Opinión

Goebbels versus Mazón

Ciertamente, para defender en estos momentos a Carlos Mazón se ha de dar al menos una de las siguientes cuatro condiciones que no son necesariamente excluyentes: que seas familiar directo, su íntimo amigo, que estés de la olla y te encuentres más cerca de ingresar en Ciempozuelos que de quedarte en tu casa o que vayas de quijote por la vida. Como quiera que no soy pariente suyo, tampoco amigo del alma, ni desde luego estoy más pallá que pacá, intuyo que lo mío/nuestro va más de masoquismo que otra cosa. Porque lo más cómodo, como en tantas otras cosas en España, es ponerte en el lado de los antimazonistas y no digamos ya situarte a la cabeza de la manifestación. En nuestro país la vida es bella si eres de izquierdas y un auténtico infierno si osas situarte a la derecha del tablero político. Como comprenderán, no hablo de oídas.

Creo que nadie duda de que si en OKDIARIO pensásemos que el presidente de la Comunidad Valenciana es culpable le hubiéramos dado hasta en el cielo del paladar. Hemos dado sobradas muestras de que no nos casamos con nadie. Ni con los de enfrente ni con los que piensan como nosotros. Lo hemos demostrado en Kitchen, con el vídeo de la cleptómana Cristina Cifuentes, con esos peperos siempre encantados de dar la razón al enemigo, con no pocas decisiones de Vox, con el caso Juan Carlos I y, por qué no, también con las golfadas del delincuente de Pablo Iglesias, noticias todas ellas que nos trajeron demasiados problemas y no pocos linchamientos. Lo más sencillo habría sido mirar hacia otro lado para vivir tranquilos pero este proyecto de periodismo sin miedo nació para contar lo que los otros callan por temor reverencial al poder de turno, por dinero o por complejo.

Con Carlos Mazón nos ocurre lo mismo pero a la inversa. Si nos hubiéramos sumado al mainstream general, a la lapidación del político alicantino, nos hubiera ido mejor, incluso entre buena parte de nuestros propios lectores que hace tiempo decretaron la muerte política del personaje. Porque en honor a la verdad a la izquierda hay que reconocerle que en propaganda goebbelsiana, eso que ahora se denomina eufemísticamente «relato», son unos campeones del mundo. Cuestión que ponen de moda, cuestión que va a misa, y naturalmente siempre con el indisimulado ánimo de matar a la fascistoide derecha. Algún tonto interpretará estas explicaciones como excusas que evidencian una autoinculpación pero, obviamente, son lo que son. La verdad. Punto.

A la izquierda hay que reconocerle que en propaganda goebbelsiana, que ahora se llama eufemísticamente «relato», son campeones del mundo

Emulando a Jack El Destripador es conveniente ir por partes. Que Carlos Mazón fue un pardillo o pecó de exceso de confianza el 29 de octubre del año pasado ya no lo discute ni el que asó la manteca. Cuando a la una de la tarde se están inundando Requena y Utiel, que no son precisamente pueblitos, lo aconsejable es quedarte en el despacho por si las moscas o plantarte allí con las preceptivas katiuskas. Y si te vas a almorzar, sea con Maribel Vilaplana o con el mismísimo Papa de Roma, no te pasas tres horas. Hasta un imberbe político de las Nuevas Generaciones del PP lo entendería pero ya se sabe que todos los políticos pecan de exceso de confianza cuando alcanzan el poder. Entre otras cosas porque carecen de gente a su alrededor que les recuerde permanentemente que son mortales.

Dicho todo lo cual hay que señalar que a un piloto no le puedes responsabilizar primariamente de un accidente aéreo si el radar estaba averiado y si desde la torre no le avisaron que estaba más cerca de tocar tierra de lo que marcaban los aparatos. Se le podrá echar en cara que no ha sabido aterrizar manualmente el avión pero no de haber fallado obrando toda la información a su alcance. Esta metáfora sirve perfectamente para describir lo que aconteció ese martes negro para olvidar que fue el 29 de octubre del año pasado.

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), cuya presidenta, María José Rallo, continúa en su puesto más chula que un ocho, vaticinó que en Valencia «se pueden superar de forma local los 150-180 litros por metro cuadrado en 12-24 horas». No está precisamente de más recordar que en las zonas más castigadas cayeron entre 500 y casi 800 litros por metro cuadrado. La prensa zurda entendió que ese «se pueden superar de forma local los 150-180 litros por metro cuadrado» exculpaba al organismo público. Una cínica imbecilidad como otra cualquiera: por esa regla de tres la AEMET también se habría ido de rositas si la precipitación hubiera sido de 5.000 litros por metro cuadrado o si fuera de 50.000 ó 100.000. Esto me recuerda no al «no vamos a tener más allá de algún caso diagnosticado» de Fernando Simón sino a esos pronósticos ulteriores que hablaban de «miles de víctimas mortales» por el Covid. Claro que «miles de víctimas mortales» también pueden ser 130.000 fallecidos, como finalmente hubo, 500.000, 800.000 o, por qué no, 999.999. Por relativizar que no quede.

