Un tipo innoble nos tiene secuestrados
Esta nueva prórroga del Estado de Alarma no es tal; es un auténtico secuestro político. O ¿de qué otra manera se puede llamar un presunto confinamiento que, con “cero” muertos oficiales, impide viajar, por ejemplo, de Madrid a Guadalajara, cincuenta kilómetros aproximados de distancia? Sánchez, un tipo innoble, necesita el secuestro político a que nos tiene sometidos para seguir vigilándonos, para machacarnos con decretos que nos aligeran la cartera. Es un secuestro político que, como afirman dos políticos de la oposición (un dirigente actual del PP y otro que recientemente se ha fugado del colaboracionista Ciudadano) “está realizado por un tipo sin escrúpulos”, “un cochino” le dice uno de los dos. Seremos bondadosos: se supone que se refiere a la tercera, cuarta y quinta acepciones que fija para el término “cochino” la Real Academia España y que parecen pensadas para el Gobierno del embustero Sánchez y de su socio del “golpicomunista” Iglesias.
Reza la tercera acepción: “Sucio, desaseado o asqueroso”. Elijan los lectores su adjetivo preferido; quizá el último sea el más adecuado. La segunda acepción se refiere al individuo (o individua, ¡por Dios, no me cuelguen más de lo necesario las feministas enragès!) “despreciable, miserable o ruin”. En este caso, puede ser “despreciable” el calificativo más idóneo. Y, en tercer lugar, la RAE, ya casi de rondón incluye dos prácticos sinónimos: “grosero o indecente”. Escojan también el vocablo que más se ajusta al escándalo que han protagonizado los social comunistas en esta última prórroga del cansino “Estado de alarma” del que aún continuamos presos.
Sánchez ha protagonizado la enésima pirueta en modo embuste, diciendo, con el mayor de los desahogos, que “esta será la última prórroga”. Otra etapa más del secuestro con el que nos tiene confinados. ¡Cómo miente este sujeto! Cuando solicitó la tercera ya quiso embaucar a la concurrencia parlamentaria con que esa era “la definitiva”; falso, llegó la cuarta. Pero es que el 16 de mayó volvió a subirse al sitial de portavoz para, con faz de humilde víctima del maldito virus, asegurar que “esta va a ser la última”. Mentira: ya estamos cumpliendo la sexta. Dentro de nada, cien días de secuestro. Por eso de entrada, les aviso: no se fíen de él, puede que, en quince días, ahíto artificialmente de un dolor que no le acompaña, regrese y pida una “última” que naturalmente le votará Ciudadanos, no sin antes llamarle de todo menos bonito. Esta falsedad seguramente que merecerá por parte de todos ustedes esta nota: indecente, que fue por cierto la tronante voz que utilizó Sánchez en un debate para señalar al pobre y despistado Rajoy. Que nadie se mese pues los cabellos cuando ahora se recupera la expresión para depositarla en la mochila de insultos del aún presidente.
En esta postrera tesitura, Sánchez ha insistido en mentir a todos, tirios y troyanos: desde luego al público en general y más concretamente a su incomprensible socio: los marginales resistentes de Ciudadanos. Empiezo por lo más pequeño: en la negociación que la convaleciente Carmen Calvo ha llevado con dos personajes muy desconocidos de los naranjitas, Carlos Cuadrado, el contable de Rivera que no puede volver por Brasil, y Edmundo Bal, que un día se caerá del guindo y se quedará hecho trizas, ésta les ha prometido una desescalada con movilidad idéntica para todas las regiones. ¡Más mentira! Solo los “gizon”, los hombres, y las “emakumeem”, mujeres, también los “haurrak”, vascos podrán salir y entrar de sus casas como mejor les venga en gana, o sea, viajar incluso “al Sur”, Vitoria y más abajo aún, como retrataba el entrañable Kepa Errejalde en los interminables “Ocho apellidos vascos”. Solo ellos los que han sido liberados del secuestro sanchista, los demás seguiremos pendientes de lo que el insufrible dúo Illa-Abalos determine. Es decir que, para su nuevo voto a favor, Sánchez le ha vendido a la primípara Arrimadas un chicharro de ocho días. Otro embuste.
Y no es el principal. Este Gobierno de Sánchez y Marlaska, cogido finalmente con el carrito de los helados, ha ingeniado una respuesta propia de carotas irredentos destinada a supuestos imbéciles, el resto de los españoles, para, mintiendo de nuevo, asegurar que él, ministro del Interior, no exigió al coronel Pérez de los Cobos información alguna sobre el documento que para la juez Rodríguez-Medel trabajaba la Guardia Civil. Otra falsedad; personalmente no por ahí no paso: mal está que este par de sujetos nos falsifiquen la realidad durante el secuestro, pero, como denunciaría el clásico de todos nuestros inveterados chascarrillos: “No me echen el aliento en el cuello”. Ya verán con el tiempo, después del largo y cálido verano que se nos avecina, todo será de otra manera para ustedes, los gobernantes del Frente Popular; sus mentiras ya están recogidas en forma de demandas y querellas en varios tribunales, van más de cuarenta. Aún llegarán más, otras, a mogollón. Me dice un abogado del bufete Cuatrecasas, no tan alejado nunca del poder, que la injerencia de Markasa en las labores de la Policía Judicial que dirigía el citado coronel, puede que no tenga demasiado recorrido judicial porque el hecho de que el documento susodicho no haya sido obtenido por vías legales, puede ayudar al abogado de Marlaska a obtener de un tribunal la sentencia del “esto no da para más”. Habrá que verlo.
Hay un precedente: el Gobierno de Felipe González se fue de rositas de sus negros dineros de Filesa y de los crímenes del Gal. Pero aquel PSOE perdió todo su crédito popular y se fue al garete en las urnas. ¡Quiera la Providencia que en este caso ocurra igual! Ya nadie cree a estos gobernantes, hasta el punto de que, por ejemplo, ni siquiera los empresarios de la CEOE se molestan en contestar a la falsa propaganda de Moncloa: “Hemos recuperado las relaciones con los empresarios”. Otra mentira. La CEOE solo se sienta con los advenedizos del mercader Redondo en una mesa sencillamente técnica para hablar de qué se hace con los ERTES a final de este mes. Para nada más.
Escribiendo como escribo secuestrado por este presidente que tanto se merece la calificación antedicha, termino con una cita culta, ustedes disimulen: “La mayor parte de ellos son marranos…pues los marranos son seres que nada cierto sostienen, ni en nada cierto creen”. Lutero hablaba así de un papa, el valenciano Alejandro VI, ejemplo de todas las maldades que en el mundo puedan existir. Era más que el jefe de la Iglesia Católica, el jefe de los marranos, de los cochinos que le servían. Parece que el ayer fuera hoy.
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