¿Ha vuelto al PP el mal llamado ‘sorayismo’?

Me divierte mucho la preocupación obsesiva de mi colega y amigo Paco Marhuenda respecto a que el mal llamado sorayismo ha vuelto al poder de Génova 13.

No estoy de acuerdo con la mayor. Soraya Saénz de Santamaría, abogada del Estado, mujer castellana cabal y suficientemente preparada, fue, en efecto, un puntal al lado del presidente Mariano Rajoy; primero, al frente del Grupo Parlamentario como portavoz. Más tarde como vicepresidenta del Gobierno , una especie de vicetodo de la que Rajoy echaba mano para resolver los problemas más perentorios y acuciantes. 

Cada cual puede tener, faltaría más, la opinión que desee sobre el paso de Sáenz de Santamaría por la vida pública. Tendrá sus errores/aciertos y viceversa pero no se puede poner en almoneda su patriotismo, su capacidad de trabajo y, en cualquier caso, su nivel técnico. Por ello, me parece una pésima interpretación comparar aquella realidad descriptible con algunos de las actuales ambiciones al lado de Alberto Nuñez Feijóo.

Yo creo que Marhuenda se refiere fundamentalmente al portavoz nacional del PP, Borja Sémper, al estimar que no representa el guipuzcoano ni a la militancia ni a los votantes del PP en su mayoría. Pudiera también referirse a la nueva incorporación, Alberto Nadal, como jefe del área económica. Ambos son gente que sabe lo que es la vida política y el último tiene una tarjeta de golpes técnicos acreditada.

Hubo sorayos que trabajaron en el cosmos de la vicepresidenta que fueron brillantes y probos servidores del Estado; por citar tan solo algunos ejemplos, Fátima Báñez, Roberto Bermúdez de Castro y un larguísimo etcétera. Otra cosa sea que un tal Alfonso Alonso, al que Soraya hizo ministro de Sanidad, acabara trabajando a las órdenes de Pepiño Blanco. ¡Que ya es decir!

Feijóo ha intentado y conseguido rodearse de un grupo de personas preparadas, con relativa experiencia y de confianza como no puede ser de otra forma. Gentes del Partido Popular, de antes y ahora, es la gran Cuca Gamarra. 

Etiquetar cuando el cordero todavía chozpa por el monte se me antoja un ejercicio inane.