque si no fuera así… ¡No me saldrían ni de coña!
Te quedaría mucho mes y poco dinero.
Efectivamente, sí, me sobra mucho mes al final del dinero.
En ‘Invierte en ti’ hay una cosa con la que me he reído mucho. Aconsejas vigilar gastos como las aplicaciones de meditación que no usas. ¿De verdad hay aplicaciones de meditación?
Me duele mucho decírtelo, la verdad, pero así es. Es uno de esos momentos en los que veo a mi yo del futuro y pienso: venga, voy a ser una tía que se levanta por la mañana, se toma un smoothie y medita un poco. Por eso pagaba la aplicación, pero como te puedes imaginar no he meditado jamás.
¿Tenemos mucha tontería alrededor del dinero?
Hombre, sí. Hace algunos años, cuando era una de esas madres que iba de acá para allá con el carrito y compraba esto, lo otro y lo otro, se tomaba un café allí y otro allá, me dio por echar cuentas de todo lo que estaba gastando y ¡casi me desmayo! Acto seguido, mira, me compré una cafetera carísima porque pensé: “¡Me estoy arruinando sin enterarme!”.
Cuando abrí tu libro, eché un vistazo al índice y me fui directamente al epígrafe: “¿Alquiler o compra?”. Este es un tema peliagudo en las reuniones de amigos, eh, casi como toros sí o toros no, pero me diste una alegría porque yo vivo de alquiler.
¡Pues eres muy moderna! Realmente, la obsesión que hemos tenido en España con la compra de vivienda es porque había una burbuja inmobiliaria. Si no hubiera habido esa burbuja, no hubiéramos tenido esa sensación de que la vivienda sube siempre y es la panacea. ¡Es que no lo es! La realidad es que algunas casas si te pueden ir muy bien, pero no necesariamente, así que ver la vivienda como una inversión es súper peligroso porque hay personas que se meten en casas que no se pueden permitir, con unas hipotecas desorbitadas y luego vienen los problemas. Por eso, por ejemplo, en otros países se compran las casas con edades más adultas, no cuando vas a independizarte.
¿Cuál es la edad ideal para comprar?
No hay edad ideal. Lo que pasa es que, y esto es así, cuando pasas una cierta edad, que es lo que me está pasando a mí, las hipotecas que puedes pedir son muy cortas y las cuotas se ponen muy peligrosas. Entonces hay que intentar que te den, por lo menos, hipotecas a 20 años o a veintitantos años. Así que, bueno, creo que entre los 40 y los 45 años empieza a estar bien, pero no hay necesidad de comprar ni con 20 ni con 30 años. A ver, si te salen los números, sí, pero…
¿Hacienda nos quiere bien o nos quiere mal?
Hacienda, como yo digo, es mi princesa prometida y siempre la tengo presente. Es que es muy curioso: Hacienda jamás se va a olvidar de ti, así que es mejor tenerla siempre presente y tener en previsión que aparecerá. No entiendo a esa gente a la que le pilla siempre la declaración del IVA por sorpresa, ¡pero si ya sabes que va a venir! Hay que tener un poco de previsión cuando, por ejemplo, se tienen productos de inversión o de ahorro a largo plazo porque la fiscalidad a veces te lo cambia todo.
Tú vives en los Alpes, ¿la cultura financiera de allí y de aquí son muy distintas?
Nosotros aquí tenemos más cultura de ahorro, pero la realidad es que la falta de educación financiera está en todas partes. Es un problema universal, no hay ni un país que apruebe, suspenden todos. No es que los españoles seamos unos gañanes ni nada eso, es que todo el mundo suspende porque hay poca formación financiera.
¿Qué es ahorrar como los ricos? ¿Los pobres gastamos con más alegría?
Los ricos ahorran como una prioridad, lo que pasa es que le ponen otros nombres más molones, así no queda tan rancio eso de ahorrar. ¡Pero ahorran de manera planificada y premeditada! Hay que ahorrar una cantidad fija realista a principio de mes, no ahorrar lo que te sobra al final de mes. Así no vuelves a ver ese dinero más y no lo quieres gastar.
