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Las claves para abordar las enfermedades crónicas de la piel

"La innovación terapéutica está abriendo una ventana de oportunidad para mejorar la vida de los afectados, ofreciéndoles tratamientos avanzados y adaptados al desarrollo preciso de su enfermedad".

"Los dermatólogos tenemos la posibilidad de mejorar los objetivos terapéuticos existentes en la práctica clínica y poder ambicionar un control completo y prolongado de estas enfermedades".

Las enfermedades inflamatorias dermatológicas, también denominadas «inmunomediadas» entre las que se encuentran, entre otras, la psoriasis y la dermatitis atópica, provocan un importante impacto en la calidad de vida de quienes las padecen, a pesar de que socialmente se suelen considerar enfermedades leves que «solo afectan a la piel».

Sin embargo, desde hace tiempo sabemos que se trata de patologías crónicas y sistémicas, pues subyacen alteraciones en múltiples células e intermediadores del sistema inmune que están presentes no solo en la piel sino en muchos otros órganos y sistemas por lo que sus manifestaciones y consecuencias van mucho más allá de la dermis. Impactan profundamente en la calidad de vida de los afectados, tanto física como emocionalmente. El picor provoca episodios de insomnio, nerviosismo y estrés que condicionan gravemente la vida de algunos pacientes, y las marcas visibles de estas enfermedades dejan una huella profunda y difícil de borrar en su autoestima y su confianza. Toda esta sintomatología influye en muchas ocasiones en sus relaciones laborales, formativas y sociales.

Además, a estos síntomas se suman los asociados a comorbilidades comunes de las patologías inflamatorias de la piel, entre las que se encuentran el asma o la rinitis en la dermatitis atópica o la artritis psoriásica, aparte de trastornos emocionales, como la ansiedad o la depresión, que aumentan sustancialmente entre estos pacientes. Estudios recienten han demostrado incluso mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

La innovación terapéutica está abriendo una ventana de oportunidad para mejorar la vida de los afectados, ofreciéndoles tratamientos avanzados y adaptados al desarrollo preciso de su enfermedad. Es llamativo que, a pesar de que en los últimos años se han desarrollado herramientas encaminadas a medir el impacto de los medicamentos con alto valor Terapéutico (VALTERMED) o los informes de posicionamiento terapéutico, de carácter nacional, el acceso a las terapias existentes difiere entre las diferentes CCAA y provoca que no todos los pacientes puedan acceder al tratamiento más eficaz para su caso y que existan importantes variaciones de una región a otra. Lo que se ha venido a llamar la «medicina según el código postal».

Síntomas como el prurito o el impacto en la calidad de vida, a priori difíciles de objetivar, pueden medirse de una manera uniforme a través de los llamados PROs, por sus siglas en ingles «resultados comunicados por el paciente». Desgraciadamente la incorporación de estos PROs en las políticas de acceso a fármacos aún es muy limitada en nuestro entorno, perdiendo en ocasiones la oportunidad de mejorar la vida de estos pacientes de forma sustancial.

En el caso de la psoriasis, por ejemplo, actualmente están apareciendo nuevas opciones terapéuticas que permiten el aclaramiento completo y duradero de la piel. Muchos de estos pacientes nos cuentan en consulta que se sienten juzgados u observados cuando tienen un brote fuerte y sus lesiones se hacen más visibles. Solo hace falta hacer una pequeña búsqueda de imágenes en Google para entender lo que puede suponer para la autoestima de los pacientes con psoriasis, eliminar las señales visibles de su enfermedad.

En el ámbito de la dermatitis atópica, también se están dando importantes avances, especialmente en el control de prurito o picor, uno de los síntomas que más afecta a la calidad de vida de los pacientes. Las nuevas terapias también están permitiendo obtener una respuesta cada vez más rápida y eficaz, lo que supone una evolución respecto a las perspectivas de manejo de la enfermedad.

La investigación y la innovación en el ámbito de las patologías inflamatorias de la piel avanza día a día. Gracias a ello, los dermatólogos tenemos la posibilidad de mejorar los objetivos terapéuticos existentes en la práctica clínica y poder ambicionar un control completo y prolongado de estas enfermedades.

Trabajando para conseguir una intervención temprana, garantizando un acceso equitativo al tratamiento y realizando un seguimiento médico constante de la patología marcaremos un antes y un después en la vida de estos pacientes. Tanto ellos, como los profesionales sanitarios tenemos que aspirar a obtener siempre mejores resultados; juntos podremos reducir al mínimo el impacto físico y emocional que estas patologías tienen en su calidad de vida.

Dr. José Juan Pereyra, jefe de Sección de Dermatología en el H. U. Virgen del Rocío de Sevilla y profesor Asociado de Dermatología de la U. de Sevilla