O se gana o no se va
Mariano Rajoy no hará un Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno en funciones actúa con total responsabilidad y congruencia al no querer presentarse a la sesión de investidura si no cuenta con los apoyos necesarios para salir reelegido. La estrategia ya le salió bien tras las pasadas elecciones generales del 20D. Una decisión lógica si tenemos en cuenta lo que pasó tras esa fecha. Pedro Sánchez lo intentó y su osadía sólo le reportó el dudoso honor de ser el único candidato desde la Transición hasta nuestros días que no ha conseguido ser investido presidente. Un hecho que ha dilatado aún más el desgobierno en nuestro país y que ahonda en el lógico hartazgo de la población, desafecta ante esta parálisis institucional. En cualquier democracia moderna, los candidatos tratan de ser investidos cuando cuentan con los apoyos necesarios. Todo lo demás es parte de un sainete prescindible que no sólo hastía a los españoles sino que, además, daña nuestra imagen exterior.
El Partido Popular apenas cuenta con 11 días para conseguir el ‘sí’ de Ciudadanos y la abstención del Partido Socialista. Albert Rivera, adquiriendo un conveniente cariz de estadista, ya ha dicho que está dispuesto a permitir un Gobierno del PP. Sin embargo, Pedro Sánchez, atrincherado en el ‘no’, desoye a gran parte de sus barones. La vieja guardia socialista le aconseja dejar paso a los populares para evitar unas terceras elecciones que serían muy nocivas para atajar aspectos esenciales de nuestro contexto actual. Apuntalar el crecimiento económico o promover las inversiones internas y externas depende, en gran medida, de la responsabilidad de nuestros representantes a la hora de alcanzar un acuerdo. Además, hay problemas que requieren una atención inmediata. Por ejemplo, la reducción de la deuda pública. Este viernes ha vuelto a situarse en máximos históricos y roza el 100% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB). Rajoy fue el único candidato que mejoró sus resultados el pasado 26 de junio y está más legitimado que ningún otro para tomar el timón del Estado. No obstante, hace bien en comparecer en el Congreso de los Diputados sólo para ser elegido presidente. Es tiempo de acciones y certidumbres, no de tribulaciones y experimentos.
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