Y no nos confiamos en que lo tenemos en la cuenta a medida que va terminando el mes.
Eso es. Ese es el error. La gente tiene capacidad de ahorro, lo que pasa es que cuando todo va bien se nos olvida ahorrar y nos ponemos optimistas. ¡Venga otra casa, un coche, un yo que sé! Y se nos olvida, luego vienen los sustos. Debemos tener la opción de tirar de ahorros cuando va mal.
Según tu experiencia, ¿cómo ves el manejo de los presupuestos de los gobiernos? ¿Mucha fuga?
La cuestión es que no siempre les cuadran las cuentas. A los gobiernos les pasa como a las personas, en épocas buenas nos creemos invencibles y creemos que todo va a ir fenomenal y sólo nos acordamos de ahorrar cuando van mal. Eso es un problema porque las crisis tienen la mala costumbre de regresar siempre.
Hoy leo que el Gobierfno de Sánchez ha contratado a un maquillador por 20.000 euros. Pero, vamos a ver.
Bueno, si está en los Presupuestos… Es decir, si por lo menos lo podemos ver y saber, al menos lo podemos reprobar o discutir, lo malo sería que encima se lo dieran bajo manga.
Vamos a la jubilación: ¿Ahorro? ¿Debo preocuparme?
Haces muy bien en preocuparte, sí. No es que no vaya a haber pensiones, pensiones va a haber, pero se van a ir deteriorando y cada día van a ser un poco peores en proporción con el sueldo que tenías antes de jubilarte.
Y ahí es cuando vamos a los planes privados de pensiones.
¡Uf! Este es un tema complicado porque está cambiando la legislación con el Pacto de Toledo, están viendo que su fiscalidad sólo beneficiaba a las rentas altas. Ahora mismo es el momento de ahorrar, pero además de los planes de pensiones hay otros productos de ahorro a largo plazo, seguros de ahorro vital, fondos de inversión o cosas así.
¿Para ti qué es la riqueza?
Para mí es la capacidad de consumir en el futuro. Lo interesante no es poderte ir a las Maldivas, sino tener la capacidad de ir este año, el que viene y el siguiente. Es decir, tener un estilo de vida que puedas mantener en el largo plazo y, desde luego, dentro de ello poderte permitir ciertos lujos.
¿Cuál es el mayor lujo que te has dado tú?
Te confieso que soy de echar números, pero también soy muy echada ‘palante’. De hecho, espero poder pagarme un viaje a EEUU el año que viene, pero piensa que en casa somos siete y eso, económicamente, ¡es una barbaridad! Me doy caprichos de vez en cuando, esa es la verdad.
¿No hay que avalar ni a Dios (ni a Peter)?
¡Qué bonita forma de acabar con una amistad! A ver, esto es como todo, si un amigo lo necesita, ¿por qué no lo vas a hacer? En España, además, somos muy de ayudar y eso está muy bien. Es más, creo que en muchas crisis no llega la sangre al río precisamente porque nos apoyamos un montón unos a otros. Igual no somos muy ahorradores, pero sí somos de echar una mano a los seres queridos. Pero, bueno, hay que pensarse muy bien a las personas a las que avalamos. Sólo debemos avalar con aquellos ahorros que se tienen y no se necesitan.
Es mejor no dejar dinero, a mí luego me da vergüenza pedirlo de vuelta.
¡Sí! Además, hay gente que tiene el don de hacerte sentir mal e incómodo cuando se lo pides, ¿verdad? ¡Pero si el dinero es mío!
Te propongo un spin-off para el próximo libro: Finanzas para divorciados. ¡Lo petas!
¡Finanzas para después de la guerra! Tienes razón, eso no lo he tratado, pero es una buena idea porque la cosa se complica cuando hay niños, propiedades y pensiones que discutir. Me acabas de dar la saga, fíjate tú.
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