Putin y Cataluña
Tiene gracia que la administración de Putin, el gran represor de cualquier pulsión separatista dentro de las fronteras rusas, esté siendo investigada en la Audiencia Nacional por su colaboración con el independentismo catalán durante el ´procés´. Algo que, en realidad, no debería sorprendernos porque se trata de una estrategia calcada a la desarrollada por el Kremlin en Ucrania, donde los tejemanejes rusos forzaron a Kiev a negociar una descentralización en favor de las aspiraciones regionalistas prorusas. El presidente Putin alienta sin demasiado disimulo las aspiraciones de aquellos a los que aplastaría si tuvieran pasaporte ruso.
Conviene recordar el análisis que el propio Putin hizo del golpe de Estado bolchevique de 1917. En una intervención en el año 2016, el presidente ruso critico la represión llevada a cabo por Lenin, así como el asesinato del zar y su familia, en una intervención que levantó ampollas en el partido comunista. No obstante, el epicentro de su crítica se centró en lo que definió como “el error histórico” de incorporar en las constituciones soviéticas el derecho de autodeterminación de las distintas republicas. Para el mandatario ruso, la creación de autonomías nacionales puso “bajo el edificio llamado Rusia una bomba atómica que finalmente explotó». Y ello pese a que la propia Unión Soviética se constituyó como un `supraunión´ de repúblicas comunistas. En esa misma dirección, en 2015, fue noticia en todo el mundo la detención de la activista rusa, Daria Poliudova, partidaria de una mayor autonomía para la región de Krasnodar. Previamente, el gobierno ruso había aprobado una ley que contemplaba como delito “incitar a cualquier acción que amenace la propia integridad territorial del país”. El caso de Poliudova fue el primero de una larga lista de represaliados a raíz de la aprobación de esa ley.
Otro apunte biográfico interesante sobre Putin es su doctorado en Economía. Aunque su tesis sea más conocida por las sospechas de plagio que la rodean, su contenido es toda una declaración de principios. En ella, el líder ruso profundiza en el reposicionamiento geoestratégico de Rusia a través de sus materias primas. Putin es un halcón sin escrúpulos en el tablero internacional y, prueba de ello, es como sus tentáculos han llegado hasta Cataluña. Gran conocedor del terreno que pisa es consciente de que devolver a Rusia su hegemonía pasa por debilitar sin contemplaciones a sus enemigos y, más importante aún, preservar a toda costa la unidad nacional como un bien supremo. No me imagino a Putin sentándose a negociar un gobierno en coalición con, por ejemplo, los independentistas siberianos. No veo a Putin a lo Pedro Sánchez, sinceramente, no me lo imagino.
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