Tres bailarines plurinacionales
La Constitución y las instituciones que más respeto merecen, han sido agredidas, o subestimadas, durante los últimos meses, por ese maniquí en funciones que vive atrincherado en la Moncloa, carente de conocimiento válido para gobernar a una gran nación conocida por España. Obviamente, hablo de Pedro Sánchez, quien parece no haber asimilado el Artículo 2: “La Constitución se fundamente en la
indisoluble unidad de la Nación española, patria común/indivisible de todos los españoles”. Tan incoherente maniquí, en disfunciones graves, propias para ser admitido con urgencia en un psiquiátrico, se apunta al ritmo cachondo del mambo que le marca el bailón, Iceta, su erótico profesor de danza que le lanza a flipar y soñar con un país promiscuo y chévere, repleto de plurinacionalidades.
Entre bobos anda el juego (sucio) y como no hay dos, sin tres, se suma al futuro triunvirato, otro danzarín plurinacional fuera de sus cabales, el muy cobarde en fuga, Puigdemont. Traidores todos, a las normas constitucionales. El loco de Waterloo, insulta a nuestro país mientras medita y baraja – con tal de eludir la justicia que lo meterá entre rejas cuando pise suelo patrio – largarse a Thailandia, tierra de opio y prostitución, para difundir allí el cuento chino de que España es un estado opresor, o sostener aquí, en la alegre Bruselas, que no regresa a Cataluña por temor a ser fusilado. Menuda mierda de líder tenéis los separatistas para llevar a cabo una revolución. Así os va.
A tres primos hermanos, y bailarines, Iceta, Puigdemont y Sánchez, por orden alfabético, nadie más les cree, pues hace muchos años que perdieron toda credibilidad. Entre otras razones, porque Sánchez no cree en lo que dice: “Cuando digo las cosas, las cumplo”. Y porque Iceta, el blando de cadera, ni tan siquiera cree en sí mismo. Y porque el furtivo Puigdemont, subsiste a duras penas, recaudando fondos de unos incautos a los que estafa para sobrevivir. Los tres bailarines plurinacionales, que se estremecen y gozan con la idea de una futura nación subdividida, como si España fuera un queso que se reparte en porciones, pueden irse a buscar el orgasmo a otra parte.
En el desfile de las Fuerzas Armadas el director del ballet apareció a cuerpo valiente, sin sus bailarines de máxima confianza, a los que sólo presenta venida la hora de atenazar votos. El trilero, Sánchez, fue recibido con pitos y despedido con gritos de “¡hijo de puta!”. Al ser un ególatra de extenso recorrido, un lerdo con coraza, recibió las afrentas como vítores. Según su adivino personal, este mindundi nos llevará a una ruina peor a la que nos arrastró el iluminado de ZP.
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