Opinión

¿Estamos ahora para tirar cohetes? La Nasa independentista a la vuelta de la esquina

  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

El conseller de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró, presenta hoy la denominada Estrategia NewSpace. Se trata de un programa impulsado por su departamento para la creación de la Agencia Espacial de Cataluña (AEC).  La idea es poner en órbita los dos primeros satélites catalanes que servirán tanto para ofrecer servicios de observación de la Tierra como todo lo relacionado con la conectividad 5G. Diversos medios, y no digamos las redes sociales, se han hecho eco de la noticia con comentarios que van desde lo irónico a lo sarcástico pasando por lo indignado y piadoso.

Veamos. No cabe duda de que se trata de un campo económico prometedor, y si en Cataluña hay infraestructura y personal capacitado es un nicho de negocio y de emprendimiento que merece todo el interés y apoyo. Como han anunciado, podría servir para crear 1.200 nuevos empleos y alcanzar una facturación de 300 millones en este mismo periodo de cuatro años. «Queremos fomentar y potenciar un sector industrial que en los próximos años crecerá de forma importante», ha dicho.

El problema como siempre son las segundas intenciones de los cerebritos calenturientos y pertinaces de los independentistas. Y la pregunta clave es: en una época donde los proyectos tecnológicos necesitan cada vez más de la cooperación y de la sinergia entre administraciones para ser viables ¿no sería conveniente llevarlo a cabo por lo menos a nivel español? Las cuitas del conseller, que se ha apresurado a negar que exista un vacío legal que facilite que Catalunya disponga de una agencia del espacio propia y ha insistido en que «todo es legal», invitan a la desconfianza. Por algo temen que el Estado les ponga pegas. ¿Estamos ante una encomiable iniciativa o un pretexto más para seguir con la maldita “hoja de ruta”?

Pues seguramente esto último. Si fuera un proyecto de carácter científico y empresarial no andaría Puigneró recordando al personal que las competencias del Estado “sólo” alcanzan hasta los 50 kilómetros de altitud y que los satélites catalanes sobrevolarán el territorio a unos 2.000 kilómetros de distancia de la superficie terrestre. Incluso ha manifestado que no serán lanzados desde Cataluña y que estarán a cargo de empresas adjudicatarias. No es serio.

Aunque hayan tenido el detalle de no llamarla Agencia Espacial Nacional de Cataluña (aunque seguro que se les ha ocurrido) hay motivos para temer más de lo mismo. No olvidemos que este conseller ya soñaba con usar la más moderna tecnología para crear una nación digital “en forma de República” hasta que fuera posible tenerla “en forma física”.  Y antes de su irrupción en la política catalana se hizo muy popular en 1999 por un prólogo y unas conclusiones a un documento del Institut Nova Historia titulado: ‘La gran mentira del milenio: ¿Cristòfor Colom, Cristobal Colón o Christopher Columbus?”. El hombre afirmó que el descubrimiento de América fue obra de catalanes.  Simplemente por supremacismo, pues le parecía del todo imposible que aquella gesta náutica fuera realizada “por una banda de granujas que no sabían a dónde iban, ni con quién iban ni quién les guiaba”. Así que por narices tenían que ser los catalanes sus descubridores.

Así que hay motivos para dudar de que un conseller con estos antecedentes tenga la cabeza en condiciones para para llevar a cabo cualquier empresa que requiera de razones objetivas. Esto es una prueba más de que una formación científica o tecnológica (el tipo es ingeniero) no vacunan contra la superchería y el delirio.

Todo esto en unos momentos en que dudamos de que lanzar noticias que suenan a ciencia ficción y a “volada de coloms” sea lo más oportuno. Son 18 millones de Euros. Los catalanes que ven cerrar sus negocios y se preguntan de qué manera van a atender las necesidades de sus hijos en el corto plazo (y que no sea el largo) preferirían que no se lanzaran proyectos con tal aroma a irresponsabilidad y oportunismo político.