La imbecilidad como forma de hacer política

Agárrense. Luzmarina Dorado, portavoz de Adelante Andalucía, ha pronunciado una de las frases más chorras y surrealistas de la historia del parlamentarismo mundial: «Montar a caballo -ha dicho la diputada podemita andaluza- es una de las formas más usuales de explotación que tiene el Estado español». Inconmensurable.

Según Dorado, la práctica ecuestre es una actividad que «despierta tantas pasiones en contra como otras formas de explotación animal», porque el empleo del caballo se debe a una «racionalización moderna de un mito heredado que consiste en la falsa creencia de que los caballos tienen algún tipo de vínculo mutualista» con los seres humanos. Y añadió: «Pero ese vínculo no es tal puesto que de las dos especies, una de ellas no es libre».

La sesuda reflexión de la parlamentaria de extrema izquierda pretendía justificar su opinión de que es necesario un cambio en la manera de atraer al turismo a Andalucía, ya que gran parte proviene de los espectáculos ecuestres que, según ella, son una forma de explotación animal. Sólo desde un sectarismo ideológico de caballo o desde la imbecilidad política más absoluta se puede defender un argumento tan disparatado como el de Luzmarina Dorado. Hay debates parlamentarios que deberían formar parte de la antología del disparate.

La opinión de la diputada podemita engarza con la del director general de Protección Animal, Sergio García Torres, un activo animalista colocado en el puesto por Pablo Iglesias que se declara vegano y que defendió que el hombre es «el único mamífero que le roba la leche a otra especie», porque «para que haya leche hay que quitársela a un ternero».

Que Podemos siga insistiendo en estas mamarrachadas con la que está cayendo en España demuestra hasta qué punto a la formación populista de extrema izquierda vive en un mundo paralelo. Así les va. Incapaces de gestionar, se dedican a esto. A cuestionar que se monte a caballo porque es «una de las formas más usuales de explotación del Estado español»