Excluyente, sectaria y ultraizquierdista
El movimiento feminista en España, el que se ha mostrado en las diversas manifestaciones que han inundado España este viernes, ha evidenciado que es excluyente y altamente sectario. El feminismo que se ha palpado en las calles españolas es rehén de la izquierda más radical y, de no orientarse de manera adecuada hacia el avance de los derechos civiles de las mujeres, independientemente de su ideología, terminará convertido en una parodia, si es que no lo es ya. Un feminismo que increpa y avasalla con insultos a aquellas féminas que no cumplen con sus mujeres arquetípicas no puede presentarse como el adalid de ninguna lucha loable. Un feminismo que usa violentos piquetes para impedir la voluntad de otras mujeres de acudir a trabajar o estudiar porque, de manera libre, no secundan la huelga convocada evidencia que no respeta en absoluto a sus congéneres. Un feminismo que humilla públicamente a aquellas mujeres con las que debería trabajar al alimón para construir una sociedad más justa e igualitaria para todos, se sea hombre o mujer, es ineficaz. Un feminismo que utiliza la descalificación para elevar su causa no puede pretender, bajo ningún concepto, representar a la amplia mayoría de españoles que sí optan por la moderación.
Resulta bochornoso, a la par que deleznable, que las dirigentes de Ciudadanos, con Inés Arrimadas a la cabeza, hayan sido insultadas por otras personas que, al igual que ellas, han decidido ejercer de manera libre su derecho a asistir a la manifestación celebrada en Madrid. ¿Acaso las políticas de C’s no son mujeres? ¿No poseen el mismo derecho a adherirse a un movimiento feminista que blande la bandera de una supuesta tolerancia? ¿Acaso por ser mujeres que representan el centroderecha español no tienen intrínsecamente el mismo derecho de manifestación que las dirigentes de Podemos o el PSOE? Desde luego, si nos atenemos a las sonrojantes palabras pronunciadas por las representantes del Gobierno de Pedro Sánchez, presentes en la marcha con Begoña Gómez ejerciendo de musa socialista, la respuesta es no. “Feminismo liberal, ridículo total!”, gritaban jocosas Carmen Calvo, Adriana Lastra y la propia Gómez en referencia al manifiesto feminista liberal de Ciudadanos.
Es una mezquindad y una indecencia que la aún vicepresidenta del Ejecutivo de España, la institución que –aunque lo olvide– representa a todos los españoles, utilice la ofensa para desacreditar a sus rivales políticos de una forma tan innoble. No obstante, Calvo, por si el estupor por sus inadecuados cánticos cargados de adolescencia no hubiera bastado, ha afirmado que “las derechas no saben qué hacer con las mujeres ni dónde colocarnos”. Con tal afirmación, la ministra de Igualdad, un cargo que resulta inaudito al ligarlo a su persona, revela que su feminismo no es más que una quimera porque no sólo desprecia a sus homólogas de la derecha, sino a toda mujer española que no comulga con una ideología de izquierdas. Un feminismo instrumentalizado, en este caso por la ultraizquierda, no podrá jamás pelear desde el respeto y la honorabilidad que requiere la consecución de cualquier conquista social.
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