Opinión

Pilar R. Losantos: «Junqueras le ha cogido cariño a la cárcel»

Parece ser que el ex presidiario Oriol Junqueras disfrutó mucho de su estancia en Estremera y del proceso de españolización al que le sometió la población reclusa a la que, por supuesto, nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por su labor educadora con los golpistas. Y precisamente porque fue inmensamente feliz entre rejas, tanto en su estancia en Madrid como en ese hotel de cinco estrellas de gran lujo en el que convirtieron la cárcel de Barcelona en la que le trataban como si fuera Pablo Escobar en una prisión colombiana controlada por él mismo, ha decidido que quiere volver a probar, a ver si así aprende a solfear con precisión el himno de esta España suya, esta España mía, esta España nuestra que tiene el honor de ser patria compartida para todos.

El golpista ha decidido hacerle caso a Pedro Sánchez e imbuirse del espíritu de convivencia de la Ley de Amnistía, y por eso en el proceso de fraternización con el resto de españoles nos va a honrar con un nuevo golpe de Estado.

Porque los socios del sanchismo son así: delincuentes, sí, pero con un código moral inquebrantable. Ellos no cambian de opinión y por eso no mienten, y como siempre han manifestado su voluntad de destruir España desde dentro van a ser consecuentes con sus ideas y van a intentar que el 1 de octubre sea un juego de niños en comparación con la que van a preparar.
Y por supuesto la culpa no es suya, porque la razón de ser del independentismo es conseguir la independencia de Cataluña incluso a costa del bienestar personal de sus dirigentes (o, mejor dicho, para mejorarlo), por lo que no podemos culparles por intentar alcanzar aquello para lo que nacieron.

Pero que el golpismo quiera incurrir en el golpe no es justificación alguna para que el gobierno central lo incentive. Porque lo que está haciendo Pedro Sánchez indultando a Junqueras y amnistiando a Puigdemont, mientras ambos no dejan de repetir que lo van a volver a hacer, es incentivarlos a repetir la jugada. El presidente del Gobierno de España le está explicando a aquellos que quieren destruir España que van a tener impunidad total hasta que consigan sus objetivos, porque como el único bien que Pedro Sánchez quiere proteger es el propio Pedro Sánchez la independencia no va a ser obstáculo alguno para nadie. Y si para eso hay que desmembrar el Código Penal, se desmembra. Si para eso hay que indultar a sediciosos condenados, se les indulta. Si para eso hay que amnistiar a delincuentes prófugos de la justicia, se les amnistía.

El discurso de Puigdemont en Francia es una humillación para España de un calibre inconmensurable, pero más humillante aún es que Pedro Sánchez le rinda una pleitesía cortesana propia de los maseteros de finales de los 90 que desde Madrid aún miraban con cierto complejo a una Cataluña que entonces lo era todo y ahora no llega ni a ser nada.

Este delirio sanchista tiene que acabar con urgencia porque desgraciadamente el humillado por el golpismo no es Pedro Sánchez: es usted, soy yo y son los 50 millones de españoles restantes que seguimos siendo rehenes de un aspirante a autócrata que no tiene ni medio escrúpulo.

Ojalá encontremos pronto la solución. Porque, si no lo hacemos pronto, acabaremos siendo parte del problema.