Si la AEMET te proporciona unos datos y pronostica un temporalito y no la DANA que provocó más de 200 muertes, es normal que actúes a ciegas

La AEMET añadió que el temporal abandonaría la provincia de Valencia «a las 18:00 horas» para adentrarse en Cuenca. Un detalle no precisamente baladí que justificaría la permanencia de Mazón en la desgraciadamente famosa comida de El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana. Por cierto, lo que nunca nadie ha contado hasta ahora, o por lo menos yo no lo he leído, es que la tal Rallo fue una de las manos derechas de José Luis Ábalos en el Ministerio en su calidad de secretaria general de Transportes. ¿Curioso, no?

El titular esa mañana de la web de RTVE, que en estos momentos no es precisamente sospechosa de morir de amor por el PP, dejaba bien claro que sería un temporal más: «El tiempo de hoy 29 de octubre, una DANA pone en aviso a todo el Mediterráneo por fuertes lluvias». La noticia se basaba en las previsiones de la AEMET y está fechada a las 8:46. Y en el mapa que publicaba el ente público se contempla claramente cómo Valencia no figuraba en alerta roja, tampoco naranja, sino amarilla. Vamos, que daban a entender que la vida seguiría igual en un Levante acostumbrado a este tipo de incidencias climatológicas.

Por no hablar de la actuación criminosa de la Confederación Hidrográfica del Júcar que se limitó a informar por ¡¡¡correo electrónico!!! de la descomunal crecida del barranco del Poyo. A las 18:43, concretamente. Un email y va que chuta, debió de pensar el presidente de la Confederación, Miguel Polo, y sus funcionarios. Un Miguel Polo que declaró en sede judicial que no informó en el celebérrimo Cecopi que el caudal del barranco se había multiplicado por 58, pasando de 28,7 metros cúbicos por segundo a las 16:13 a 1.686 dos horas y media más tarde. El flujo máximo superaría los 3.000 a las 19:35.

El jefe de la Confederación del Júcar quedó callado toda la tarde, quién sabe si por abulia, negligencia o vaya usted a saber por qué. Ante tamaña salvajada, la lógica y la humanidad más elementales obligaban a dar cuenta en tiempo real de lo que estaba ocurriendo. Máxime cuando estuvo toda la tarde en el Cecopi. Esta confesión se produjo hace escasas tres semanas, el 19 de septiembre para ser exactos, y Polo continúa sin ser imputado por la izquierdosa juez de Catarroja Nuria Ruiz Tobarra.

Feijóo ha sostenido a Mazón contra viento y marea a sabiendas de que su defenestración era moralmente injusta y estratégicamente un desastre

Rallo falló, Polo calló y su jefa de entonces, Teresa Ribera, jamás ha dicho esta boca es mía. Es más, tras esta entre imprudente y negligente actuación fue premiada por Pedro Sánchez con una vicepresidencia de la Comisión Europea, cargo remunerado con 424.236,84 euros anuales. Y Sánchez puso toda la maquinaria del fango en marcha en venganza contra un Mazón que les birló el segundo bien más preciado tras Andalucía: esa Comunidad Valenciana que hace ganar o perder elecciones generales.

Si a ti te suministran estos datos y lo peor de la DANA, que fue infinitamente más potente que el temporalito que previó la AEMET, sobreviene a partir de las 18:30, lo normal es que operes a ciegas. Esa teoría del radar averiado que ni el PP ni Carlos Mazón han sabido defender ni explicar adecuadamente —a los hechos me remito—. A Mazón se le puede y se le debe achacar el desastroso comportamiento de la a la sazón consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, que le dio al botoncito de la alerta de los móviles muy tarde. Pero no es menos cierto que nunca nadie les informó verbalmente de la crecida exponencial del Poyo, entre otras razones porque la preocupación esencial de unos y otros en esas horas fatídicas era una presa de Forata que de haber reventado hubiera provocado 100.000 muertos. Un barranco responsable de 198 de las 230 muertes registradas ese martes para olvidar si no fuera porque hay que recordarlo permanentemente para evitar que se vuelva a repetir.

Ésta es la verdad, lo demás, Goebbels. Tan cierto es que el dato mata el relato como que la derecha política y mediática ha vuelto a confirmar su proverbial afición a dejarse vencer y convencer por el enemigo. A vivir pidiendo perdón. A sumarse sistemáticamente por miedo a los argumentos del enemigo aparcando los hechos incontrovertibles. La maravillosa excepción que ha confirmado la regla se llama Alberto Núñez Feijóo, que ha sostenido a Mazón contra viento y marea a sabiendas de que su defenestración era moralmente injusta y estratégicamente un desastre porque hubiera dejado en el imaginario colectivo que los populares son por acción u omisión una panda de inmisericordes asesinos.

Como detesto el triunfo de la mentira, ahí nos tendrán siempre defendiendo los hechos, no la asquerosa propaganda. Dicho todo lo cual la gestión del 29-O nos hubiera salido entre mal y muy mal a cualquiera, Churchill redivivo incluido.